EL GENIO MILITAR DE FRANCO (II) La comparación con Napoleón, por Salvador Fontenla Ballesta

Salvador Fontenla Ballesta

General de Brigada de Infantería (R)

 

Recientemente un historiador glosando la figura militar de Franco, reconoció “que no era un mal militar” (¿?) aunque “no era ciertamente… Napoleón”. Efectivamente no lo fue, sencillamente porque el fugaz emperador francés lo perdió todo, todo; y Franco lo ganó todo, todo.

El mito de Napoleón magnificado por la historiografía francesa y aceptada irreflexivamente al sur de los Pirineos como dogma de fe, ya no se sostiene.

Sin restar méritos a Napoleón como jefe táctico, como ejecutar hábiles maniobras de diversión, de concentración de esfuerzos, y el acertado empleo de las reservas. Aunque también tuvo sus sombras, como una cierta tendencia retrógrada en la táctica, así se empeñó en buscar costosos choques al arma blanca (la bayoneta en la infantería y la lanza en caballería) cuando el empleo de la pólvora imponía otros procedimientos más eficaces.

 

Napoleón y Franco admiten un análisis comparativo, porque ambos fueron jefes de estado, jefes de gobierno y jefes de los ejércitos en operaciones:

  • La carrera militar de Franco fue más profesional, y la de Napoleón más política.
  • Napoleón se hizo, mediante un audaz golpe de mano, con todos los resortes del estado francés y con sus ejércitos (diseñado y organizado por el Directorio de la Revolución), y que él dilapidó. Franco tuvo que construir prácticamente de la nada un ejército vencedor y un estado nacional.
  • A Franco no se le conoce ninguna derrota, mientras que el aventurero corso fue batido en Egipto (1798), España (1808 – 1814), Rusia (1812) y Waterloo (1815).
  • Napoleón estaba obsesionado por la acción ofensiva, con desprecio de la defensiva. Franco fue más equilibrado e hizo un empleo eficaz de la defensiva, que les permitió liberar fuerzas para aplicar las acciones ofensivas en el lugar y momento elegidos.
  • Napoleón buscaba la victoria en choques frontales y reiteraciones de ataques, sin importarles el número de bajas propias y del enemigo. Era lo que se llama, en el léxico militar, “un carnicero”. Franco, por el contrario, todas sus operaciones se caracterizaron por conseguir sus objetivos con un mínimo de bajas (consiguiéndolo donde otros habían fracasado con numerosas bajas), para lo que se basó en un eficiente reconocimiento del terreno y del enemigo, y en buscar la sorpresa.
  • Napoleón tenía un concepto del mando excesivamente personalista, que mataba las iniciativas. No se puede decir lo mismo de Franco, que supo retener siempre la dirección de la guerra, y delegar los otros niveles operacionales en sus mandos subordinados, excepto cuando lo consideró necesario (batalla del Ebro).
  • Napoleón asoló Europa y arruinó Francia, solo por su desmedida ambición personal. Franco liberó a España de ser una república comunista, satélite de la URSS, y bajo su dirección alcanzó unos niveles de prosperidad no conocidas históricamente.

 

Paradójicamente Napoleón está sepultado y venerado en el Palacio Nacional de los Inválidos, en el centro de París. Mientras que el Generalísimo es perseguido con ensañamiento después de muerto, quizás porque su gesta perviva en el imaginario social de la ideología comunista que derrotó.

 

 


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