Franco y el Barça

 
 
Pedro Fernández Barbadillo
Libertad Digital
 
 
 
   El poder de los nacionalismos en España no sería tal si no fuera por la colaboración que han tenido por parte de las elites españolas, sobre todo las de izquierdas. Uno de los intelectuales que más contribuyó a alienar (término marxista de uso muy adecuado en estas circunstancias) a los trabajadores catalanes, fuesen de origen catalán o del resto de España, fue el comunista Manuel Vázquez Montalbán. Para éste, los obreros debían diluir sus reivindicaciones de clase social en el catalanismo, para así contribuir a demoler esa cárcel de pueblos que era la reaccionaria y clerical España. (Lenin también fomentó la emancipación de las nacionalidades oprimidas por los rusos, hasta que se hizo con el poder absoluto).
 
   En su campaña de alienación, Vázquez Montalbán contribuyó a la reelaboración de los acontecimientos históricos que el nacionalismo hace con el mismo desparpajo con que La Pasionaria pasó de denigrar en la II República a los grandes personajes españoles a elogiar a los héroes del 2 de Mayo de Madrid y a Agustina de Aragón durante los años de la guerra civil. Así, en 1987 escribió un artículo, titulado “Barça, el ejército de un país desarmado”, en el que convertía a los socios del equipo en partisanos tan aguerridos como los resistentes franceses. Según este relato, bastaba con ir al Nou Camp y jalear los goles del FC Barcelona para luchar contra la dictadura como las prostitutas francesas que contagiaban la gonorrea a los soldados alemanes combatían al III Reich.
 
   La misma invención de la historia ha ocurrido con grandes familias catalanas, de la que es paradigmática la biografía del exalcalde de Barcelona Pasqual Maragall, en la que se censuró el diario del padre durante la guerra y su alegría por la victoria de Franco.
 
   Otra muestra es el periódico La Vanguardia: se apellidó Española de manera voluntaria y fue el periódico más vendido en los últimos años del régimen franquista. Su propietario de entonces, Carlos de Godó Valls, fue cinco veces procurador en las Cortes orgánicas; en dos ocasiones, 1967 y 1971, por designación personal del jefe del Estado.
 
   El FC Barcelona condecoró al general Francisco Franco dos veces con sus principales insignias. Y no lo hizo en los años 40, cuando, como dicen los nacionalistas, se fusilaba en Montjuich y el miedo corría por Barcelona como en los años del pistolerismo, sino en los 70, cuando ya se acercaba el hecho biológico.
 
Salvado de la quiebra por un decreto del caudillo
 
   En los años 50, la junta directiva del club decidió demoler el viejo estadio de Las Corts, que se había quedado pequeño pese a sus 60.000 localidades, y construir otro. Las obras se alargaron y el presupuesto se hinchó. El Ayuntamiento de Barcelona, dirigido por el franquista José María Porcioles, recalificó unos terrenos propiedad del club, lo que le permitiría a éste obtener los ingresos necesarios para pagar sus deudas. Pero empezaron los pleitos de los perjudicados por el trato de favor al FC Barcelona.
 
   Uno de los directivos, Juan Gich, recurrió a un amigo suyo, funcionario franquista y falangista de camisa azul, Torcuato Fernández Miranda, para que el asunto lo zanjase el Gobierno. El Consejo de Ministros celebrado el 13 de agosto de 1965 en el Pazo de Meirás, bajo la presidencia del generalísimo Franco, aprobó un decreto que se publicó en el BOE del 23 de septiembre con el número 2735/1965, de 14 de agosto, que rezaba así:
 
Se aprueba el cambio de uso de una zona verde del Plan Parcial de Ordenación Urbana de la Zona Norte de la avenida del Generalísimo Franco, entre las plazas de Calvo Sotelo y del Papa Pío XII, de Barcelona.
 
   Al pie del decreto, los nombres de José María Martínez y Sánchez Ajona, ministro de la Vivienda, y de Franco.
 
   Los terrenos se vendieron más tarde por 228 millones de pesetas a la constructora Habitat.
 
   Pero no acabaron aquí los favores del régimen franquista al “ejército desarmado de Cataluña”.
 
   En 1971 el Consejo Nacional de Deportes, presidido por Gich, acordó conceder a fondo perdido 43 millones de pesetas al FC Barcelona para la construcción del Palau Blaugrana y el Palacio de Hielo. Quince días antes de la inauguración de las instalaciones, el 13 de octubre, la junta directiva del Barça entregó a Franco, y a Gich y a Fernández Miranda, la medalla de oro por la construcción de los dos palacios.
 
   El historiador y culé Fernando Paz ha escrito:
 
El Palau Blaugrana (bautizado así, en catalán) fue inaugurado en un acto envuelto en un gran calor popular que se desarrolló bajo la presidencia del vicesecretario del Movimiento, el falangista Manuel Valdés Larrañaga.
 
   Entonces, la hinchada blaugrana no pitaba a himnos ni autoridades españolas.
 
   Menos de tres años después, el equipo entregó su segunda medalla de oro a Franco. El 27 de febrero de 1974 la junta directiva en pleno se trasladó al Palacio de El Pardo para condecorar al caudillo con la Medalla de Oro del 75º Aniversario del FC Barcelona. Al acto asistió además el ministro secretario general del Movimiento, José Utrera Molina.
 
   Unos días antes, el Barça había goleado 0-5 al Real Madrid en el Bernabéu y la prensa catalana aseguraba que comenzaba un nuevo ciclo en el fútbol español, en el que el equipo blaugrana sustituiría al blanco en la cumbre.
 
Franco quería la medalla y la cogió
 
   En 2002 la revista El Triangle y la asociación de Amics de Josep Sunyol (expresidente del club y diputado de ERC fusilado en 1936) comenzaron la recogida de firmas entre los socios del Barcelona para solicitar a la directiva la retirada de la medalla de oro de 1974. La junta barcelonista, presidida entonces por Joan Laporta, decidió que el Consejo de Notables elaborase un dictamen sobre el asunto.
 
   La primera decisión de este organismo fue cambiarse el nombre y pasar a llamarse Consell Assesor. Después, presididos por Raimon Carrasco, concluyeron que sólo se puede retirar lo que se ha dado con consentimiento.
 
   Según publicó El País:
 
el Consejo tiene constancia de que la medalla de oro al general Francisco Franco nunca le fue concedida (sic). En el año 1974 la junta directiva del Barça, presidida por Agustí Montal, se vio obligada (sic) a darle una medalla al general Franco. El consejo asesor también ha sido informado de que en el libro de actas de las reuniones de las juntas directivas no consta la concesión de ninguna medalla al general Franco. El consejo asesor considera que el Barça no es responsable de actos hechos por imposición en una situación no democrática.
 
   Es decir, que a los bravos directivos del Barça se les obligó a entregar la medallita a Franco, so pena de recibir una visita de la Guardia Civil, la Brigada Político-Social o la cabra de la Legión.
 
   En resumen, mejor olvidarse de ello. Doctrina de Laporta:
 
Es mejor no remover el pasado. Dentro de cuatro días nadie se acordará de esto.
 
   El Barça fue el equipo español que más Copas del Generalísimo ganó. ¿Las tirará a la basura?
 
 
 
 
 
 
 
 

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