Las muertes de los generales Sanjurjo y Mola en aviones, ¿beneficiaron a Franco?

¿Sólo accidentes?

 

   A los devotos de las conspiraciones les encanta señalar las muertes de Sanjurjo y de Mola como posible obra de Franco para eliminar a dos rivales por la jefatura del bando rebelde. ¿Pero era el general Franco tan malvado y, sobre todo, tan poderoso?

Pedro Fernández Barbadillo

 

   Los accidentes de aviación o de carretera con personajes implicados siempre han originado las sospechas de manos negras. Por ejemplo, la muerte del general Wladislaw Sikorski, primer ministro del Gobierno polaco en exilio, ocurrida en julio de 1943 en Gibraltar, al caer al mar el avión británico en el que viajaba, y la del general norteamericano George Patton en un accidente coche en diciembre de 1945. El primero exigía información sobre los cadáveres de los militares polacos cuyos cuerpos habían descubierto los alemanes unos meses antes en Katyn y se negaba a que Stalin se quedase con el territorio de su país cedido por Hitler en 1939; y el segundo consideraba que las promesas de paz de la URSS eran falsas.

   El 3 de junio pasado se cumplió el septuagésimo quinto aniversario de la muerte del general Emilio Mola en accidente de avión. Casi un año antes, había muerto quien iba a ser el jefe indiscutido de los sublevados, José Sanjurjo, en otro accidente de avión. Como el favorecido por la desaparición de éste fue Francisco Franco, algunos historiadores y publicistas sostienen que pudo hacer que se matase a quien se encontraba delante de él en la jerarquía de mando y, luego, a un posible rival.

   Los monárquicos alfonsinos más exaltados conspiraban contra la República casi desde el principio de ésta. Sanjurjo, marqués del Rif por voluntad de Alfonso XIII, y director general de la Guardia Civil en 1931, se arrepintió pronto de haber apoyado la caída del rey y en agosto de 1932 se sublevó contra el Gobierno de Manuel Azaña, que les derrotó a él y a sus escasos partidarios en unas horas.

   De acuerdo con los planes de los militares y civiles implicados en la conspiración de 1936, Sanjurjo iba a ser el jefe del Estado, que luego daría paso a la restauración monárquica. En julio, se encontraba en Portugal y el militar monárquico Juan Antonio Ansaldo, pionero de la aviación en España, voló en su busca. La embajada del Gobierno republicano vigilaba a Sanjurjo y a los exiliados, que no se caracterizaban por su discreción. Debido a sus presiones, el primer ministro Oliveira Salazar, que seguía reconociendo como legítimo al de Madrid, obligó a Ansaldo a que su avión despegase de un pequeño aeropuerto, en Cascaes.

   Los riesgos se agravaron con el empeño del general y sus cortesanos de llevar lo que Ansaldo en sus memorias describió como “una inmensa y pesadísima maleta”, llena de uniformes. Como dijo uno de los cortesanos, “No va a llegar a Burgos sin nada que ponerse, en vísperas de su entrada triunfal en Madrid”. La pequeña avioneta no llegó a despegar: se estrelló contra una cerca de piedra y Sanjurjo murió en el choque, mientras que Ansaldo se salvó gracias a que un pastor le sacó de la cabina cuando ya se estaba quemando. El piloto atribuyó el accidente a dos motivos: o una piedra que saltó en el campo y rajó la madera de la hélice o que, con el esfuerzo para mantener la cola de la avioneta en alto y el aparato en línea de vuelo, la hélice rozó con el suelo.

 Mientras Sanjurjo moría en Portugal, Franco, gobernador militar de Canarias, había volado en el Dragón Rapide a Tetuán y tomado el mando de las tropas en el Protectorado. Su mayor preocupación era la falta de barcos con los que cruzar a la Península, ya que la marinería se había amotinado en la flota y matado a los oficiales.

 Ante la muerte de Sanjurjo y la captura de otros dos de los generales conjurados, Manuel Goded en Barcelona y José Fanjul en Madrid, Mola propuso al general Miguel Cabanellas, que estaba a punto de cumplir 65 años y se encontraba en Zaragoza, la presidencia de la Junta Nacional de Defensa, que se formó en Burgos el 24 de julio. A la Junta se incorporó Franco a principios de agosto, cuando las dos zonas rebeldes se unieron en Extremadura.

 Emilio Mola, general de brigada, cerebro del golpe de Estado y jefe de la zona norte de los nacionales, se mató en un accidente de aviación el 3 de junio de 1937, cuando volaba de Vitoria a Valladolid para reunirse con Franco y discutir sobre la inminente entrada de sus tropas en Bilbao y la ofensiva republicana de Segovia. Su avión se estrelló en la Brújula, en Alcocero (Burgos), debido a la niebla.

 En cuanto se supo la noticia, empezaron los rumores en la zona republicana, a fin de dividir a los nacionales. El ABC de Madrid afirmó que iba a presidir el primer Gobierno que se formase después de la toma de Bilbao y el semanario Política  publicó que Mola contaba con el respaldo de los alemanes para desplazar a Franco y convertirlo en una figura menor. Ramón Serrano Súñer, ex ministro de Franco que, como Ansaldo, se volvió hostil al ‘caudillo’, en sus memorias calificó el rumor del sabotaje de la siguiente manera: “Se trataba de un infundio; de una patraña deliberadamente injuriosa.”

 La muerte de Mola ni retrasó la ofensiva para conquistar Bilbao. Además, Franco ya tenía el poder completo, incuso el del partido único, FET de las JONS, formado en abril de 1937. Paradójicamente, Mola, había propuesto a Franco como jefe del Estado y generalísimo en las reuniones que a finales de septiembre de 1936 mantuvieron los miembros de la Junta de Defensa en Salamanca. La única diferencia con la versión oficial es el testimonio del piloto militar José González Feo, recogido por el periodista Vicente Talón, que declaró haber disparado ese día contra un bimotor en la zona de Orduña, el mismo tipo de avión en que viajaba Mola. 

  

UNOS DATOS

  • Cuando Sanjurjo murió, Franco se encontraba en Marruecos, preocupado por el transporte de las tropas a la Península.
  • El piloto del avión, Juan Antonio Ansaldo, era un monárquico acérrimo que luego se enfrentó a Franco.
  • Mola propuso a los demás generales que Franco fuera elegido jefe del Estado y generalísimo de los Ejércitos.
  • Mes y medio antes del fallecimiento de Mola, Franco había procedido a la fundación del partido único, del que se nombró jefe nacional.