Rafael María Molina Sánchez
El Régimen del General Francisco Franco y sus años de gobierno (1936-1975) representan el mayor esfuerzo reformista y la mayor transformación social y económica vivida por España desde el reinado de Carlos III (1759-1788).
España vivió un proceso de desarrollo económico y crecimiento industrial sin precedentes, junto con un aumento drástico de la renta per cápita. Todo ello acompañado de la construcción del Estado de Bienestar y un nivel de protección social totalmente desconocido hasta entonces. La Seguridad Social, la Sanidad pública, el pago de pensiones de jubilación, seguros agrarios y un largo etcétera dieron un vuelco al nivel de vida de los españoles que no puede ser negado por ningún historiador serio.
Sobre los años de la política de la Autarquía económica (a grandes rasgos entre 1939-1959) se han acumulado gran cantidad de mitos, versiones falsas o directamente mentiras. Se habla de política ruinosa, megalómana y absurda, insinuando que una política económica liberal hubiera sido mucho mejor (y lo suelen decir aquellos que desde ópticas marxistas suelen abominar habitualmente del libre mercado. La coherencia nunca ha sido un principio básico del marxismo cultural).
Nada de eso es cierto. Los años de la Autarquía económica dotaron a España y a su economía de una base industrial necesaria, sostenida por el Estado para suplir la falta de capacidad de la inversión privada. La política autárquica vino en gran medida impuesta por la propia realidad internacional, pues como es lógico la II Guerra Mundial redujo a casi cero el comercio internacional, pues en aquel momento las grandes potencias necesitaban para sí mismas todas las materias primas, bienes industriales y capacidad de crédito (es algo que suelen pasar por alto los detractores de la Autarquía como si fuese un pequeño detalle sin importancia).
Al mismo tiempo, durante los años 40 y en medio de innumerables dificultades, el Gobierno supo poner las bases del sistema de Pensiones y de la Seguridad Social. Los años 40 fueron, sin duda, un período de grandes dificultades económicas. A los estragos de la Guerra Civil se vinieron a sumar a partir de 1945 los efectos de la condena internacional y la negación de créditos impuesta a España por las grandes potencias y las nuevas instituciones internacionales como la ONU, culminando en la negación a España de las ayudas del Plan Marshall, base de la recuperación económica de Europa Occidental.
Se suele olvidar que los años más difíciles de la década en España están directamente vinculados al embargo petrolífero decretado por Estados Unidos y Gran Bretaña contra España en 1944 y a la condena internacional contra España, dictada por la ONU, a partir de 1946 en lo que fue una virtual imposición de sanciones económicas contra nuestro país, más que a los efectos de la Guerra Civil (por importantes que fueran estos, sin duda) algo que hoy está plenamente comprobado. Fue probablemente vital en ese momento el acuerdo económico con la Argentina del General Perón. Pese a todo, a partir de finales de la década, empezaron a advertirse claros síntomas de crecimiento económico y de recuperación de industrias clave como la eléctrica y la producción de carbón.
Los años 50, todavía bajo la política autárquica o semiautárquica fueron ya una época de fuerte crecimiento económico, algo que por lo general suele ignorarse. Entre 1951 y 1956 el PIB español creció a una media del 7,9 % anual, una de las más altas del mundo. La reconciliación con los Estados Unidos, a partir de 1953 y la llegada de sus créditos fue importante, pero más importante aún fue la propia política de fuerte inversión estatal. El INI (Instituto Nacional de Industria) fue una pieza clave para proporcionar a España una base industrial en sectores fundamentales como la energía, la siderometalurgia, la construcción naval, el carbón, los carburantes o el transporte (SEAT, PEGASO etc… además de potenciar empresas estatales como IBERIA Y RENFE) que hicieron posible la supervivencia de la economía española, manteniendo una política económica y monetaria soberana y sin depender de la inversión y el crédito extranjero.
El Decreto de Estabilización de 1959 tendría consecuencias trascendentales para nuestro país al abrir la economía española a la inversión extranjera y posibilitar un período de crecimiento económico sin precedentes durante los años 60 y principios de los 70 con una media de crecimiento anual del 7,2 del PIB , la mayor de Europa Occidental y la segunda del mundo tras Japón (estadísticas que tristemente hoy en día sonarían a ciencia ficción para nuestra economía).
