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NORLING, Erik: OAS. Soldados de una causa perdida, Ediciones Fides, Tarragona, 2024, 440 págs.
Alfonso ESCUADRA
A mediados del siglo XX, los territorios del Norte de África bautizados un siglo antes como Argelia tras la arribada de las tropas galas, parecían ser tan franceses como Bretaña o la Provenza. Ciudades como Orán o Argel gozaban de una prosperidad y una vida social similares a Marsella o París. Pocos podían imaginar entonces que, sólo unos años después, casi un millón doscientos mil europeos y judíos argelinos se verían forzados a abandonar la región. Todo ello después de que esta se viese asolada por una cruenta lucha fratricida que se desarrollaría entre 1954 y 1962 y que se cobraría un número muy importante de vidas; en su mayoría musulmanes fieles a Francia que cayeron víctimas de otros musulmanes. Sin duda, una auténtica guerra civil cuyas que heridas continúan aún abiertas en la sociedad francesa. No es extraño pues que, a la hora de abordar su historia reciente, la Francia llamémosle oficial siempre haya pretendido pasar de puntillas por ese incómodo periodo.
Para los lectores de hoy, estos hechos se muestran genéricamente agrupados bajo lo que se identifica como Guerra de Argelia; un conflicto que más fue una insurgencia terrorista que tuvo como corolario la separación de Francia del territorio, la toma del poder por parte del social-comunista FLN y el exilio forzado de un numeroso colectivo humano. Se trata de los pieds-noirs (pies negros), denominación por la que terminaron por ser conocidos, a pesar de que, con objeto de diferenciarse de musulmanes y hebreos, ellos siempre se refiriesen a sí mismos llamándose simplemente «europeos».
Seis décadas nos distancian de aquellos hechos y la mayoría de los que lo vivieron directamente van desapareciendo por razones de edad. No obstante, la memoria de este colectivo sigue todavía muy presente en Francia y aunque pueda parecer extraño, también en España. La razón de ello es que un buen número de estos pieds-noirs optaron en su día por fijar su residencia en España, donde hoy día siguen viviendo miles de sus descendientes, sobre todo en la región de Levante.
En su nuevo trabajo, OAS. Soldados de una causa perdida, el Dr. Erik Norling introduce con acierto el bisturí en ese apasionante episodio de la Historia, confirmando así su demostrada condición de investigador valiente que jamás se arredra ante ningún tema por controvertido que este sea. El estudio que ha dedicado a la Organisation Armeé Secrète (Organización del Ejército Secreto), siglas que para muchos aún siguen envueltas en un halo de misterio, podría ser considerado como una reivindicativa empresa personal contra el olvido de uno de los movimientos de resistencia popular más singulares, de más trágico destino y posiblemente más desconocidos para el gran público. Y lo hace como era de esperar en él: replanteándose sin complejos el tratamiento que la historiografía llamémosla oficial ha venido dando a esta organización.
A través de sus páginas, el lector tendrá la oportunidad de profundizar en las razones de la que fue su lucha, en los métodos y estrategias que la determinaron —con todos sus aciertos y errores—, en los hechos violentos en los que se vieron envueltos, en los entresijos de la propia organización o en la recluta de sus miembros.
Entre otras cosas, Norling dedica especial atención al papel jugado por el general De Gaulle en la dolorosa y cuestionada entrega de la que se consideraba una parte de Francia cuando, a ojos de muchos, la guerra parecía militarmente ganada. También analiza con minuciosidad la evolución militar y política del conflicto, ponderando —con gran espíritu crítico— la valoración que se viene haciendo de los hechos de armas protagonizados entre otros por los paracaidistas, la mitificada «batalla de Argel» o el verdadero impacto que todo aquello tuvo en la sociedad francesa. De gran valor resulta su incursión en ciertos capítulos prácticamente desconocidos de la OAS. Así ocurre por ejemplo con la presencia femenina en sus filas, destacada tanto numéricamente como por el heroísmo y valor que exhibiría, con los mitos que en ocasiones rodean a los considerados héroes de la organización o con el papel jugado en todo aquello por los militares que no eran pieds-noirs.
