Miguel de Unamuno y Jugo, escritor y filósofo de la Generación del 98

 
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Miguel de Unamuno de Jugo nació en Bilbao, Vizcaya, el 29 de septiembre de 1864. Escritor, Poeta y Filósofo de la Generación del 98. Estudió Filosofía y Letras en la Universidad Central de Madrid, entre 1880 y 1884. Se Doctoró con la tesis: Crítica del problema sobre el origen y prehistoria de la raza vasca. Posteriormente, obtuvo la Cátedra de Lengua y Literatura griega en la Universidad de Salamanca, en la que en 1901 fue Rector y Catedrático de Historia de la Lengua castellana. En 1924 fue destituido de su puesto de Rector de la Universidad de Salamanca por oponerse a Miguel Primo de Rivera. Fue desterrado a Fuerteventura, pero se refugió en Francia.
 
Volvió a Salamanca en 1931 y ocupó de nuevo el Rectorado de la Universidad de Salamanca. Fue diputado dos veces durante la segunda república, pero se desengañó totalmente con el régimen, al que criticó duramente. Unamuno se encontraba en Salamanca donde se adhirió al Alzamiento Nacional del 18 de julio de 1936. Escuchó desde el Casino la lectura del Edicto de Declaración de Guerra y salió a la calle donde, sombrero en mano, gritó «¡Viva España, Soldados! Y ahora ¡a por el faraón del Pardo!» El faraón era Manuel Azaña, entonces presidente de la república, que habitaba en el Palacio de El Pardo.
 
Miguel de Unamuno a la salida del paraninfo, el 12 de octubre de 1936
 
Unamuno vio en los alzados a un conjunto de regeneracionistas dispuestos a encauzar la deriva del país. El 10 de agosto explicó en una carta a un socialista belga por qué «ha cambiado de bando», y se acusa de haberse «equivocado» y «engañado a muchos», con su apoyo a la república. El 22 de agosto el gobierno de Madrid le destituyó de todos los cargos y títulos por haberse «sumado de modo público a la facción en armas».
 
El Gobierno Nacional de Burgos, por el contrario, le repuso en todos sus cargos. A un corresponsal de Le Matin, después de llamar «tirano» a Azaña, le declaró: «El Ejército es la única cosa fundamental con que puede contar España». Y le dijo al escritor griego Nikos Kazantzakis: «En este momento crítico por el que atraviesa España es indispensable que me ponga junto a los Militares».
 
El 26 de septiembre firmó, como Rector, un mensaje de la Universidad de Salamanca a todas las universidades del mundo en el que se denunciaba el cruel comportamiento del gobierno del Madrid republicano y se pedía «solidaridad».
 
Sobre el incidente de Unamuno con Millán Astray, se ha mentido mucho, interesadamente para tergiversarlo todo. El 12 de octubre de 1936, se celebraba el “Día de la Raza”, y se organizó un acto en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca, al que asistieron, entre otros, Millán Astray, Carmen Polo, el Obispo de la ciudad, así como todo el Claustro de Profesores, entre ellos el Rector, Miguel de Unamuno. Unamuno y Millán Astray pertenecían ambos al Ateneo de Madrid, donde se debatía mucho por parte de grupos de tendencias discrepantes, que en bastantes casos se dedicaban a zaherirse los unos a los otros. Nada más entrar, Millán Astray recriminó a Unamuno su falta de protocolo al no ofrecer a la mujer de Franco un lugar preferente. Después de hablar el Profesor Maldonado y José María Pemán, Unamuno, como Rector, cerró el acto. Refiriéndose al discurso de Maldonado dijo, entre otras cosas: “España, sin las Vascongadas y Cataluña, sería tan inútil como un cuerpo manco y tuerto”. Millán Astray, que era manco y tuerto, ofendido, se levantó y gritó “¡Muera la inteligencia!” y, posteriormente, ante el alboroto que se estaba creando entre el Claustro de Profesores, se dirigió hacia ellos para aclarar “¡Los falsos intelectuales traidores, señores!”. Fue cuando Unamuno le dijo a Millán Astray: “venceréis pero no convenceréis”, y se oyeron gritos de los Legionarios de su escolta de: “Muera la inteligencia, Viva la muerte”.
 
   Millán Astray, por último, se dirigió a Unamuno y le dijo “y ahora dele el brazo a la Señora del Jefe del Estado”. Carmen Polo, cogió del brazo a Unamuno y lo acompañó fuera del Paraninfo. Es falso de todo punto que Unamuno fuese arrestado, como dicen algunos. Unamuno nunca cambió de idea ni de “bando”.
 
   Entre sus obras, destacan: En torno al casticismo (1895); Paz en la guerra (1897); Amor y pedagogía (1902); Mi religión y otros ensayos (1910); Soliloquios y conversaciones (1911); Del sentimiento trágico de la vida en los hombres y en los pueblos (1913); Niebla (1914); y Abel Sánchez (1917).
 
   Es muy importante su ensayo Vida de don Quijote y Sancho (1905); en la que propone “españolizar Europa”. Más tarde, publicó: Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920), libro que fue considerado por algunos críticos como autobiográfico; y La tía Tula (1921).
 
   En poesía, podemos resaltar: Poesía (1907); Rosario de sonetos líricos (1912); El Cristo de Velázquez (1920); Rimas de dentro (1923); y Romancero del destierro (1927), sobre su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde lo deportaron por su oposición a la Dictadura de Primo de Rivera.
 
   En Teatro: Fedra (1924); Sombras de sueño (1931); El otro (1932); y Medea (1933).
 
   En 1962 se publicaron sus Obras Completas.
 
Entierro de Miguel de Unamuno. Se ve a Miguel Fleta portar el féretro.
 
   Casado con Concepción Lizárraga, tuvieron nueve hijos: Fernando, Pablo, Raimundo, Salomé, Felisa, José, María, Rafael y Ramón. Falleció en Salamanca, el 31 de diciembre de 1936. Tuvo un entierro falangista: Falangistas de uniforme llevaron su féretro al Cementerio, entre ellos el tenor Miguel Fleta. Entre paradojas, que es como había gustado de vivir la vida, es indudable que Unamuno tomó vehementemente partido por los alzados el 18 de julio, a pesar de todas las tergiversaciones que se han hecho.
 
 
 
 
 
 

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