La represión de posguerra (I) Los charlatanes, por Pio Moa

Pío Moa

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Acaba de salir a las librerías el libro de Miguel Platón La represión de la posguerra. Penas de muerte por hechos cometidos durante la guerra civil. Este estudio acaba con la mayor parte de las falsedades sobre las cifras de ejecuciones y la supuesta arbitrariedad de los juicios, que viene difundiendo desde hace más de cuarenta años una historiografía degradada en simple charlatanería. Ya es significativo que esa supuesta historiografía no se haya tomado el trabajo, emprendido por Platón, de investigar en los archivos,  sino de guardar las exigencias de método más elementales.  Todo se justificaba porque de lo que se trataba era de deslegitimar  al franquismo  y legitimar a su vez al Frente Popular. La deslegitimación del franquismo se ha conseguido políticamente al punto de que hoy prácticamente nadie osa vindicar, siquiera investigar, la realidad histórica.

Y se ha conseguido por el simple  método de olvidar o negar  la significación política del Frente Popular, hasta el extremo de definirlo como republicano y demócrata, pese a la evidencia de que destruyó la legalidad republicana e impuso un régimen de verdadero terror caótico, como he demostrado fehacientemente. Y digo que lo he demostrado porque este hecho decisivo casi nunca queda claro en historiografía de derecha, la cual sigue empleando el concepto de “bando republicano” y otra terminología elaborada por la propaganda de izquierda, principalmente comunista.  Terminología que en sí misma desfigura por completo la historia. El FP era en esencia un compuesto de  partidos sovietizantes  y separatistas, que por su misma composición no solo acabó con la república, sino que amenazaba acabar con la unidad de España, su continuidad histórica, su cultura tradicional y la libertad personal. Esto explica por qué se libró la guerra.

Una vez establecida su falacia básica, lo que Julián Marías llamó la profesionalización de la mentira, se aparta la atención del carácter del FP,  de lo que se jugaba en la guerra y de la responsabilidad en el hundimiento de la legalidad, y se concentra en la represión, sobre todo la de posguerra. Ahí se exagera sin tasa y se olvida o difumina el terror del FP…, el cual queda justificado: en definitiva, ¿cómo podía ser legítimo, aceptable,  cómo podría tener razón un régimen que se había levantado contra una república democrática y progresista y había asesinado tan masivamente a sus representantes y partidarios? Como puede verse, el método de la falsificación es simple y muy poco refinado, pero ha tenido un enorme éxito mediante la colaboración del PP y sus historiadores en él.

Platón expone los arbitrarios (y malintencionados) datos de una serie de historiadores charlatanes que han tratado el asunto con gran proyección mediática e internacional, opacando los estudios muy superiores de R. Salas Larrazábal, A. D. Martín Rubio y otros especialistas, o mi estudio de conjunto Los crímenes de la guerra civil. Charlatanes como Gabriel Jackson, Tamames, Beevor, P. Anderson, Álvarez Junco, Solá y Sabaté, Moradiellos, Fusi, A. Schubert, M. Richards, F. Moreno, S. Juliá, Casado Rabanal, Espinosa Maestre y, cómo o, P. Preston, que en las turbias falsedades sobre la guerra y el franquismo viene a ser el abanderado en España y en Inglaterra. Acerca de la curiosa “metodología” y desvergüenza de criterio de los principales he escrito recientemente el estudio Galería de charlatanes


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