Orígenes y destino de Navarra, de Claudio Sánchez Albornoz

 

Stanley G. Payne 

Razón Española nº 7

Octubre 1984

 

Orígenes y destino de Navarra,

de Claudio Sánchez Albornoz

Ed. Planeta, Barcelona, 1984, 256 págs.

 

La Edad Media arroja mucha más luz sobre los problemas del siglo XX de lo que normalmente supone el hombre contemporáneo y esto es probablemente más cierto en el caso de España que en el de otros países europeos.

Lo que se acostumbró a llamar “el problema regionalista español” ha continuado dominando la vida política del país, ahora en el aspecto de la integridad, de las facultades y del deseo de cooperación de los nuevos sistemas autonómicos del Estado de 1978. El caso vasco, en lo que tiene de destacado, continúa absorbiendo una desproporcionada cantidad de atención, porque los nacionalistas vascos rehusan permanecer satisfechos con los limites autonómicos de las provincias vascongadas mismas, y tratan de expansionarse incluyendo el territorio vecino de Navarra.

Podría parecer que un libro de estudios medievales del historiador tendría poco que ofrecer a la clasificación de esta controversia actual, especialmente por el hecho de que la mayoría de los escritos del libro tienen que ver con el período que va del siglo IV al XII, pero de hecho contribuyen a aclarar sucesos a menudo perdidos en los torbellinos de mitos histórico-políticos.

La carrera prolífica de Sánchez Albornoz ha estado dedicada, sobre todo, a la descripción histórica y al entendimiento del reino astur-leonés y a las instituciones medievales del Noroeste de la Península, pero su amplio cuerpo de trabajos van lejos en la historia de Castilla y también en la de otras regiones españolas.

Sin embargo, el decano de la historiografía española nunca ha permanecido contento con la mera descripción de hechos pasados, sino que siempre ha luchado por descubrir el significado fundamental, las influencias permanentes y las continuidades culturales e institucionales de los reinos peninsulares de la Edad Media.

Hace tres años apareció una recopilación especial de sus estudios sobre el reino de Navarra en el Medievo, bajo el título Orígenes del Reino de Pamplona. Su vinculación con el valle del Ebro (1981).

La edición quedó prontamente agotada, y una versión más sucinta y distinta ha salido ahora de Editorial Planeta. Para esta nueva versión don Claudio Sánchez Albornoz ha añadido un prólogo en forma de epílogo, recogiendo varios escritos y cartas que ayudan a definir más completamente el carácter histórico de Navarra, su identidad constante, los orígenes étnicos y culturales de la región y la naturaleza exacta de la relación entre la región vasca y la navarra. La importancia de este pequeño volumen, de menos de 200 páginas, es múltiple:

1. Logra aclarar en muy pocas palabras la situación originaria de la población vascona, de su cultura y de su expansión en la actual región vasca en los siglos V y VI.

2. Resume claramente los orígenes del reino de Navarra (llamado primero de Pamplona) y de su evolución histórica distinta —política, institucional y culturalmente—, desde el siglo VIII.

3. Y traza los aspectos más importantes de la subsiguiente evolución histórica vasca y de su asociación con el reino de Castilla.

La clara identidad de Navarra y de su propia integridad histórica surge llena de vida de estas páginas trazadas por la pluma de un historiador maestro. Igualmente claro es el énfasis de don Claudio Sánchez Albornoz sobre el carácter español tanto de Navarra como del territorio vasco del moderno “Euzcadi” —como lo escribe el sabio—, habiendo participado ambos en las grandes empresas históricas que crearon las instituciones y cultura españolas, fundiendo sus propias poblaciones y contribuciones culturales en la creación y expansión de Castilla.

Esta coparticipación obviamente no logró disolver la integridad cultural y la personalidad de cada una de estas entidades históricas. Navarra desarrolló un propio sistema institucional distinto y completo, mientras la estructura histórica de Castilla siempre respetó la personalidad de las Provincias Vascongadas.

En el proceso, estas dos unidades distintas de la antigua población siguieron también sus propios caminos, creando sus personalidades, propias, separadas y únicas, nunca unidas políticamente en manera alguna, ni cultural ni institucionalmente, salvo que ambas participaban en la empresa común histórica y desarrollo de la plural España.

Por razón de la Historia, larga y distinguida y del carácter único, cultural e institucional de Navarra, Sánchez Albornoz se ha tomado grandes molestias en poner énfasis en esta identidad e integridad especiales.

Su entusiasmo es solamente estimulado por el hecho de que él es, en parte, de origen navarro por la familia de su abuela.

Aunque la interpretación de la expansión vascona de los siglos V y VI no ha sido todavía totalmente demostrada, está afianzada por considerable evidencia y tiene una lógica histórica que impone, mientras que su diseño del desarrollo primitivo de Navarra y del País Vasco está basado en pruebas firmes e incontrovertibles, que ni aún los ideólogos nacionalistas vascos pueden negar.

La revisión y edición de este libro pequeño y estimulante ha rendido un gran servicio a la explicación de los orígenes históricos de dos de las comunidades clave de España. Es de esperar que pueda aún ayudar a iluminar ciertas controversias políticas del presente día.


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