Pío Moa
Seminario sobre la Guerra Civil
Resumen de la primera sesión:
Enfoques ideológicos
La realidad no se nos presenta como una acumulación de datos y hechos, sino que en ellos pone orden la mente, de forma inmediata, relacionándolos, jerarquizándolos e incluyéndolos en teorías o ideologías más amplias. Entre las teorías y los hechos siempre existe una tensión más o menos fuerte, pues ninguna parece capaz de ordenar y encajar adecuadamente la multitud de hechos que se nos presentan. Pero la exigencia psíquica de ese orden es tal que a menudo preferimos quedarnos con la teoría, por mucho que esta falsee o deforme los hechos.
He distinguido, muy grosso modo y admitiendo muchos matices y tendencias intermedias, tres enfoque principales: marxista, moralista-sentimental y franquista. El primero se basa más o menos en la lucha de clases y entiende la guerra como un choque entre las aspiraciones progresistas y democráticas de la clase obrera o del conjunto del “pueblo trabajador”, representados por la república, y una minoría oligárquica explotadora y oscurantista, empeñada en defender sus opresivos privilegios ancestrales. El resultado es una historia de buenos muy buenos y malos sin remisión. Esta corriente ideológica dispone de una teoría ordenadora extraordinariamente fuerte, por mucho que deforme los datos o excluya una multitud de ellos. Su fortaleza interpretativa hizo de ella el enfoque más extendido, incluso hoy, pero hace años parecía imponerse de manera casi absoluta. Encontramos en ella a autores como Tuñón de Lara, Juliá, Viñas y muchísimos más, y extranjeros como Preston, Malefakis, Pierre Vilar, Southworth, Jackson, Beevor, etc.
Estas versiones encuentran desde hace doce o trece años una creciente oposición que ha demostrado, entre otras cosas, la falsedad de la idílica versión de la república y el Frente Popular. Como la idea de invertir los buenos y los malos era excesiva después de varias décadas de aplastante versión marxista, ha cundido la versión moralista-sentimental: como las guerras son malas y las civiles peores, los dos bandos habrían sido malvados, –aunque generalmente se encuentran agravantes para los nacionales y atenuantes para la alianza izquierdista-separatista–. He expuesto este enfoque mencionando a Eslava Galán, a García de Cortázar y a Pedro J. Ramírez; este último porque, pese a no ser historiador, orientó una historia de la contienda y expone muy bien lo esencial de esa tendencia, que también especula con una “tercera España”. Al contrario que el enfoque marxista, el sentimental-moralizante carece de cualquier rigor teórico, y su fuerza viene sobre todo de la emocionalidad de una autoatribución de sentimientos profundos y éticos, que negarían a los demás.
El enfoque franquista –tomando la definición, como las otras, con cierta flexibilidad– considera justificada, con más o menos énfasis, la rebelión derechista de 1936. Así los hermanos Salas Larrazábal, Ricardo de la Cierva, Luis Suárez, Martínez Bande y bastantes otros, que habían sido sometidos a cierto ostracismo por las triunfantes corrientes anteriores. Al revés que el enfoque marxista, este presta gran atención al examen de los hechos, pero en cambio no ha acertado a englobarlos en una teoría satisfactoria, por diversas razones. Debido a esa insuficiencia, y por mucho que establezca los hechos con gran claridad, queda casi siempre a la defensiva frente a la audacia teorizante o emocionalista de sus contrarias.
En este seminario trataremos de ofrecer una versión alternativa sobre las causas del conflicto y sus consecuencias, así como sobre otras cuestiones importantes.