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Doña Emilia Pardo Bazan murió en Madrid en marzo de 1921 enferma de diabetes. Quedaban como herederos de su legado sus hijas Carmen y Blanca y su hijo Jaime Quiroga y Pardo Bazán conde de la Torre de Cela. Carmen murió poco después que su madre. Blanca estaba casada con el oficial de Caballería marqués de Cavalcanti, laureado y héroe de la carga de Taxdir, en septiembre de 1909, al comienzo de la guerra de Marruecos. Soldado de valor incuestionable al que su suegra, doña Emilia, le decía “Pepe, tú cállate, que sólo eres un héroe”. Cavalcanti moriría en abril de 1937 en San Sebastian. Blanca no tuvo hijos.
Madrid, en el verano de 1936, era uno de los lugares más peligrosos de España. El golpe de estado encabezado por Sanjurjo y Mola había fracasado y los militares y civiles sublevados habían sido masacrados en el Cuartel de la Montaña (hoy parque de Debot) para luego empezar las milicias de retaguardia a pasar una sangrienta factura a todos aquellos sospechosos a sus ojos de ser facciosos, militares, católicos o sencillamente votantes de la derecha que era tanto como decir golpistas. Al único hijo de doña Emilia el 18 de julio le cogió en Madrid. Era militar, capitán de Caballería. Había estado involucrado en el fracasado golpe de Sanjurjo de 1932. En agosto del 36 fue detenido junto a su hijo de 17 años para ser llevados a la checa del Círculo de Bellas Artes donde fueron torturados.
La checa de Bellas Artes, también conocida como checa de Fomento, era la sede del Comité Provincial de Investigación Pública, el cual contaba con representantes de todos los partidos y sindicatos del Frente Popular, es decir, del PSOE, del PCE, de la FAI, de Unión Republicana, del Partido Sindicalista, de Izquierda Republicana, de UGT, de la CNT, de las Juventudes Socialistas Unificadas y de las Juventudes Libertarias. Dichos representantes formaron seis tribunales que tomaban decisiones de vida o muerte inapelables, sin procesos ni garantías, sobre todos sus detenidos. Jaime Quiroga y Pardo Bazán y su hijo fueron llevados a la Pradera de San Isidro el 11 de agosto de 1936 donde fueron asesinados, entre otros por un miliciano que era hijo ilegítimo y hermano de los dos hombres a los que iban a matar.
El periodista Francisco Camba (hermano de Julio) en su crónica de la Guerra Civil titulada Madridgrado, recuerda como fue detenido por unos pistoleros de la FAI, junto a un amigo, para ser conducidos a la Dirección General de Seguridad. En el camino, los milicianos se desviaron y les llevaron, jactándose de que les iban a matar, hasta la ermita de San Antonio, donde había unos cadáveres tendidos en la pradera. Un miliciano, señalando a los muertos, le dijo a Camba:
– Esto puede que te interese más. ¿Sabes quiénes son los dos besugos que ahí tienes?
-¿Los conocía yo?
– Puede. Paisanos lo sois. ¿Conocías a Jaime Quiroga? Pues Jaime Quiroga y su hijo.
Y pasa a referirle la muerte de ambos:
“El chaval cayó primero, pero no debió dársele bien porque al ver a su padre, tieso allí al lao, tuvo arranque pa medio erguirse y cubrirlo con la gabardina que él llevaba por los hombros. Natural que no había acabao, cuando otra descarga le da lo suyo, y por eso le tiés mismo encima (…)”
La pradera de San Isidro era una zona escasamente poblada que los milicianos consideraban muy adecuada para sus ejecuciones. De la familia de doña Emilia solo sobrevivió a la guerra Blanca Quiroga y Pardo Bazán. Sin hijos vendería el Pazo de Meirás. Luego donaría la esplendida biblioteca de su madre a Franco (como se puede leer en la escritura notarial siguiente). Con Blanca se extinguió la familia de doña Emilia Pardo Bazán.