La integración de las dos zonas (III) Desmovilización, por Luis López Anglada

Luis López Anglada

40 años de vida en España

 

Madrid, Capital de España 

Al final de la contienda Madrid recuperó la capitalidad de la Nación al instalarse en ella el Jefe del Estado. Se había especulado con un cambio de capitalidad. Los destrozos sufridos por la ciudad durante la guerra pare-cían imposibilitar la inmediata instalación de los funcionarios de la Administración que toda capital requiere. Por otra parte Burgos, donde estuvo instalado provisionalmente el gobierno de la Nación durante la guerra y Salamanca, en que se hizo el nombramiento del Jefe del Estado parecían tener esperanzas de convertirse en la Capital. Madrid debería sufrir las consecuencias de su rebelde actitud. Sin embargo, el Generalísimo no tuvo en consideración estas especulaciones y pronto instaló su residencia en Madrid. Primero lo hizo en el Castillo de Viñuelas, situado entre Madrid y Colmenar Viejo, lugar en que estuvo instalado el Cuartel General enemigo y, posteriormente, se fijó la residencia del Jefe del Estado en el palacio del Pardo, en el que permaneció hasta su muerte en 1975.

Pero Francisco Franco supo ser agradecido a la ciudad donde el Gobierno de la Nueva España había proyectado la recuperación nacional. Por eso al despedirse de Burgos, pronunció en el Palacio de la Isla, lugar de su residencia provisional, el siguiente discurso:

«Vinimos a Burgos en los momentos de mayor peligro para la Patria. He pasado en este despacho los días más difíciles y decisivos de la Historia de España.

Vinimos para dirigir y enderezar desde aquí la guerra en el Norte, en Levante y en el Sur y aunque encerrado siempre en este Palacio y absorbido por los apremios de la guerra, no he podido disfrutar de las delicias de esta ciudad, he apreciado en todo momento el cariño y entusiasmo de este noble pueblo burgalés, del que marcho altamente agradecido.

Ahora, de momento, sufriréis las consecuencias de la resaca producida por la marcha de los Organismos Oficiales que aquí se instalaron durante la guerra y en los primeros momentos de la paz; pero confío en que el rápido resurgimiento de las actividades industrial, comercial y agrícola española se reflejará en el bienestar de todos nuestros pueblos, ciudades y provincias. Tenéis que poneros a trabajar para que Burgos prospere todo lo posible y tenga no sólo la vida provincial, sino vida industrial y propia.

Aquí os dejo, para que lo conservéis, el plano de las operaciones de la última fase, donde se refleja como se encontraban en España los frentes cuando íbamos a iniciar la última ofensiva. Sobre él trabajé muchas horas en vigilia y tensión constante, para la salvación y el engrandecimiento de España.

Repito que me llevo un gran recuerdo de BURGOS y que, a cualquier sitio donde vaya, me encontraréis siempre.»

Ya en Madrid, Francisco Franco reunió el nuevo Gobierno de la Nación. Mientras tanto, en el Ayuntamiento, D. Alberto Alcocer y Rivacoba, nombrado alcalde un mes antes de la ocupación de la ciudad, comenzaba, con su labor municipal, la nueva etapa de la que la vieja ciudad del Manzanares se convertiría en una de las más modernas urbes de Europa.

 

 

 


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