El Fuero de los Españoles

 

   El 17 de julio de 1945 las cortes españolas de entonces promulgaban una nueva ley, en este caso de carácter fundamental, denominada Fuero de los Españoles.

   Previamente ya se habían formulado otras dos leyes fundamentales; el Fuero del Trabajo y la Ley Constitutiva de las cortes, es decir, en tan sólo seis años de vida del nuevo sistema político ya se habían dado los pasos necesarios para su asentamiento y buen funcionamiento.

   El Fuero de los Españoles nace como constitución, como instrumento vertebrado del régimen nacido tras la victoria de la cruzada iniciada el 18 de julio de 1936.

   Consta de treinta y seis artículos encabezados por un título preliminar que resume perfectamente las ideas que se plasmaran en el devenir de los años:

   El Estado español proclama como principio rector de sus actos el respeto a la dignidad, la integridad y la libertad de la persona humana, reconociendo al hombre, en cuanto portador de valores eternos y miembro de una comunidad nacional, titular de deberes y derechos, cuyo ejercicio garantiza en orden al bien común.

   Se dividen los mismos en dos títulos; derechos y deberes, y garantías de esos. Efectivamente regulaba todos los derechos por y para el ciudadano español, dónde él mismo se sintiera guarnecido y protegido, existiendo a la vez unos deberes, los cuales deberían ser seguidos ya que en caso contrario el Estado actuaría con arreglo a la ley. Sin duda la comparativa con la actualidad es manifiesta, nos encontramos tras más de sesenta años transcurridos ante una sociedad dónde los deberes no existen, se encuentran olvidados y los derechos protegen a quien el sistema demoliberal actual demanda.

   Sin embargo en el año 1945 se plasma un documento favorecedor hacia todos y cada uno de los españoles de bien, dónde no tienen cabida las medias tintas, dónde los pusilamines son desterrados, y dónde en definitiva prima el español de a pie.

   Merece la pena ocuparse de alguno de sus artículos en clara contraposición a la actualidad;

Artículo veinticuatro

   Todos los españoles tienen derecho al trabajo y él deber de ocuparse en alguna actividad socialmente útil.

Artículo veinticinco

   El trabajo, por su condición esencialmente humana, no puede ser relegado al concepto material de mercancía, ni ser objeto de transacción alguna incompatible con la dignidad personal del que lo presta. Constituye por sí atributo de honor y título suficiente para exigir tutela y asistencia del Estado.

Artículo veintiséis

   El Estado reconoce en la Empresa una comunidad de aportaciones de la técnica, la mano de obra y el capital en sus diversas formas, y proclama, por consecuencia, el derecho de estos elementos a participar en los beneficios.

   El Estado cuidará de que las relaciones entre ellos se mantengan dentro de la más estricta equidad y en una jerarquía que subordine los valores económicos a los de categoría humana, al interés de la Nación y a las exigencias del bien común.

   Tras su lectura observamos cómo de un modo valiente se defiende el trabajo para toda persona independientemente de su condición, pero un trabajo basado en la dignidad humana, en el valor de la persona, en conclusión en él hombre.

   Actualmente nos enfrentamos a un sistema despiadado, el cual, cierto es que también se sustenta sobre una constitución, pero jalonada por una serie de calificativos nada edificantes; abortista, separatista, precursora del paro amén de la corrupción y engañosa a todas luces.

   En aquellos momentos del fuero, presentado a las cortes por su presidente Esteban Bilbao, se luchaba por situar a una nación en ruinas tras un conflicto sangriento civil y otro mundial sin perder la perspectiva de la idiosincrasia española, y lo que es más importante, sin claudicar ante un interés internacionalista manifiesto. Eran momentos duros, las naciones externas auspiciadas por una propaganda engañosa intentaron sin éxito ahogar nuestra patria desde el punto de vista comercial y por ende económico, mediante una cerrazón hacia todo lo hispano. Precisamente esa “sin razón” hizo posible el nacimiento de un caparazón, dónde la gallardía, la fuerza y la valentía se mostraron de un modo noble, desde la jefatura del Estado hacia todos. Es de este modo, como el Fuero de los Españoles se convierte en el eje de la política española, dotándola de un mecanismo eficiente sin las grandes burocracias de las democracias occidentales.

