Un libro valiente que desvela una realidad deformada. ¿Sabía usted que los primeros catalanistas eran lingüistas e historiadores? Eran normalmente católicos, conservadores, escribían en castellano, y se sentían españoles. El nacionalismo catalán político surgirá tardíamente. Los catalanistas eran moderadamente regionalistas, dirigidos por una potente burguesía que necesitaba un instrumento político para defender sus intereses tras la caída del Imperio español. El primer gran partido catalanista se llamó Lliga Regionalista, pues repudiaban las expresiones catalanista o nacionalista. Cambó, sucesor de Prat de la Riba, acabó apoyando a Franco durante la Guerra Civil. Buena parte de los fundadores de la Lliga acabaron siendo franquistas.
También hubo un catalanismo federalista, liderado por Almirall, quien consideró que su nación era España y Cataluña, su Patria. Su pendón estaba escrito en castellano y no usaba las cuatro barras. Acabó militando en el españolísimo Partido Radical de Lerroux. Companys, al revés, de joven, militó en el lerrouxismo y disolvía sardanas a bastonazos. Maciá, igualmente, pasó de ser un militar monárquico y españolista a liderar el nacionalismo durante la II República y recibió financiación de Mussolini. El catalanismo tuvo su deriva “fascista” y su Duce, Dencàs, presidente del Estat Català.
La primera organización fascista española se fundó en Barcelona.
Ciertos intelectuales catalanistas asumieron el racismo pseudocientífico europeo. Acusaban al resto de españoles de ser semitas. Alguno afirmó que los catalanes tenían un hueso especial en la cabeza que les diferenciaba del resto del mundo. Es actual el racismo permanente de destacados líderes nacionalistas.
Los símbolos
El paso del catalanismo al nacionalismo estuvo enmarcado por el romanticismo, deformando la historia y creando símbolos ajenos a la Historia, empezando por el 11 de septiembre. Los catalanes, en 1714, luchaban por un Rey de España, fue una guerra de sucesión, no de secesión. De hecho los Mozos de Escuadra fueron originalmente tropas borbónicas que reprimían a los catalanes partidarios de los Austrias; tan fielmente españolistas y monárquicas, que un catalán, Prim, suprimió el cuerpo Fueron restaurados por Franco en los años 50.
El himno Els segadors era una canción escrita en métrica castellana, elogiaba la fe catalana en Cristo. Pero el anarquista Emili Guanyabens cambió la letra, convirtiéndola en un himno de odio.
La sardana era desconocida por los catalanes hasta principios del siglo XX. Jacinto Verdaguer reconocía que sólo había visto bailar una vez en su vida una sardana. La sardana fue una imposición del catalanismo deseoso de tener un símbolo cultural.
La lengua
Durante siglos en parte de Cataluña hablaban mozárabe y los poetas escribían en occitano. Desde hace muchos cientos de años el castellano se habla y escribe en Barcelona.
En los documentos medievales de la Diputación Catalana, casi siempre que se refieren a Cataluña lo hacen como “Provincia”.
Si atendemos a la etimología de la palabra “Cataluña”, el origen está, muy probablemente, en “castellanus”, por los habitantes de los castillos catalanes. La palabra fue derivando hasta llegar a “catalán”, y de ahí “Cataluña”. “Cataluña” y “Castilla” significan lo mismo, tierra de habitantes de castillos.
El deporte
El Real Madrid lo crearon dos hermanos catalanes. El suizo Gamper fundó el Barcelona, prohibiendo que jugaran catalanes. Sólo podían jugar extranjeros. El Español se creó como un equipo en el que pudieran jugar los catalanes. Toda la iconografía del Barça era suiza y protestante.
La Historia
Cuando aún no existía Madrid, ni el nombre de Cataluña, el territorio se designaba “Marca hispánica”. El Obispado de Tarragona se titulaba Primado de las Españas, y en los documentos francos se refieren a los catalanes como de “natione hispana”. Los documentos del siglo VIII hablan de los hispanos de Barcelona. Los cronistas medievales catalanes, sin excepción, hablan de Cataluña como las “Españas”. Madariaga y otros autores, señalan lo españolísima que se mostró Cataluña en el siglo XIX.
El 12 de octubre, originalmente, fue una fiesta del Círculo Hispano ultramarino de Barcelona. Un periodista asturiano informó de esta celebración y se extendió por toda España. Otro dato es que la fiesta madrileña del 2 de Mayo, lo fue a petición de un catalán, Antoni Campmany, en las Cortes de Cádiz que solicitaba una fiesta para toda España.
La era de Franco
El catalán vivió bastante bien con Franco. El censor en Barcelona era catalanoparlante. Muchas editoriales publicaban en catalán sin ningún problema durante el franquismo. En ese tiempo, se hacían cursos de catalán, programas de radio y de televisión en catalán y estaba reconocido oficialmente en la enseñanza primaria. Por cierto, Joaquín Viola, el gran impulsor del catalán dentro del franquismo, fue asesinado por terroristas separatistas.
El autor cuenta: “Cuando de joven fui a hacer el servicio militar a Madrid, al decir que era catalán, los mandos se admiraban: ‘¡un catalán!’ como si fuéramos fantásticos. Y te daban los puestos de responsabilidad. Esta experiencia la tuve en mis primeros viajes fuera de Cataluña: ‘¡Ah, un catalán!’, oía siempre con admiración. Ahora vas por España y casi tienes que disculparte por ser catalán. Este es un libro para redescubrir Cataluña, para querer amarla“.
Doscientas historias, entre ellas, cómo se multiplicaban los homenajes del Barça a Franco o cómo Salvador Dalí pasó los últimos meses de su vida escuchando una única pieza musical: el himno nacional de España.