Un aniversario controvertido: la inauguración de la Basílica del Valle de los Caídos, por José Luis Orella

 

La idea del Valle fue que la guerra no se volviera a producir nunca, garantizando la celebración del culto solemne en la Basílica, para los más de 33.833 caídos de la guerra civil de ambos bandos enterrados en el lugar

El 1 de abril de 1959 tuvo lugar la inauguración de la Basílica del Valle de los Caídos. Es la España del Primer Plan de Desarrollo y del estreno de la película Carmen la de Ronda que consagrará a Sara Montiel como una de nuestras actrices más internacionales. Dos meses después, el Che Guevara visitará los lugares más famosos de Madrid, comprando varias de sus famosas boinas, asistiendo a la plaza de toros y terminando en Chicote. Un Madrid que inicia su camino a capital del turismo por las visitas de Orson Welles, Ernest HemingwayAva Gardner y Rita Hayworth.
 
El conjunto monumental de la Basílica del Valle de los Caídos fue construido entre 1940 y 1958, bajo la dirección del arquitecto Pedro Muguruza, y a partir de 1950, de Diego Méndez, ambos de reconocido prestigio. Es el tercer conjunto monumental más visitado del Patrimonio Nacional, después del Palacio real y el Monasterio de El Escorial.
 
En la construcción participaron trabajadores libres y un porcentaje menor de presos, procedentes del bando republicano, que tuvieron que solicitar su participación para redimir su tiempo de condena. Su colaboración en la obra fue en igualdad de condiciones con los libres, cobrando el mismo salario y disponiendo del mismo trato que ellos, como era la libertad de movimientos y una alimentación más energética, por razones del trabajo, en tiempos del racionamiento de posguerra. Las fuentes primarias conservadas en el Archivo del Palacio Real de Madrid (Fondo «Valle de los Caídos») demuestran lo dicho, además de la investigación en profundidad que desarrolló el profesor Alberto Bárcena.
 

Entre los escultores, destacó Juan de Ávalos García-Taborda. Su escultura es una de las más representativas del arte español contemporáneo, perteneciendo a la corriente figurativa. A pesar de su filiación socialista, por la calidad de su obra fue requerido para la realización en el conjunto de la Piedad de la entrada; las Virtudes (Justicia, Prudencia, Templanza y Fortaleza), los Evangelistas Juan, Lucas, Marcos y Mateo, y los arcángeles en bronce para la cripta. La Basílica tiene 262 m. de longitud.

Mosaico de Padrós en la bóveda de la basílica

Mosaico de Padrós en la bóveda de la basílica – Paula Argüelles

 

La gran reja que da acceso propiamente al espacio sagrado del templo es obra de José Espinós y en ella están representados varios santos españoles y extranjeros. En el espacio anterior a la reja, se encuentran dos ángeles con espadas, obra de Carlos Ferreira. El recorrido hacia el altar se desarrolla a través de seis capillas laterales dedicadas a distintas advocaciones de la Virgen vinculadas con aspectos determinantes de la Historia de España. En el altar de granito, se alza un magnífico Cristo crucificado del escultor Julio Beovide, y policromado por Ignacio Zuloaga, uno de los más destacados pintores de la época. En la Santa Misa, durante la consagración, se apagan todas las luces de la Basílica excepto la que ilumina únicamente el Cristo y el altar. El conjunto monumental es el más representativo de las habilidades artísticas de los mejores de aquel periodo.
 
La Orden Benedictina fue la encargada de llevar la misión de habitar la Abadía, para custodiar la cruz, templo y panteón. Sus monjes fundadores procedían de Silos cuya tradición de oración en clausura y cultivo de la labor intelectual, les hizo muy atractivos para la misión que se les encomendaba. Los objetivos fueron claramente religiosos, de los cuales se excluyeron todas las actividades de carácter político.
Los benedictinos de la comunidad del Valle de los Caídos

Los benedictinos de la comunidad del Valle de los Caídos – Paula Argüelles

 

La idea del Valle fue que la guerra no se volviera a producir nunca, garantizando la celebración del culto solemne en la Basílica, para los más de 33.833 caídos de la guerra civil de ambos bandos enterrados en el lugar. La creación de un Centro de Estudios Sociales, que funcionó desde 1958 hasta 1982, abordó el estudio del crecimiento económico dentro de unos parámetros sociales que garantizasen el trabajo en la nueva sociedad española del desarrollo, a través de la Doctrina Social de la Iglesia, como garante de la paz y de la justicia social. La lista de los ponentes, comunicantes y asistentes, a sus jornadas registra a los más prestigiosos entendidos en el campo de los conocimientos y de las ciencias sociales, como se comprueba en los 56 volúmenes monográficos que recogen las ponencias, que se conservan en la biblioteca, que atesora más de treinta volúmenes.
 
El objetivo principal de la fundación siempre fue el de la reconciliación, con un sentido hondamente teológico. Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que alcanzó al ser humano a través de su Misericordia, redimiéndole con su sacrificio, y cuyo símbolo es la Cruz. La Abadía ha sido visitada por dos papas en su tiempo de cardenales, Juan XXIII y Benedicto XVI, por todos los jefes de Estado que han visitado España, pero también por personalidades cómo el actor y exgobernador de California, Arnold Schwarzenegger, o deportivas como el equipo de baloncesto del TSSK de Moscú, en plena Guerra fría.
Sin embargo, el segundo claustro rompe la monotonía y el silencio, las risas de los 35 niños de la Escolanía en su recreo atrapan la atención de los visitantes. La Abadía dispone de una Escolanía de niños cantores, a los que se forma en la tradición monástica de la congregación de Solesmes, con el cultivo del canto gregoriano en sus fuentes más originales, además de la formación en Polifonía, a través de becas.
 
Las controversias que han roto el clima de tranquilidad de la Abadía y de su comunidad, fue la torpe decisión de no respetar la voluntad de la familia del fallecido jefe de Estado, general Francisco Franco, en el cementerio de el Pardo. El primer gobierno de la monarquía decidió y el Rey Juan Carlos, ordenó por escrito al abad del Valle de los Caídos, Luis María de Lojendio, que diese sepultura en la basílica al Jefe del Estado, un 22 de noviembre de 1975. Años después la medida se convertirá en munición electoral de algunos partidos políticos necesitados de resultados electorales, pero ayunos de soluciones reales para los problemas de los españoles del siglo XXI.

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