Pedro Fernández Barbadillo
El próximo año se cumplirá el primer centenario del estallido de la Gran Guerra, en la que la Europa que entonces gobernaba el globo comenzó un lento suicido que concluyó en 1945. La editorial Crítica acaba de publicar en España 1914: el año de la catástrofe, libro escrito por el periodista e historiador Max Hastings, conocido entre nosotros por Armagedón y Némesis, sobre la Segunda Guerra Mundial en Europa y Asia, respectivamente. Su autor mantuvo un coloquio con varios periodistas e historiadores en un hotel de Madrid.
Hastings comenzó diciendo que entre los británicos existe el “mito” de que la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) fue una “guerra buena” que merecía la pena luchar, mientras que la Primera Guerra Mundial (1914-1918) se contempla como una “guerra mala”. En su opinión, la victoria del emperador alemán Guillermo II y de sus generales habría sido un desastre para Europa.
Otro mito es el de que la Gran Guerra ha sido la peor de las conocidas desde el punto del sufrimiento de los soldados (trincheras, gases, batallas interminables), porque en la Segunda Guerra Mundial “ocurrieron cosas mucho peores que en Francia y Bélgica en la PGM, aunque fueron en Rusia” y el frente oriental, por lo que no influyen en la memoria popular de los europeos occidentales.
La paradoja de la Gran Guerra es, para Hastings, que Alemania, que “en 1914 era la sociedad más eficaz”, más educada y más industrializada de entonces, “podría haber conquistado la hegemonía en Europa” sin lanzarse a la guerra. “Si los alemanes hubieran seguido haciendo lo que hacían, en los 20 o 30 años posteriores habrían conseguido apoderarse de Europa” por vías pacíficas.
La tragedia alemana, resumió el historiador, “es que su sistema político marchaba muy por detrás de sus sistema industrial“.
Hastings se niega a buscar una nación culpable de la Gran Guerra, ya que los gobernantes de las principales potencias europeas aceptaban que algún tipo de guerra iba a producirse, pero admite que en la crisis de julio de 1914, causada por el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero de la Monarquía Dual, a manos de un nacionalista serbio en Sarajevo, el principal responsable de que concluyese en guerra abierta fue el II Reich alemán.
¿Habría bastado un telegrama de Berlín a Viena?
“Austria había tomado la decisión de invadir Serbia“, porque consideraba al Gobierno de Belgrado responsable del acto terrorista (cosa que Hastings no cree que fuera así), porque se sabía respaldada por su aliada Alemania. “Habría bastado un telegrama de Berlín a Viena” en el que el káiser retirase el apoyo militar a los austro-húngaros para parar los planes del Estado Mayor Imperial. Aunque puede que la paz sólo hubiese sobrevivido unos meses. En su opinión, la crisis de julio de 1914 fue la más compleja que han conocido los europeos.
En realidad, para Hastings “no hay un motivo racional para que el asesinato del archiduque causara la Primera Guerra Mundial, al igual que pasa con la Segunda: ¿por qué Inglaterra va a la guerra en 1939 por Polonia, sin tener la fuerza militar necesaria?“. En conclusión, “los motivos exactos por los que las guerras estallan reflejan lairracionalidad humana“. Y la Gran Guerra podía haber estallado después de 1914.
Pero aunque la “gente estúpida” crea que las guerras se puedan ganar con inteligencia o información, el siglo XX ha demostrado que las guerras entre países industrializados implican grandes choques y muertes antes de que se produzca un triunfo. “La pregunta es quién muere“. Y todavía no conocemos los datos exactos de los caídos en esa guerra.
En Versalles, donde las potencias vencedoras impusieron un tratado de paz a Alemania, se planteó el mismo problema que existe hoy: “¿Cómo organizar Europa para que no sea un imperio alemán“. Fue “un logro magnífico de los alemanes aguantar el peso del mundo durante cuatro años“, y “el Ejército alemán del siglo XX es la mayor fuerza militar de la historia“. Pero el poder militar, insistió Hastings, cegó a los alemanes y les condujo a volcarse en la guerra en vez de la industria y la diplomacia.
La gran ironía es que hoy, después de haber perdido dos guerras mundiales y haber sido ocupada y amputada de territorios, Alemania “es la cuarta potencia del mundo y lidera Europa“.
“Deberían estar agradecidos a Franco“
Sobre España, que fue neutral en ambas guerras mundiales, Hastings afirmó que para nuestro país habría sido “una locura” participar en cualquiera de ellas. De los tres principales países que se unieron a los dos bandos en la Gran Guerra meses más tarde de que estallase, Italia, Turquía y Japón, sólo este último consiguió sus objetivos: colonias en el Pacífico y China, sin hacer apenas nada. Italia sufrió 600.000 muertos y no obtuvo todos los territorios que quería. Y Turquía, que esperaba la ayuda alemana para recuperar su influencia en los Balcanes, perdió sus posesiones árabes. “Los turcos aprendieron la lección“, y por eso no participaron en la Segunda Guerra Mundial.
Añadió que “los españoles siempre deberían estar agradecidos a Francisco Franco por haber evitado la entrada en la guerra“. Fue “una buena decisión” del general español la de optar por la neutralidad, pese a las promesas alemanas y aliadas.
China comunista, la nueva Alemania imperial
¿Es posible la repetición de un conflicto absurdo como la Gran Guerra? Hastings trazó un paralelismo entre el deseo del II Reich alemán de superar al Imperio británico a comienzos del siglo XX y la rivalidad que mantiene en nuestros días la China comunista conEstados Unidos en el Pacífico. Tanto los alemanes de entonces como los chinos de hoy creían que, como poderes emergentes, tenían derecho a exigir concesiones a la primera potencia.
Pero Hastings no cree que haya nada inevitable. A los tres días de nacer él, en 1945, su padre le escribió una carta explicándole la situación del mundo que se encontraba y se la entregó años más tarde. En esa carta su padre daba como segura e inminente unaguerra nuclear entre EEUU y la URSS.
El escritor británico se atrevió a conjeturar sobre el futuro y lamentó que la Unión Europea se comporte como si Asia no existiera. Si los europeos siguen encerrados en un falso orgullo de lo bien que se vive en Europa, si no buscan la competitividad y mantienen un Estado de Bienestar desmesurado, “Asia nos pasará por encima“. Y contó su experiencia reciente: “Ir a Asia da mucho miedo. He conocidos muchachos de 18 años que no han salido de sus países y hablan inglés mejor que yo“.
Sin embargo, entre las lecciones que ha sacado como historiador está la de que “todos los profetas se equivocan“. Cuando vino a España por primera vez, en 1959, encontró un país pobre, pero ahora los españoles han llegado lejos. “La mayoría de las cosas de la vida están saliendo mejor de lo que esperábamos. Nuestras vidas son mejores que la que tuvieron nuestros padres“.