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“El joven Franco”
de Niko Roa
Homo Legens
A. Robla Cunillera
El director de documentales y escritor Niko Roa ha escrito un libro imprescindible, y yo diría que obligatorio, en la biblioteca de todo aquel que quiera conocer como Franco, partiendo de una vocación militar innata y congénita, pero con pocas perspectivas de promoción, llegó a las más altas responsabilidades en el ejército español en tan sólo 20 años. Se trata de “El joven Franco” editorial HOMO LEGENS, un apasionante relato, preñado de dramatismo y de épica. También de datos sobre aspectos poco conocidos de Franco en sus primeros 40 años y que afectan a su vertiente social y humana, sus inquietudes culturales, su familia y amigos. Un Franco poliédrico, rico en matices y anécdotas, muy lejos de ese personaje plano y casi analfabeto que la revisión historicista al calor de la nefanda Ley de Memoria Histórica se afana en presentar. Al fin un libro con el que disfrutar de las mocedades de un héroe de nuestra historia. Dicho libro fue presentado el pasado 19 de septiembre, con gran afluencia de público, en la sede de la Hermandad de Antiguos Caballeros Legionarios de Madrid.
El libro se inicia con un interesante y generoso prólogo a cargo de Fernando Paz, una de las mentes más lúcidas y rápidas entre nuestro elenco de historiadores actuales. Posteriormente el autor entra en harina poniéndonos en el contexto histórico en el que se desarrolla el personaje. Estos input de información sobre las circunstancias históricas, económicas y sociales de cada momento es una constante a lo largo de todo el libro, y algo que se le agradece al autor porque nos facilitan comprender el principio de causalidad que explican por qué Franco hizo lo que hizo en cada momento; jamás por un porque sí, si no siempre fruto de una evaluación concienzuda de todos los aspectos, regidos por una máxima que será el norte de su vida desde bien joven, y que no es otra que el servicio a España en el lugar donde más se le necesite. Esto incluye la devoción a su rey, la obediencia a la República cuando esta llegó, y el servicio sin fisuras al pueblo español –del que él provenía y del que conocía de primera mano sus quejas y necesidades –.
Como no podía ser de otra manera la mayor parte del libro trata del destino ineluctable de Franco de ser militar –militar a cualquier precio –, y ya que no lo pudo ser en la Armada lo sería en el Ejercito. Aquel giro sería providencial para la historia de España. De las múltiples facetas del futuro Caudillo que Niko Roa nos presenta en su libro la de militar será la fundamental en esta primera etapa. Franco solicitó el único “enchufe” de su vida –a su padre y al coronel Villalba Riquelme –para …¡que le destinasen al frente! Allí, entre soldados, moros y peninsulares, en las escarpaduras y soledades de Marruecos es donde se acrisola su espíritu de hombre de armas. Llegado el momento fundará con Millán Astray La Legión, impondrá su autoridad y su sangre fría en el repliegue de Xauen, será la extrema vanguardia con sus legionarios en la hora de Alhucemas. Siempre el más joven de España en su empleo, siempre en el sitio más expuesto.
Sin embargo, el joven Franco tenía más inquietudes, presentaba más facetas que las de soldado, facetas que abordadas en su totalidad nos dibujan un personaje mucho más complejo que la caricatura que de él hacen sus detractores. La dimensión cultural de Franco es una constante en su vida. Desde sus escritos –puramente militares en estos años: “Diario de una Bandera” y “Diario de Alhucemas” –, a la dirección de la Revista de Tropas Coloniales, una revista que hoy es objeto de coleccionistas y que trataba de forma integral y con magisterio todo el complejo mundo del Marruecos colonial en su vertiente militar sino también antropológica, geográfica, etc. Y es que Franco en aquellos años acude a tertulias de intelectuales donde se habla con libertad de lo divino y de lo humano, participa en eventos sociales, se deja ver en el cine, y aunque lo que hoy llamaríamos la prensa del corazón a él no le llama, porque no le gusta el protagonismo, da entrevistas cuando se las piden en magacines con motivo de su boda, de sus ascensos, de su condición de gentilhombre de cámara. Hasta cierto punto Franco en aquellos años es un hombre famoso. Por ello le vemos risueño y feliz, casi siempre sonriente, seguro se sí mismo, ya en el frente de Marruecos junto a los Sanjurjo, Saro o Primo de Rivera, ya en saraos, en balnearios o en cenas de homenaje.
Niko Roa llega en su libro justo hasta la “sanjurjada”, agosto de 1932, por ello aborda la llegada de la 2ª República, y cómo esta fue acogida en medios castrenses –con lealtad –. También en el caso de Franco, un hombre medularmente monárquico por el conocimiento exhaustivo de la tradición secular hispana que hundía sus raíces en mil cuatrocientos años ininterrumpidos de reyes. Sin embargo, el carácter revanchista y autoritario de Azaña, unido a la pérdida de virginidad de la flamante República con la quema de conventos y el proceso al rey Alfonso XIII in absentia, contribuyó en gran medida a que Franco se volviese más sombrío y taciturno; de alguna manera barruntaba que los negros nubarrones que se acumulaban en el horizonte no presagiaban nada bueno.
El autor deja el libro abierto en ese crítico instante. Hasta ese momento Franco ha sido un militar y sólo eso; pero el mejor. De ahí el acierto de cerrar el libro en ese momento. Nadie podrá buscar torticeramente apología del franquismo, aunque todas las páginas destilan aprecio, reconocimiento y admiración por el personaje. Es, como decíamos al principio, un libro muy pertinente porque tras su lectura uno entiende mejor la forja de un hombre que sin buscarlo acabó siendo el dirigente más eficaz de la historia de España de sus últimos 500 años.