Francisco Franco Martínez-Bordiú, nieto del Caudillo, habla, por primera vez, de los aspectos más desconocidos de Franco en su entorno familiar. Este testimonio está publicado por La Esfera de los Libros con el título La naturaleza de Franco. Cuando mi abuelo era persona. La obra desvela el amor que el Caudillo sentía por el arte y refleja 15 de sus obras y muchas fotos inéditas.
Franco descubrió su afición cuando, tras posar para un retrato, cogió uno de los pinceles del pintor y comenzó a pintar. El artista, sorprendido por su habilidad, le animó a cultivarla.
Su nieto cuenta en el libro: “Cada tarde, después del café se encerraba un ratito a pintar. Era un gran dibujante. Algunos de sus cuadros eran copias de otros famosos, algún retrato de mi madre, su autorretrato. No eran excepcionales, pero sí de una calidad y realismo casi inalcanzables para la mayoría de aficionados a la pintura”.
Franco celebró el regreso de Salvador Dalí a España en 1952, se admiraban, se hicieron amigos e intercambiaron regalos.
“Frente a los tópicos y calumnias vertidas sobre mi abuelo, sólo quiero contar lo que yo vi y viví con él. Quiero ofrecer un retrato fidedigno de su persona fuera del ámbito público, cuando disfrutaba de sus ratos de ocio o se encontraba en familia. Era un abuelo atento y cariñoso. Era mi compañero de caza y pesca, mi mentor, mi amigo. Le quise más que a mi padre.”
“En mi abuelo Franco descubrí a un hombre dotado de una gran sensibilidad y que se entusiasmaba cuando un experto le explicaba los pormenores de cualquier asunto, ya fueran los recortes del Estado, el funcionamiento de una fábrica, los secretos de la caza, la pesca, la agricultura… Cuando salíamos de montería solía contarme anécdotas de su juventud, historias que precedía del estribillo: «Cuando yo era persona…».”
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Yo conocí en mi abuelo un modelo de austeridad y disciplina, un lector voraz, un entusiasta de los animales, un buen conversador, un pintor vocacional y cineasta aficionado, muy lejos de la imagen habitual del estadista.”
Habla el libro de la pasión del Generalísimo por la naturaleza, que ocupó un lugar primordial en su vida: fue amante del mar y del campo.
Podía pasarse horas discutiendo sobre los atunes, o sobre cual era ese pájaro, o sobre el ciclo vital de la anguila. Cada tarde, después del café, se encerraba un rato a pintar.
Es este libro un documento único, desconocido, en el que refleja a Franco jugando al mus con sus amigos, filmando bailes de flamenco en Nochevieja o tratando de atisbar el “rayo verde”, que noveló Julio Verne, desde la cubierta del Azor.