A propósito de los niños del franquismo: Entrevista a Mª de los Milagros Lojo Fontán

Mª Pilar Amparo Pérez García (Pituca)  
 
 
 
   Se ha escrito mucho respecto a los llamados “niños del franquismo”, hablando de terribles casos de explotación, malos tratos, secuestros de bebés de los brazos de sus madres por parte de monjitas en hospitales, etc… por ello, hemos querido entrevistar a María de los Milagros Lojo Fontán y conocer su historia. Ella vive en Haarlem (Holanda) desde el 5 de abril de 1971, y es enfermera de profesión.  
 
Pregunta:¿En qué circunstancias fue su recogida?  
 
 
Respuesta: Como todos saben, por aquellos tiempos a una madre soltera se la consideraba una mala mujer, por ello, mi madre me dejó en el torno, recién nacida, en el Colegio de las Hijas de la Caridad (Hospicio) de la calle Sarmiento, en Pontevedra.  
 
 
P: ¿Dónde pasó sus primeros años? ¿Cuál fue si situación durante la infancia?  
 
 
R: Como digo, pasé mis primeros años en el Hospicio de las Hijas de la Caridad (Pontevedra)                
   Mi infancia, como la de muchos niños y niñas -éramos unas 300 niñas y niños, otros tantos, y sin olvidar la inclusa, por donde muchos pasamos antes- mi infancia fue falta de cariño, pero estábamos protegidos. Teníamos nuestra comida todos los días, cama limpia y sin olvidar escuela.              
   Todo eso lo hemos tenido gracias a Francisco Franco que se preocupó por tanto niño abandonado por sus padres, o bien por padres que no fueron responsables del menor. No nos faltó de nada, por ejemplo, en el día de Reyes teníamos nuestro regalito, con golosinas, y en las vacaciones de verano nos mandaban a la Lanzada, para los huérfanos y lo pagaba el Estado, gobernando Franco. Por tanto, mal en esos aspectos no estuvimos.              
   Franco no podía venir a darnos cariño, pero sí una beca para poder estudiar el bachillerato.  
 
 
P: ¿Cómo transcurrió su juventud en esa época?  
 
 
R: Mi juventud, a pesar de todo, la he pasado bien. El haberme criado en un internado no me dejó ninguna secuela. Las monjas no nos hacían la vida imposible y eran bastante comprensibles con nuestra situación.  
 
 
P: ¿Qué le proporcionó el vivir en esa situación?  
 
 
R: Me educaron muy bien y he sacado fruto de todo ello. Me enseñaron Valores y el ser una mujer hecha y derecha, que tenía que luchar por lo que quería.  
 
 
P: ¿Qué porvenir le deparó para su vida?  
 
 
R: Cuando cumplí la mayoría de edad, al no poder seguir en el Hospicio, tuve que buscarme la vida. Aunque me fue muy difícil al principio, sin ningún tipo de orientación, sí tenía una “mochila” llena de lo que habían enseñado y con muchas ilusiones.              
   El destino quiso que me fuera de España y terminar en Holanda, con un trabajo. Las circunstancias no fueron fáciles: nuevo idioma, otras costumbres y sin las monjas que me protegiesen. Pasé mucho miedo y estaba sola, pero al año ya hablaba el idioma y tenía amigas holandesas que me trataron muy bien.                  Estudiaba y trabajaba y, como logré lo más básico, en parte gracias a la formación que tenía, me fue fácil sacarme mi diploma, saliendo adelante hasta el día de hoy.              
   Ésto lo logré por un tratado que existía entre España y Holanda. El Gobierno español corría con todos los gastos, te daban el pasaporte, un contrato de trabajo, en mi caso, en las oficinas de inmigración y el billete del viaje en tren hasta Holanda. Al llegar nos recibió en Cónsul General y al día siguiente ya comenzábamos a trabajar.  
 
 
P: ¿Qué reseñaría usted de la figura del Generalísimo Franco?  
 
 
R: Todo lo que hoy he conseguido es gracias a él, por toda la ayuda que nos ha dado a los niños huérfanos y abandonados como, por ejemplo, la oportunidad de poder estudiar.  
 
 
P: ¿Añadiría algo más acerca de este tema tan “de moda” sobre de lo mal que se trataba a los denominados “niños del franquismo”?  
 
 
R: Yo no he recibido ningún mal trato, a lo sumo un cachete o un castigo de cara a la pared.              
   En mi caso, como el de muchos de los que estábamos en el Hospicio, fueron nuestros padres los que nos abandonaron a nuestra suerte. Las monjas fueron las que nos criaron.              
   A mí nadie me robó de mi madre, como digo fue ella la que no me quiso y repito, como yo, más de la mitad de los que estábamos viviendo en el hospicio.