Fiel a su trayectoria, Norling desvela en estas páginas a los lectores hispanos otro aspecto olvidado de la organización que además, les toca de cerca como es el de su componente española. Esta reivindicación no se basa tanto en el hecho anecdótico de que fuese constituida en Madrid o de que fuese en esta ciudad donde muchos buscarían refugio tras la derrota, sino sobre todo en la impronta española que presentaban un número importante de los que formaron parte de ella; tal como, ya de entrada, sugiere la frecuente aparición de apellidos españoles en toda la trayectoria de este Ejército Secreto. Y es que, esta evidencia pone de relieve el hecho de que un gran porcentaje de la población europea argelina era de origen español. Y no sólo eso, sino que este colectivo había sabido retener sus costumbres, lengua, gastronomía y tradiciones religiosas. Todo ello a pesar de la eficaz política de integración de la República francesa con su demostrada capacidad para asimilar a grupos de inmigrantes europeos, imprimiéndoles un fuerte sentido de pertenencia a su comunidad de adopción que haría de ellos firmes defensores de Francia. No obstante, aunque afrancesaran sus nombres y forjaran vínculos familiares, siguieron pesando sus raíces españolas; de ahí el curioso empleo de motes como «el Nani», «el gitano», «Kiki» o «Pancho» pero sobre todo, de la persistencia de su particular modo de vida. Como significativa muestra de ello, el autor nos recuerda que en las calles, mercados y barrios populares de Orán, desde donde en los días claros se podía ver la costa española, se hablaba más español que francés. Así ocurría con el barrio de Bab-el-Oued, particularmente interesante dentro del tema tratado por ser un verdadero feudo de la OAS. Pues bien, cualquier observador de su entramado social acertaría a definir su dinámica típicamente mediterránea, muy distintas por tanto, de la que caracterizaba a la Metrópoli.
Por otra parte, la dirección de la OAS estuvo compuesta por militares desertores y líderes del colectivo pied-noir que nunca se apoyaron en un cuerpo doctrinal definido. Lo cual no quiere decir que los integrantes de aquella milicia de autodefensa, en su mayoría pequeños comerciantes, trabajadores autónomos, funcionarios y un buen número de obreros de las clases más populares, no se sintiesen unidos en torno al objetivo común de impedir a toda costa el abandono de la Argelia francesa. Como mera curiosidad cabe apuntar que muchos de los que formaron en sus filas eran votantes de la izquierda clásica, incluidos militantes comunistas y socialistas, con miles de ex republicanos españoles arribados tras 1939. Todo ello ofrece una imagen muy distinta a la de «colonos» bajo la que la historiografía oficial acostumbra a presentarlos. Otra cosa muy distinta era la OAS implantada en la metrópoli, en la que se encarnó la esencia de los grupos más clásicos del nacionalismo galo que hasta la década de los ochenta del siglo pasado, alimentaron a la extrema derecha francesa.
En resumen, todo lector que se asome a la obra de Norling comprobará como esta contribuye a iluminar de una forma significativa un tema que hasta ahora había permanecido en gran medida a oscuras. Destacando el especial esfuerzo empeñado en rescatar la memoria de aquellos seiscientos mil españoles, emigrados al territorio a lo largo del siglo XIX, a los que hay que habría que unir las decenas de miles que se afincaron allí a la conclusión de la Guerra Civil. Unos y otros se encuentran detrás de esa componente hispana de la OAS destacada por Norling; un colectivo que, tras resistir lo que consideraban las consecuencias de una traición por parte de los políticos de la Metrópoli, se vería forzado bien a un nuevo exilio, bien a abandonar la tierra en las que habían nacido sus padres y, en muchos casos, incluso sus abuelos.
Norling se ha servido esencialmente de fuentes primarias, documentación inédita procedente de diferentes archivos, centros de documentación y colecciones privadas, así como de los testimonios obtenidos en entrevistas a numerosos militares y civiles testigos directos de aquellos hechos. La extensa aportación de material fotográfico, en su mayoría inédito, junto a un buen número de anexos documentales, constituyen un apoyo importante a la hora de facilitar al lector la comprensión de los entresijos del momento y la recreación aquellos acontecimientos en toda su intensidad. Finalmente, para aquellos que deseen profundizar en el tema, el autor ha tenido el acierto de poner a su disposición una extensa selección bibliográfica. Es a los lectores a los que corresponde ahora la última palabra.