INAPROPIADO, SR. PRESIDENTE

 
         Comentan en las Cancillerías europeas y forma parte de los cenáculos políticos de la clase dirigente nacional e internacional, el modo de conducirse, a golpe de ocurrencia televisiva, del nuevo Presidente del Gobierno español. Llegado con prisas a la presidencia, ya visualizan la certeza de agravar los problemas existentes, de crearse otros nuevos, donde no los había, y de improvisar en la toma de decisiones de la mayor trascendencia, tanto en lo referente a la unidad nacional como al progreso de sus ciudadanos, en áreas tan sensibles como las de la libertad, la justicia, el estado de derecho, o la historia, queriendo imponer un dogmatismo ideológico decimonónico, muy alejado de la realidad y de la verdad objetivable.
 
         Nadie entiende, hoy, en Londres, Nueva York, Paris, Berlín, Países Árabes, Israel o Moscú, la prioritaria iniciativa presidencial de destruir una parte de la historia de España, su borrado y aniquilación, mediante la exhumación, como acto de fuerza ejecutiva violentando la legalidad, de los restos del anterior Jefe del Estado Francisco Franco, de un lugar sagrado, dedicado al Culto religioso, con la catalogación de Basílica Pontificia, sujeta a un Concordato y sometida a la guardia y custodia de una orden religiosa.
 
         No se imaginan en Paris, Londres o Moscú “resignificando” la tumba de Napoleón en Los Inválidos, o la estatua de Cromwell frente al parlamento de Londres; o los mausoleos de Lenin o Stalin en la Plaza Roja de Moscú. ¿Por qué, entonces, florecen, en España, las flores malditas del cainismo?
 
 
         Inapropiado resulta hoy, en el año 2018, Sr. Presidente, el salto cualitativo e ideológico de su partido, hoy en el Gobierno, respecto a lo que Uds. mismos (el PSOE) preconizaban no hace mucho en el tiempo : “Un Gobierno ecuánime no puede renunciar a la historia de su pueblo, aunque no le guste, ni mucho menos asumirla de forma mezquina y rencorosa. Este Gobierno, por tanto, recuerda asimismo, con respeto a quienes, desde posiciones distintas a las de la España democrática, lucharon por una sociedad diferente a la que también muchos sacrificaron su propia existencia.”(..) “para que nunca más por ninguna razón, por ninguna causa vuelva el espectro de la guerra civil y el odio a recorrer nuestro país, a ensombrecer nuestra conciencia y a destruir nuestra libertad”.
 
         Sí, Sr. Presidente, son palabras sabias y de reconciliación de su propio Partido que hoy le recordamos por si las había olvidado o desconocía.
 
         Inapropiado resulta, Sr. Presidente, su proceder. Ningún gobierno, sea democrático o no, puede desafiar las leyes promulgadas y vigentes como “un corpus” constituyente del Estado de Derecho. Ningún gobierno puede desoír y luchar contra la realidad de la historia. Ningún ser vivo, Presidente de gobierno o de una comunidad de vecinos, debe escupir sobre la tumba de los muertos, sobre la paz eterna de su naturaleza. No olvide, al intentar profanar y asaltar una tumba con evidente intención vejatoria de su ocupante, las leyes naturales, jurídicas y sobre naturales que rigen cualquier camposanto, y que emanan del interior de la experiencia vital y sabiduría del difunto: “Como te ves, me vi; como yo estoy, tú estarás; no ofendas a Dios que estás, muy cerca de estar aquí”.
 
         Inapropiado resulta, Sr. Presidente, en aras de una pretendida reconciliación, herir profundamente los sentimientos de millones de españoles levantando y despertando heridas que ya estaban cerradas.
 
         Inapropiada resulta, Sr. Presidente, la intoxicación mediática a la que está sometida la opinión pública, con la mentira como herramienta política, mediante aseveraciones falsas como que el Gobierno se ha puesto en contacto con la familia Franco o haciendo oídos sordos a la evidente negativa de esta a la exhumación de su abuelo.
 
         De ahí la defensa que haremos, desde esta vituperada Fundación –a la que usted quiere negar los derechos constitucionales más fundamentales, a su arbitrario, despótico y desilustrado proceder dirigido a humillar póstumamente el cadáver embalsamado de quien rigió los destinos de España. Una defensa que será firme, pero también conciliadora, pacífica y ajustada a la ley.
 
 
FUNDACION NACIONAL FRANCISCO FRANCO
 
 

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