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¿Qué juicio merece a S. E. la guerra a los dos años y justos de planteada?
– La guerra está ganada en la tierra, en el mar y en el aire, y tanto industrial como económicamente; si no se ha terminado aún, es por el espíritu de criminalidad de los dirigentes rojos que no sienten la sangre que estérilmente derraman, y por el empeño de Rusia de hacer todos los esfuerzos para desencadenar la guerra.
– ¿Considera S. E. viable el plan inglés de retirada de voluntarios?
– El primer problema que ha de presentarse es la mala fe de nuestros adversarios, con su táctica de ocultación de los extranjeros mezclándolos’ a los otros soldados. Todas estas circunstancias son motivo de estudio en estos días.
– El fracaso y la eventual suspensión de la política de No Intervención ¿podría entorpecer el curso de la victoria nacional?
– Porque soy avaro de la vida, de los españoles lamentaría que se pudiese prolongar una lucha que ya está virtualmente decidida. El fracaso de la No Intervención apenas modificaría las cosas; pues bajo una política de No Intervención los enemigos han recibido una ayuda escandalosa y abusiva por parte de los que se llaman defensores de esa política. Pero el triunfo está ya demasiado cerca para que lo pueda impedir una pequeña modificación de las circunstancias políticas que nos rodean. Ni esto ni el desencadenamiento de una guerra europea salvaría de la derrota a nuestros enemigos; sólo habría de favorecer a Rusia que lograría el objeto que desde el primer día se ha propuesto.
– ¿Cómo considera S. E. que hubiera quedado mejor aislado el conflicto español, con beligerancia o con No Intervención?
– La beligerancia no es una concesión, es un derecho en los usos y costumbres internacionales que a la España nacional injustamente se le ha negado. La Historia no registra un caso como el presente de que todavía se disputa siquiera esto cuando son tantísimas las naciones que “de facto” o “de jure” nos han reconocido. Con beligerancia la guerra ya hubiese terminado hace tiempo; pues la guerra del Norte hubiese terminado seis meses antes, y con ello se habría ahorrado mucha sangre derramada inútilmente. La No Intervención es una obligación de las naciones que aspiran a ser amigas de España; en la guerra de España no hay intereses encontrados de las naciones de Europa; a todas interesa nuestro triunfo. La hipótesis de un triunfo rojo significaría un cataclismo para Europa, en especial para Francia.
– ¿Existe alguna evaluación de las víctimas y de los daños materiales ocasionados por la guerra y la revolución roja?
– Es aún prematuro señalar una cifra, tanto al número de víctimas como al de pérdidas materiales. Las de la guerra, por lo que toca a nuestro campo, son muy reducidas; en el campo rojo son elevadísimas, pues, no en vano han sido constantemente derrotados, pero el número de muertos ha sido mayor por el abandono por los rojos de sus heridos, de haber rematado sobre el propio campo, los comisarios y agentes, a los heridos graves. Los asesinados en la zona roja hasta hoy se calculan, por los datos recogidos, que pasan de cuatrocientos setenta mil.
– Si existiese esa evaluación ¿hay proporción establecida entre víctimas y daños de la guerra en sí y víctimas y daños de la revolución roja y de sus tácticas destructivas de retirada?
– Cuando la paz nos permita hacer un balance, se podrá apreciar que la guerra no sería tan tremenda si la revolución roja no se hubiese apoyado en el conflicto armado para matar y destruir sin tregua. Cuando ya no pueden defender una población prefieren destruirla. Todas las precauciones que nuestros mandos adoptan para evitarlos son inútiles en muchos casos, y ahí está para probarlo una vez más lo sucedido últimamente en Burriana y Nules, como ayer en Guernica y Eibar.
– El Gobierno de Barcelona habla mucho de intervención italiana y. alemana en España. ¿Podría indicar S. E. el porcentaje que contra la actuación a las fuerzas netamente españolas por tierra y aire han tenido o tienen los voluntarios extranjeros?
– Es cierto. Durante más de un año y medio la con signa de Moscú para la zona roja fue la de la revolución a todo trance, aun al precio de desmembrar el territorio nacional ofrecido a otros Estados. Pero como ven perdida ahora la partida apelan a la farsa de estar luchando por la independencia. Farsa que no engaña a nadie porque todos saben los verdaderos propósitos de quienes enajenan nuestras riquezas, nuestro suelo y viven al dictado de poderes antinacionales. Así lo confirman los pleitos que entre la nación francesa se ventilan sobre los tesoros robados por los rojos en sus evacuaciones. Como dije en otra ocasión, los voluntarios extranjeros son únicamente un símbolo de la significación de nuestra guerra, una señal de la adhesión a nuestra Causa de muchos pueblos que no se resignan a perder su libertad bajo el látigo de Moscú. Apenas llega al 5 por 100 la proporción de combatientes extranjeros en nuestras filas, y ya he dicho en algún momento que en las Brigadas de Flechas hay más de 12.000 españoles. De una aportación simbólica y réplica a otra aportación mucho más efectiva y decisiva, el enemigo pretende sacar argumentos para una propaganda hipócrita que sin embargo no puede ocultar la verdadera ayuda que le han proporcionado todos los Frentes Populares, verdadera hez internacional.
– ¿Qué batalla o encuentro considera S. E. el de mayor intensidad o cuál el más decisivo para el curso de la guerra?
– El término de la guerra en el Norte con sus dos grandes batallas de Bilbao y Santander. En el Norte el enemigo perdió su Ejército y nosotros ganamos un Ejército, el armamento para otro. y completamos nuestra economía y nuestra industria. Se ganó la guerra en tres terrenos: militar, económico e industrial.
– La guerra española ¿ha dado lugar a enseñanzas de tipo estrictamente militar en cuanto a táctica, mandos, material y hombres?
-Toda guerra encierra grandes enseñanzas y ésta también las tiene e importantes.
– ¿Podría señalar S. E. cuáles serán las líneas fundamentales de la política exterior de España en el futuro con respecto a Europa y en orden a los países de habla española?
– España lucha por su libertad y su independencia; cuando la guerra termine tendrá que dedicar sus fuerzas a la reconstrucción interior, tanto moral como material. Queremos paz y amistad con todos los pueblos justamente porque no hemos temido ni tememos la guerra. España puede, en el concierto de los pueblos, por su Historia y su desinterés, ser papel principal para la armonía de las naciones. Frente a los países de América los españoles de hoy no queremos cultivar un hispanoamericanismo frío y protocolario, sino una unión cálida y leal. Sentimos que sus problemas son los nuestros y nos acercaremos a ellos para decir les nuestra verdad hispánica que esta guerra de liberación nos ha devuelto.
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