   Precisamente se crea una carta magna nueva a todas luces, dónde el pueblo tiene una representación suprema a través del municipio, pero no manipulado por disputas partidistas. Las viejas democracias estaban en ruinas, habían llevado al colapso ya no sólo a nuestro territorio patrio sino al continente europeo en toda su extensión, por lo que era apremiante una fórmula nueva, una tercera vía que llevara a España a ser grande, única y libre.

   Actualmente, no sólo hemos doblado la rodilla frente a la globalización, sino lo que es más grave hemos claudicado en toda su extensión, arrodillándonos como un estado servil, sin personalidad de ningún tipo.

   El Fuero de los Españoles, constituyó una verdadera constitución, fue el faro por el que guiarse ante las perturbaciones venideras, las cuales por cierto, haber las hubo.

   Como hemos visto anteriormente defendía y protegía el trabajo, pero no sólo eso, sino que colocó a la familia y a sus integrantes dónde debían, como un ente único a preservar y a cuidar. Así mismo defendió los principios inalienables, los mismos que nos hicieron fuertes desde tiempo inmemorial, dotándolos aún si cabe de mayor vigor y fortaleza.

   El contraste con el año 2012 es claro, la familia se encuentra ultrajada y abandonada, apostando el sistema actual por entes depravados del mismo sexo. Lo normal lo han convertido en anormal, y los deberes de antaño en derechos en función de sus intereses.

   Se exhorta hasta la extenuación por medio de festejos costeados hacia las arcas de todos los españoles una desviación, dónde si siguiera su curso, evidentemente el mundo dejaría de serlo.

   La dignidad del hombre es pisoteada por medio de unos sindicatos y partidos vendidos como Judas por un puñado de euros en vez de monedas de oro.

   Todo ello con la aquiescencia del Estado, el cual servilmente obedece a su amo exterior, en vez de servir a sus conciudadanos españoles. Nos hablan de bajada de sueldos, de desprotección social, cuándo no hace tanto tiempo con mucho menos se hizo una ingente labor, colocando a la nación española en el noveno lugar mundial.

   Pero antaño, mediante el Fuero de los españoles y otras leyes, se rigió un estado centralizado, custodiando como no las tradiciones regionales de cada pueblo y lugar, pero no mediante mini gobiernos de taifas, los cuales reciben el nombre de autonomías y son el verdadero cáncer de nuestra nación, y perdón por la expresión, el cáncer de todos los españoles. El estado autonómico bendecido por los que no mucho antes se calificaban como “fervientes franquistas”, sancionado por un monarca elevado a tal por el propio Francisco Franco, conforma un verdadero disparate nacional sin igual. Cientos de cargos públicos, no ya duplicados sino triplicados y hasta cuadriplicados, debido a la conformación de España creada por “algunos”. Vividores de la política, importándoles muy poco el bienestar de sus conciudadanos, corruptos y corruptelas campando a sus anchas. Esto es la radiografía de este estado de taifas, verdadero causante de la agonía española.

   Junto a ello una crisis de valores y principios colosal nos encaminan al desastre más espantoso. El acantilado acecha, mientras el español dormido y narcotizado se encamina a él desconociendo el precipicio creado por el sistema actual con la aquiescencia de todo el pueblo.

   El Fuero de 1945, sabía perfectamente como debía reglamentar a su pueblo, la constitución de 1978 nació para adormecer a la sociedad española, para convertirla en un objeto silente, el cual fuera dominado sin ningún temor.

   Sin duda, nos hallamos en un momento crucial de nuestra historia. Hemos conocido varios sistemas, destacando el marxista comunista y el capitalista demo liberal, sólo algún paréntesis por el medio, el sistema de Francisco Franco. La seguridad social se tambalea, la unidad nacional también, las conquistas sociales se pierden sin cesar como vemos con la retirada de la paga extraordinaria de navidad para los funcionarios, los extranjeros inmigrantes son tratados con gran cantidad de favores en contra de los nacionales, etc, etc.

   Ante ello debemos rebelarnos, recordar a todos los españoles lo que se hizo tan sólo seis años después de finalizada la guerra civil, y decirles al igual que el gran Ortega dijo al despertar de su letargo republicano: No es esto, no es esto, no es esto…

 
 
 
 

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