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José Alfredo García Fernández del Viso, historiador
No voy a entrar a valorar algunas de las decisiones del nuevo gobierno ya que no soy un político, pero sí quisiera esbozar unas líneas sobre una de las leyes que más enfrentamiento ha traído a todos los españoles, me refiero a la tan cacareada Ley de la memoria histórica. Dicha ley, fue aprobada por el Congreso de los Diputados el 31 de octubre de 2007, siendo ratificada el 10 de diciembre de ese mismo año por el Senado. El entonces líder de la oposición en aquel momento, hoy presidente del Gobierno, prometió en julio de 2007 derogar esta Ley si ganaba las elecciones, llegando a calificarla como “asunto incomprensible”.
Veremos si sigue tal calificación en pie o las neuronas del olvido comienzan a funcionar.
No obstante asistimos prácticamente a diario a debates sobre la mencionada Ley, o al menos auspiciados por la misma, por lo que no es para nada baladí recordar que Ley es la que tenemos todos los españoles, y realmente ¿qué es la memoria histórica? Esta Ley de memoria histórica se basa en una serie de disposiciones destacando al efecto ocho. Así tenemos:
– Juicios sumarios del franquismo; dónde se consideran injustos todos los juicios llevados a cabo por asuntos políticos durante el sistema franquista, llegando a calificar a los ajusticiados como luchadores por la democracia durante la II República.
– Ayudas a los represaliados; se trata sobre todo de ayudas económicas a los que el sistema actual entiende por “reprasaliados”, incluso situando en la misma categoría a los encausados por diversas acciones ilegales durante 1968 y 1977, entre estos están las familias de terroristas confesos miembros de grupos como el GRAPO o el FRAP.
– Fosas comunes; dónde se dice que el Estado ayudará a la localización, identificación y eventual exhumación de la represión franquista. Es curioso, sólo habla de un lado de las víctimas, no de todas.
– Símbolos franquistas; se retirarán todos aquellos símbolos o escudos que hagan referencia a la dictadura de Francisco Franco expuestos al público.
– Valle de los Caídos; se regirá por las normas aplicables a los lugares de culto y religiosos, pero se prohíben actos de naturaleza política o exaltadores de la guerra civil, de sus protagonistas o del franquismo.
– Brigadas Internacionales; concesión de la nacionalidad española sin que tengan que renunciar a la propia.
– Nacionalidad para hijos y nietos de exiliados; podrán solicitar la nacionalidad aquellas personas descendientes de exiliados entre el 18 de Julio de 1936 y el 31 de diciembre de 1955.
– Centro Documental de la Memoria Histórica; un centro nuevo en el que se integrará el Archivo General de la Guerra Civil.
Estas son las disposiciones sobre las que se basa dicha Ley, como vemos a través de ellas, disposiciones realizadas por y para los integrantes de un bando, dónde no se busca la reconciliación nacional, sino todo lo contrario, el enfrentamiento entre los descendientes de aquellos episodios. Es una ley para desmemoriados, para aquellos a los que les funciona sólo un lóbulo parietal, en este caso el izquierdo, o más bien el de la extrema izquierda.
Por ello es precio realizar un poco de memoria, y explicar esto que comúnmente denominamos Memoria Histórica. La memoria es una función del cerebro y, a la vez, un fenómeno de la mente que permite al organismo codificar, almacenar y recuperar información. Surge como resultado de las conexiones sinápticas repetitivas entre las neuronas, lo que crea redes neuronales (la llamada potenciación a largo plazo).
Desde luego los religiosos en aquel tiempo tampoco lo tuvieron fácil, siendo ajusticiados sin juicio previo por el mero hecho de profesar y cultivar la religión de Jesucristo, algunos de ellos con pinchazos en los dedos o amputamiento de partes de sus cuerpos, por no hablar de las violaciones a religiosas.
Esta Ley que “disfrutamos” habla de ayuda económica a reprasaliados, olvidando todos aquellos que por el mero hecho de disfrutar de una posición económica u otra perdieron sus tierras y posesiones. Aquellos que vieron sus casas hechas cenizas por puras revanchas y envidias llevadas a cabo por las izquierdas.
Nos inculca el terror de las fosas comunes, cuándo la fosa común más cercana existente es la Paracuellos del Jarama, con su ejecutor aún vivo disfrutando de una vejez privilegiada por obra y magia del sistema actual. Sistema negándose a encausarlo día tras día, sin embargo si tolera la investigación del propio cadáver de Francisco Franco por un ex- juez prevaricador y corrupto.
Por otra parte se obliga a la retirada de los símbolos franquistas de cualquier lugar visible público, permitiendo por el contrario la pervivencia de otros signos recordatorios del comunismo con sus atrocidades, incluso se nombran calles con personajes de funesto recuerdo, Dolores Ibarruri o Largo Caballero entre otros. Sin lugar a dudas vehementes demócratas y participes de la libertad.
Dolores Ibarruri amenazó de muerte en el congreso al diputado José Calvo Sotelo, inexorablemente sus palabras se cumplieron en la cobardía de la noche del 12 de julio de 1936.
Del mismo modo, este dislate de ley cercena la libertad del Valle de los Caídos, ya que lo molesto verdaderamente para el sistema actual es su imponente cruz de redención visible a decenas de kilómetros de la capital española. Ante ello contraponen las facilidades dadas a edificios o monumentos de otras religiones altamente nocivas para la civilización cristiana, como mezquitas por doquier facilitando la oración dónde entre sus principios emana la “yihad” o guerra santa al infiel.
