Mi gratitud a Franco, por Antonio Millán Puelles

Antonio Millán Puelles
Razón Española 
 
No tuve el honor de tratar personalmente a Franco y, por lo demás, nunca he sentido la noble vocación de la política, a veces tan profanada. Mi gratitud a Franco responde exclusivamente a lo que entiendo que es un puro y simple deber de elemental justicia, independientemente de toda clase de prejuicios ideológicos, aunque no de unas básicas y esenciales ideas acerca del bien común.
 
La victoria capitaneada por Franco en nuestra guerra de 1936-39 nos salvó a todos los españoles de las aberraciones del socialismo incivil y de la monstruosidad del comunismo. Todos los españoles debemos también a Franco el habernos ahorrado las pavorosas consecuencias que nos hubiese traído la participación en la guerra mundial, subsiguiente a la nuestra. y mientras Franco vivió, los españoles estuvimos libres de la bochornosa legislación que hoy nos permite algunas de las peores depravaciones morales y hasta consiente que se las subvencione con el dinero del erario público. ¿Puede alguien imaginar que con Franco hubiera sido posible algo semejante, ni aun de lejos, a estos frutos del libertinaje político?
 
A lo que llevo dicho debo añadir que Franco supo hacernos imposible, a lo largo de todo su mandato, esa especie de permanente guerra civil fría -a veces recalentada- que es la pura “partitocracia” con su apriorística y sistemática oposición a cuanto haga el Gobierno de turno y con el fuego cruzado de groserías y difamaciones a cargo de los portavoces y representantes de los distintos bandos.
 
Hasta cierto punto, me parece explicable el rencor a Franco en quienes lucharon contra él y en quienes fueron sentimentalmente los herederos de ellos. Perdonar al vencedor es más difícil que perdonar al vencido. Lo que no logro, en cambio, es encontrar una relativa disculpa a quienes habiendo sido admiradores y hasta colaboradores de Franco, guardan un silencio sepulcral ante las injurias que se le vienen haciendo tras su muerte, cuando no es que se suman a ellas con cobardes ambigüedades y plebeyos oportunismos.
 
Pero estoy convencido de que una sensibilidad normal y una información no adulterada bastarán para que la imagen de Franco quede libre de las manchas y sombras que el resentimiento y la manipulación siguen proyectando sobre ella. “Franco merece un recuerdo lleno de gratitud”. Son palabras de S.S. Pablo VI.
 

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