Comunicado: la Basílica de los Mártires

 

 
 
El Valle de los Caídos: la Basílica de los Mártires (1)

 Así se titula el artículo firmado por el experto en los mártires del siglo XX, don Jorge López Teulón, sacerdote diocesano de Talavera, en la página web de información religiosa del siguiente enlace: 

http://www.religionenlibertad.com/valle-los-caidos-basilica-los-martires–54901.htm 

La palabra mártir significa testigo de la fe, y hace referencia a quien, entregando su vida que le es arrebatada, da testimonio de la vida de Cristo, que la dio antes por todos nosotros. Llamar a los mártires asesinados por odio a la fe “mártires del siglo XX” en España es contar a medias las cosas, es no decir toda la verdad, es ocultar parte de ella a quienes deben ser los receptores de la historia. 

Los partidos políticos y sindicatos agrupados en el tristemente llamado Frente Popular, coalición que se hizo con el poder ilegalmente tras las elecciones de febrero de 1936 eran todos, excepto el PNV, declaradamente anticatólicos violentos (el PNV siempre ha presumido de su catolicidad, pero ésta es otra verdad a medias. La Iglesia nos enseña que, entre los principios de la moral católica, no tienen cabida el racismo, la xenofobia o el odio. Parece ser que Sabino Arana, aquel orate que basculó entre el nacionalismo vasco y el español a medida que la suerte le sonreía por un camino o el otro, no asistió a ninguna misa católica cuando explicaban estas cosas) y son los responsables de la criminal persecución religiosa desencadenada en aquellos años que van desde la proclamación ilegal de la Segunda República en abril de 1931, pasando por la revolución en octubre de 1934 en Asturias protagonizada por el PSOE contra el gobierno republicano, junto a la proclamación de independencia de Cataluña protagonizada por la ERC de Luis Companys, también contra la legalidad republicana, y la victoria del Generalísimo Franco en abril de 1939, que supuso el fin de dicha persecución y de los miles de crímenes cometidos contra los católicos por aquellas turbas y aquel gobierno. 

Los mártires de aquellos años fueron mártires del marxismo, del socialismo, del anarquismo y del secesionismo, ideologías ejercidas por los mismos partidos y sindicatos (PSOE, PCE, UGT, PNV, ERC, CNT, y otros) que hoy quieren, junto al PP de Rajoy y su protegida Manuela Carmena, acabar con el Valle de los Caídos, lugar en el que reposarán ya en breve hasta 51 beatos de los más de 8.000 mártires religiosos contabilizados como tales, y esto sin contar a los seglares asesinados por el mismo motivo. 

Y mientras las amenazas contra el Valle de los Caídos crecen, la sociedad española calla, transige y no defiende la memoria de aquellos más de 38.000 españoles de ambos bandos que hallaron honrosa sepultura en el mismo. Calla, transige y no defiende el derecho del Generalísimo Franco a estar sepultado en un templo promovido por él para cerrar las heridas de aquella locura. Calla, transige y no defiende la inviolabilidad del contenido, naturaleza y significado de una basílica pontificia que es a la vez, cementerio, iglesia, monasterio, escuela, monumento y hospedería, y en la que se reza a diario por las almas de todos los caídos sin distinción de bando y por la paz en España, constituyendo el único lugar del mundo en el que se aúnan la paz, la piedad, el perdón y la reconciliación entre bandos enfrentados bajo los brazos redentores de la Cruz de Cristo. ¿Es que no comprende la sociedad actual que en España pervive la fe católica y la Iglesia gracias a la victoria del Generalísimo Franco sobre la barbarie? ¿A quiénes creen que les deben la posibilidad vivir libremente su fe: a esos partidos políticos y sindicatos o a los que se alzaron contra el crimen y la injusticia en defensa de la civilización cristiana? ¿Quién evitó la destrucción de todo el patrimonio inmobiliario, artístico y documental de la Iglesia Católica en España? ¿Quiénes querían destruir todo esto? 

En el Valle de los Caídos reposan juntos decenas de miles de españoles que una vez combatieron entre sí, y que hoy, si pudieran levantarse de sus sepulcros y hablarnos de aquella guerra, avergonzarían a la clase política iletrada, vengativa y cobarde que padecemos en España, porque con sus indignos comportamientos y aviesas intenciones contra el Monumento Nacional a los Caídos desprecian y pisotean el legado de su sacrificio personal. Estos políticos no merecen dirigir nuestra patria. Sus intereses personales y partidistas vuelven a enfrentarse con los intereses reales de todos los españoles, y chapotean sus miserias sobre el recuerdo de todos los Caídos.

España necesita recuperarse de la mentira y de la sedación impuesta por quienes viven de falsificar el pasado, enturbiando el presente para robarnos el futuro. Y lo necesita con urgencia, antes de que los herederos ideológicos de aquellos delincuentes nos roben, de nuevo, nuestra patria, y nos conduzcan a un nuevo desastre.

 
 
 
 

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