Todo ello con el paro a un nivel mínimo de apenas el 2 % y mientras se universalizaban las prestaciones sociales del Estado del Bienestar. Se suele argumentar que el Decreto de Estabilización supuso una rectificación que venía a reconocer lo desacertado de la política autárquica. Sin embargo este punto de vista está básicamente desenfocado.
La causa del Decreto de Estabilización no fue la política autárquica de las décadas previas sino los efectos de la fuerte inflación y el déficit de la balanza de pagos provocadas por la importante subida del salario mínimo decretada por el ministro D. José Antonio Girón de Velasco (autor de la mayor parte de la política social del Régimen durante los años 40 y 50) en 1956. Pero eso no cuestionaba lógicamente los méritos de la política económica de las 2 décadas previas.
También se podría mencionar el extraordinario impulso a la reforestación de España y la política de construcción de pantanos, esenciales en épocas de sequía.
El Gobierno de Franco ha sido sin duda el de mayor sensibilidad social de toda la historia de España. La Seguridad Social y el sistema de Pensiones se desarrollaron gradualmente. Entre 1938 y 1942 empezaron a concederse ayudas a las familias numerosas y necesitadas, un programa que ya en 1942 beneficiaba al 10 % de la población. El Seguro de Vejez de 1939 y el de Enfermedad de 1942, junto con el del Seguro Agrario, supusieron el embrión de la Seguridad Social.
El recién creado Ministerio de la Vivienda ya subvencionaba la construcción de unas 30.000 viviendas anuales a finales de los 40 y pronto la cifra aumentó mucho más. El Ministro de Trabajo D. José Antonio Girón de Velasco entre otros dirigentes como el Vicesecretario de Obras Sociales Don Fermín Sanz Orrio (una figura injustamente olvidada), dirigieron la mayor parte de la política social en esta época, bajo la supervisión del Caudillo.
En 1964 la población agrícola fue incluida en la Seguridad Social y tras la reforma de 1972 el sistema ya cubría al 80 % de los trabajadores españoles. La otra gran pata del Estado de Bienestar era la Sanidad Pública. Se construyeron más de 80 hospitales y numerosos ambulatorios para poder atender al mayor número posible de personas. Hay que destacar la reducción de la mortalidad infantil a cifras muy bajas, un problema que había sido muy grave en España anteriormente.
Durante las décadas de gobierno del Generalísimo Franco se erradicaron en España el analfabetismo y el hambre por primera vez en nuestra historia. Se hizo un esfuerzo enorme por extender la educación a todas las capas sociales. El Ejército se convirtió en una gran herramienta de alfabetización. A los jóvenes procedentes de provincias desfavorecidas que cumplían el servicio militar y eran analfabetos les enseñaban gratuitamente a leer y no podían licenciarse hasta que no supiesen hacerlo.
Se respetaron y ampliaron al máximo los derechos laborales. Se aprobaron toda una batería de medidas legales para proteger a los obreros: convenios colectivos, Salario Mínimo Interprofesional, pagas extraordinarias, los Juzgados de lo Social… Gracias al programa de Educación y Descanso miles de trabajadores de escasos recursos pudieron ir de vacaciones. Las Universidades Laborales fueron una pieza clave del sistema educativo que permitieron estudiar y encontrar salidas profesionales a miles de personas de extracción social baja.
La Ley de Ordenación Bancaria de 1962 estipulaba que los Bancos debían entregar el 20 % de su beneficio anual para financiar los Planes de Desarrrollo, que a partir de los años 60 jugaron un importante papel en la política económica, dirigiendo inversiones públicas hacia provincias desfavorecidas y sectores industriales necesitados. Una medida así sería hoy en día impensable con la actual legislación de la Unión Europa.
La transformación económica y social de España fue extraordinaria durante los años de Franco. Fue la época en la que surgió en España la clase media como elemento mayoritario de la sociedad. Fue un período de creciente prosperidad nacional y justicia social. Y todo ello con el nivel impositivo más bajo de Europa, puesto que no era necesario financiar al gigantesco entramado de las Comunidades Autónomas, que hoy en día sufrimos.
En resumen el Régimen del General Franco, lejos de ser una época de atraso fue el momento en el que España pasó del subdesarrollo a ser la novena potencia industrial del mundo (un puesto que hace tiempo perdimos y que no tiene visos de recuperarse).