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El 29 y 30 de junio de 1962, la España del General Franco acudió en socorro de los oraneses [habitantes de Orán] maltratados por los esbirros del General Katz, fletando dos ferrys, el “Victoria” y el “Virgen de Africa”.
Para arribar a los muelles de Orán, fue absolutamente necesario negociar con las reticentes autoridades francesas, e incluso poner sobre la mesa un ultimátum, arriesgándose a un grave incidente diplomático…
El 30 de junio, a las 10 de la mañana, a pesar de la oposición de De Gaulle, el General Franco dio la orden a sus capitanes de embarcar esta “miseria humana” que esperaba ya varios días bajo un sol tórrido, sin la menor asistencia, un hipotético embarque hacia Francia.
Franco hizo saber a De Gaulle que él estaba dispuesto a cualquier esfuerzo, incluso militar, para salvar a esas pobres gentes indefensas, abandonadas en los muelles de Orán y amenazados de ser ejecutados en cualquier momento por los bárbaros del FLN. Para que la cosa no quedara en palabras, ordenó a su aviación y a su marina de guerra tomar rumbo inmediatamente hacia Orán.
Finalmente, gracias a la determinación del General Franco y temiendo un conflicto armado [sic, la noticia no aclara entre quien o quienes], De Gaulle cedió, y el sábado 30 de junio, a las 13:00 hs., dos ferrys españoles llegaron a la costa y embarcaron dos mil doscientos ojerosos pasajeros, 85 vehículos y un camión.
Con ocasión del embarque, los valientes capitanes españoles todavía tuvieron que oponerse a que se introdujera en los barcos, de pabellón español, una compañía de la CRS [Compagnie Republicaine de Securité, perteneciente a la Policía], con el fin de pasar lista a los pasajeros y detectar a los miembros fichados de la OAS.
Estos capitanes explicaron no haber comprendido jamás la actitud arrogante e inhumana de las autoridades francesas en una situación tan dramática, ante lo que no era otra cosa que una mera “operación de asistencia a personas en peligro de muerte”.
Contra viento y marea, a las 15:30 hs., los muelles de Orán, abarrotados de gente, se vaciaron, y los barcos españoles, aunque con una importante sobrecarga, pudieron por fin hacerse a la mar con destino al puerto de Alicante.
Durante toda la travesía, se mezclaron las lágrimas de angustia, de pena… y de alegría de estas pobres gentes, rumbo hacia un nuevo exilio, conscientes de haber escapado de lo peor… Cuando por fin la costa española se apareció en el horizonte, un júbilo general se apoderó de estos “refugiados” que se desgañitaban gritando “¡Viva España! ¡Viva Franco!”. Habían escapado, un buen número de ellos, a una muerte programada por las autoridades francesas. Jamás lo olvidaron.
En memoria de Jean Lopez, peluquero en Aïn-El-Turck (Orán), que se hizo cargo de llevarme hasta la metrópolis y de embarcarme (yo tenía quince años). Jean fue eliminado precisamente en el puerto de Orán por los ATO (auxiliares de policía del FLN). No volví a verle…
A su viuda y a sus dos hijas, con todo mi afecto.
José Castaño.”
El suceso me ha impactado profundamente, pues se da la circunstancia de que mi abuelo Juan Bautista Antequera fue cónsul General de España en Orán hasta el año 1959 o 1960, y aunque no le concurrió protagonismo alguno en él, sí conozco por sus relatos de los arduos esfuerzos que desde el consulado español se hacían por la colonia de pieds noirs existente en la ciudad, muchos de ellos, como digo españoles, pero no sólo por ellos.
Por otro lado, y aunque entre los rescatados pudieran sospechar las autoridades francesas que se encontrara algún implicado con la OAS, llama la atención, mejor dicho, pone los vellos de punta, la indiferencia de De Gaulle hacia la comunidad de compatriotas, mujeres niños y ancianos incluidos, a la que estaba dispuesta a dejar abandonada a su suerte en el verdadero nido de avispas en que para ellos se había convertido Argelia, algo que uno no habría esperado nunca de ningún Gobierno francés.
Dicho todo lo cual, no debió, sin embargo, de quedarle al gran general francés excesivo rencor hacia su homólogo español, pues una vez que hubo abandonado la vida pública y se vio libre de ataduras políticas, expresó su ardiente deseo de conocer personalmente y entrevistarse con quien todavía dirigía los destinos de España, cosa que hizo en 1970.
Y bien amigos, que hagan Vds. mucho bien y que no reciban menos. Seguimos viéndonos por aquí.