Nos impone la concesión de la ciudadanía española a los comúnmente denominados Brigadistas Internacionales, aquellos enviados por la Komitern de Stalin para aniquilar a españoles a cambio del saqueo de nuestras reservas de oro, como no acordarse del popular “carnicero de Albacete”. Mientras, se olvidan de esos buenos españoles, de esos jóvenes muchachos con un entusiasmo sin igual entregados al más noble ideal de lucha, en busca de la salvación de Europa por tierras rusas, me refiero a la División Azul. Constituyen el paradigma de soñadores a su tiempo.
Finalmente dicha Ley intenta dejar en el olvido el archivo de la Guerra Civil, dónde se haya la causa general, fiel reflejo de los disparates realizados por los frentepopulistas, para engrosarlo dentro de un centro de interpretación. Intentan con esta maniobra el olvido de los hechos, y mostrar la parte interesada por el sistema, pero se olvidan que ya en el Valle de los Caídos se creo por el Caudillo un centro de estudios para la concordia nacional, centro cerrado por el presidente del gobierno de entonces, Felipe González, en el año 1982.
Han creado una Ley para ganar una guerra empezada por ellos mismos y perdida también por sus incapacidades sobre todo ideológicas y morales.
La revancha no es buena consejera, y más tras siete décadas transcurridas dónde se consiguió edificar un estado de bienestar en pos de todos los españoles, dónde lo importante era consolidar la paz nacida del 1º de Abril de 1939 a través de la felicidad de todos y cada uno de los españoles y donde lo de menos era en que bando se combatió, ya que al final no dejábamos de ser lo más importante y noble que se puede ser, según palabras de José Antonio, españoles.
Sin embargo algunos no lo entienden y tienden a buscar la falsedad, la injuria y la mentira más ignominiosa.
Cierto es el alzamiento nacional del 18 de Julio, cierto es su fisonomía en un principio de golpe de estado, pero no menos cierto es el levantamiento izquierdista producido en nuestro suelo patrio desde el 14 de Abril de 1931, estallando con toda su virulencia desde octubre de 1934, dónde la vida importaba bien poco para algunos, ya que su verdadera premisa era la implantación de la dictadura del proletariado.
Mediante la ley actual intentan mostrar una normalidad total durante la época republicana, mientras por el contrario tratan de reflejar un odio y una visceralidad sangrienta en la zona nacional, por lo que nos hayamos ante un total dislate, ante una mentira colosal, no hay más que acercarse a los libros de historia para compararlo todo.
Evidentemente no puedo referirme a todos los casos, los cuales son extensos y variopintos, y más bien son estudio de varios volúmenes bibliográficos, pero si voy a hacerlo a uno en especial; 20 de Julio de 1936 en Avilés, Asturias.
De tarde se reúne de urgencia parte de la corporación municipal en el despacho del alcalde, permaneciendo en el consistorio los citados más dos funcionarios realizando gestiones. Pasaban las horas y nadie salía del despacho del alcalde, ante lo cual los dos funcionarios se mostraron inquietos, sabedores del pronunciamiento militar tan sólo 48 horas antes. Por fin a altas horas de la madrugada salen los ediles del ayuntamiento, permaneciendo aún en él mismo los funcionarios. Uno de ellos mientras otro vigilaba entró en el lugar dónde había tenido la reunión “secreta”, allí escudriño bien el despacho para encontrar en una de las papeleras una hoja de papel de calco. Rápidamente se van para casa los dos funcionarios, allí al trasluz pueden ver perfectamente el contenido de dicha hoja, quedando estupefactos al verla. En ella se constituía el comité de guerra de Avilés, tercera ciudad de Asturias, pero no sólo eso sino que también se detallaba en la misma la primera saca de 40 personas para asesinarlas en un lugar conocido como “el Palomo”. Ni que decir tiene que dicha condena a muerte de 40 personas venía refrendada con las firmas de los reunidos en el macabro despacho.
Por tanto, tan sólo 48 horas después del alzamiento nacional, ya tenían preparada una lista de medio centenar de personas representativas de la vida económica, social, política y religiosa de la ciudad para matar impunemente.
Ante ello muchos prefieren mirar para otro lado o desmentirlo pero para desgracia dicho documento existe guardado a buen recaudo con las firmas, nombres y apellidos vuelvo a incidir de los verdugos de 40 personas.
Es sólo un botón, una muestra de lo que sucedió nada más producirse un golpe de estado, aún no era conflicto civil en multitud de pueblos y ciudades españolas. Con ello se da a entender que previamente ya tenían premeditado y preparado los listados de ajusticiamiento, de torturas y de asesinatos. Me atrevo a decir que desde 1931 ya sabían que hacer para eliminar a determinadas personas.
Por ello mediante esta Ley que nos ha impuesto la democracia liberal, se intenta legitimar todos aquellos desmanes colocándolos como algo normal en un conflicto civil, llegando a la ocultación de los hechos de un modo intencionado, incluso mostrando a asesinos confesos como luchadores de la libertad. No obstante no es nada nuevo, porque las meninges nos vuelven a retrotraer no tan atrás ahora, sino a los años considerados de plomo de la transición dónde muchos de los que ahora lloran, gritaban sin pudor ese grito desaforado de “ETA mátalos“.