Discurso en Burgos, tras designarle la Jefatura del Estado

 
 
Amigos del Pueblo
 
   Los que hemos vivido en contacto con las masas trabajadoras; los que hemos dormido largos años en el santo suelo como nuestros soldados, con esos hombres de bronce, con los hijos del pueblo, sabemos y sentimos más al pueblo que los que llamándose protectores se acercan a él para engañarle y explotarle.
 
Vencer y convencer
 
   Yo no aspiro solamente a vencer, sino a convencer. Es más: nada o casi nada me interesaría vencer si en ello no va el convencer. ¿Para qué serviría una victoria vacía, una victoria sin finalidades auténticas, una victoria que se consumiera a sí misma por falta de horizontes nacionales? Los españoles, todos los españoles, los que me ayuden hoy y los que hoy me combaten, se convencerán.
 
Nación en Armas.
 
   Nunca estuvo un pueblo más unido a su Ejército ni jamás ha sido éste más cabal representación del pueblo en armas; en los frentes, fraternalmente luchan y mueren, sin distinción de clases y procedencias, los soldados españoles; muchachos de ilustre cuna se acuestan al lado del hijo de humildes labradores; abogados, médicos e ingenieros alternan en las trincheras con sus obreros y empleados. La guerra une y da cohesión a los que un sistema político había artificialmente separado. Esta es la España futura, la que construye por medio de esta juventud, que aprende en la trinchera y en los frentes la hermandad de los hombres en la hora de la verdad, del valor y de la disciplina.
 
   Ésta es la solidaridad nacional que la guerra crea, ésta es la garantía de la Nueva España; patronos generosos y comprensivos han de producir la juventud futura; obreros patriotas y leales han de salir de esta lección guerrera; hermanos en la fe y hermanos en la Patria, qué garantía mayor para la convivencia, qué mejor heraldo para nuestro porvenir.
 
Francisco Franco Bahamonde 
Burgos, 1 de octubre de 1936. 

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