Tras el éxito mundial de Marcelino, pan y vino, con más de treinta traducciones ,dos adaptaciones al cine, y la serie de dibujos animados, su autor quiso escribir una réplica a su éxito editorial, para «pagar una deuda a María (escamoteada por mí en aquella obra)», dijo José María Sánchez-Silva.
José María Sánchez-Silva (Madrid, 1911-2002) fue periodista y escritor. Con una infancia desgraciada, recorrió tres asilos de beneficencia, y gracias a su afición tempranísima a la lectura, se convirtió en periodista y, más tarde en escritor. Formado en la Escuela periodística de El Debate, trabajó en el diario YA, y en el Arriba, del que llegaría a ser subdirector. Llegaron a concederle la Medalla Hans Christian Andersen, considerada como el «Nobel de la literatura infantil».
Nadie acierta a comprender cómo se esfumó la posibilidad de publicar otro best-seller Álex Rosal
La historia posterior a Marcelino, pan y vino –señalaba el autor– «discurre, creo, al encuentro del tiempo ganado. Trato con él de pagar una deuda. Es una deuda que contraje en otra historia, hace años, llamada Marcelino, pan y vino».
«He querido hacer una historia exactamente para esa torre porque la amo. En ella hay también una mujer. Es una mujer que ilumina. Y un hombre, a su pesar iluminado. Es un relato que discurre, creo, al encuentro del tiempo ganado. Trato con él de pagar una deuda. Es una deuda que contraje en otra historia, hace años, llamada Marcelino, pan y vino».
Sesenta años de misterio
Y así nació esta novela que lleva por nombre Rosa Viva y que comenzó a escribir en 1954 para concluirla en 1963.
Como señala en su web Religión en Libertad, Sánchez-Silva quería publicar la novela en 1963, pero una serie de contratiempos fue retrasando su edición hasta el día de hoy , sesenta años después de ser escrita que por fin ve la luz en el sello VozdePapel.
Del mismo modo que Marcelino, pan y vino, la nueva novela también tenía un futuro cinematográfico. La productora Andalucía Films S.A. preparó un contrato con un anticipo de 500.000 pesetas en el año 1969. Y Sánchez-Silva y Ladislao Vajda tenían listo el guion. Pero nadie se explica por qué no salió adelante aquel seguro taquillazo.
En la introducción del libro, el propio editor, Álex Rosal, explica que «nadie acierta a comprender cómo se esfumó la posibilidad de publicar otro best-seller, convertido a la vez en película. Un misterio. El hecho cierto es que tanto el original de la novela, como el guion y las notas para el tratamiento cinematográfico de Rosa Viva durmieron en un cajón durante sesenta años, en la casa familiar en San Lorenzo de El Escorial». Hasta ahora que por fin sale a la luz.
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