En el aniversario de la entrega del título “Justo entre las naciones” que recibió Ángel Sanz Briz por las acciones que realizó para salvar a la población judía en Budapest, les facilitamos este interesante artículo:
Hoy hace cincuenta años exactos que el diplomático español Ángel Sanz Briz se convertía en el primero de los siete españoles que hasta la fecha han recibido el título de “Justo entre las naciones” con el que el Museo del Holocausto de Tel Aviv reconoce a las personas que trabajaron por salvar a los judíos durante el Holocausto ocurrido durante la Segunda Guerra Mundial (
pinche aquí si desea conocer qué es exactamente un “justo entre las naciones”).
La historiografía oficial española lucha denodadamente por hacernos creer que Sanz Briz actuó a espaldas del Régimen franquista para salvar a los cinco mil doscientos judíos que, a través de la embajada húngara que regentaba, hallaron refugio en los habitáculos que con cargo a fondos públicos alquilaba dicha embajada.
Nada tiene de particular que sostengan el engendro los mismos que sostienen también que en España no se movía una mosca sin que lo supiera Franco. Es lo que tiene navegar a favor de la corriente: no se le exige a uno ni coherencia ni la menor consistencia argumental. Ahora bien, ninguno de los historiadores especializados en el tema, el judío Haim Avni, autor en 1974 de la obra “España, Franco y los judíos”, el alemán Bernd Rother, autor en 2001 de la obra “Franco y el Holocausto”, ambos declaradamente antifranquistas, o, más recientemente, el español Arcadi Espada, autor en 2013 de la obra “En nombre de Franco”, en quien tampoco me parece reconocer ningún indicio de filofranquismo, dan la menor credibilidad al disparate histórico.
Por si todo ello fuera poco, el propio Sanz Briz declara en 1964 “que Franco, después del derrocamiento de Horthy [el dictador húngaro filofascista derribado en 1944], le había encargado a través del Ministerio de Asuntos Exteriores salvar a tantos judíos como fuese posible”.
De hecho, los dos primeros, Haim Avni y Bernd Rother, están de acuerdo en que además de los más de cinco mil salvados en la embajada húngara, el Régimen salvó, por lo menos, otros treinta mil judíos que entraron por la frontera pirenaica desde Francia.
Nuestro homenaje pues hoy, al diplomático Sanz Briz, y con él, a todos los españoles, entre los cuales también Francisco Franco, que hicieron posible la salvación de una cifra nunca inferior de 35.000 judíos en el que es probablemente el momento más delicado y triste de la fecunda historia del pueblo hebreo.
Mal está que los españoles no seamos capaces de reconocerle ni siquiera esto a quien rigió sus destinos durante treinta y nueve años. Peor aún está que por no ser capaz de navegar en aguas bravas y a contracorriente, y contrariando una de las virtudes que más unánimemente se le reconoce, la de la gratitud, tampoco lo hagan quienes directamente se beneficiaron de su labor, es decir, el pueblo judío. No sólo no premiándole de la misma manera que ha hecho con sus otros benefactores, sino, lo que es aún más villano, negándole y silenciando premeditadamente los méritos que le correspondieron en el asunto, algo que, por desgracia, he tenido ocasión de constatar y denunciar en repetidas ocasiones ya (
pinche aquí para conocer alguna de ellas).
Que hagan Vds. mucho bien y no reciban menos.