AUXILIO SOCIAL Y LA EDUCACIÓN DE LOS POBRES: DEL FRANQUISMO A LA DEMOCRACIA (I)

 

L. Sánchez
Boletín Informativo FNFF
Nº117 (pág.15)-118 pág.23)

 

INTRODUCCIÓN

 

Por Decreto de la Jefatura del Estado de 17 de mayo de 1940, Auxilio Social se convirtió en una entidad oficial del régimen, encargada de cumplir unas funciones benéficas y político-sociales determinadas. En el artículo 3.º del citado Decreto se reconocía la naturaleza de Auxilio Social, que gozaba de personalidad jurídica independiente de la del Estado y de la propia del Movimiento, adoptando en orden a su funcionamiento la modalidad de una Delegación Nacional del Servicio de Falange Española Tradicionalista y de las JONS.

 

El Ministerio de la Gobernación ejercía el Protectorado sobre Auxilio Social y las facultades de orden resolutivo radicaban en el Ministro, mientras que las relativas a la tramitación de asuntos y ejecución de las resoluciones en la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales.

 

En orden a su competencia funcional, Auxilio Social debía prestar asistencia benéfica a favor de los indigentes, fundar establecimientos para la subsistencia y formación educativa de los huérfanos sin recursos económicos, crear instituciones de asistencia para los ancianos y las parturientas, conceder a los convalecientes los medios que les asegurasen un total restablecimiento, y atender otras necesidades benéficas que el Estado le encomendara por delegación especial.

 

En cuanto al funcionamiento interno, Auxilio Social, como Delegación Nacional de Servicios de FET y de las JONS, tenía unos órganos asistenciales que eran: el Departamento Central de Auxilio de Invierno; el Departamento de Protección a la Madre y al Niño; el de Hogares de Aprendizaje y Albergues Escolares, y el Rectorado Central de Enseñanza Media y Universitaria.

 

En el presente artículo, el estudio de los departamentos de Auxilio Social nos permitirá conocer el tipo de instituciones que estableció en las diferentes etapas del franquismo en función de las necesidades de cada momento, así como la educación que recibían los asistidos en dichas instituciones. Los cambios que experimentó esta organización en la década de los 70, especialmente con la Ley General de Educación y con las sucesivas reformas en materia de asistencia social en la transición, también serán expuestos en este estudio que concluirá con la desaparición de la organización, una vez establecido el Estado Social y Democrático de Derecho.

 

El Departamento Central de Auxilio de Invierno

 

En la primera etapa del franquismo existían tres subsistemas de Bienestar Social: los seguros sociales, la Acción Social del Estado y la Beneficencia de las Entidades Locales. En los primeros se podrían incluir: el régimen de subsidios familiares de 1938, la reorganización del subsidio de ancianidad de 1939, la Ley de Mutualidades Laborales de 1941, la instauración del seguro de enfermedad profesional de 1947 y la reorganización del seguro de accidente de trabajo de 1956. El segundo subsistema se correspondía con la acción benéfica del Estado, que estaba centralizada por el Ministerio de Gobernación.

 

De éste dependían los órganos que controlaban las políticas sociales de las instituciones benéficas: la Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales; el Consejo Superior de Beneficencia y Obras Sociales; el Fondo de Protección Benéfico Social y el Auxilio Social. Mientras que la Beneficencia de las entidades locales, tercer subsistema, estaba integrado por las diputaciones y ayuntamientos[1].

 

En la acción benéfica del Estado adquirió gran relevancia Auxilio Social, especialmente en los años del conflicto bélico, cuando el sistema de beneficencia quedó desarticulado y surgió esta organización asistencial para cubrir las necesidades más urgentes de la guerra[2].

 

Auxilio Social se fundó en octubre de 1936, con el nombre inicial de Auxilio de Invierno, para ayudar a las víctimas de la contienda durante esa época del año. Mercedes Sanz Bachiller, viuda de Onésimo Redondo, con la ayuda del jonsista Javier Martínez de Bedoya consiguió poner en marcha esta iniciativa basándose en el sistema de beneficencia alemán, el Winterhilfe[3].

 

Los comedores infantiles fueron los primeros establecimientos benéficos que abrieron en la retaguardia nacional para socorrer a los niños huérfanos y desamparados, sin distinción de ideología. Aunque la simbología de estos centros representaba los ideales del Movimiento y quienes recibían asistencia debían aprenderse los principios del nacional-sindicalismo[4].

 

Después, las Cocinas de Hermandad donde proporcionaban alimentos para que las personas necesitadas los consumieran en sus hogares. El hecho de poder consumir la comida en las casas particulares era un alivio para los pobres vergonzante[5].

 

A los pocos meses, Auxilio de Invierno se había extendido a varias provincias y por su importancia se convertía en la Delegación de Auxilio Social de FET y de las JONS con más servicios asistenciales: Obra Nacional-Sindicalista de Protección a la Madre y al Niño, Auxilio Social al enfermo, Fomento del Trabajo Familiar, Defensa de la Vejez y Obra del Hogar Nacional-Sindicalista. Además del Auxilio de Invierno que quedaba como una sección más de la nueva delegación encargada de los Comedores y Cocinas de Hermandad[6].

 

En octubre de 1937, Auxilio Social contaba con 711 comedores y 158 cocinas de Hermandad, cifra que aumentaría considerablemente en los meses siguientes, porque a medida que avanzaba el ejército nacional, las instituciones de Auxilio Social se multiplicaban. Mercedes Sanz Bachiller, consciente del problema de los recursos humanos, propuso a Franco un nuevo proyecto: la implantación del Servicio Social femenino. Por Decreto de 7 de octubre de 1937, el nuevo proyecto fue aprobado y todas las mujeres españolas de 17 a 35 años debían trabajar, durante seis meses, en las instituciones de Auxilio Social o en las delegaciones dependientes del Movimiento[7].

 

Solucionado el problema de los recursos humanos, esta organización pretendía llevar a la práctica el plan completo de asistencia social. «La política social debe ser organizada de un modo nacional y totalitario, no se puede consentir que la función benéfica se realice de un modo disperso, se deben unir todos los esfuerzos individuales bajo la dirección de Auxilio Social»[8].

 

El siguiente paso de Auxilio Social consistió en convertir todas las instituciones asistenciales en establecimientos benéficos de la organización, ya que disponía de un soporte legal que le respaldaba. A finales de marzo de 1937, la Delegada Nacional, Mercedes Sanz Bachiller, ya había conseguido la autorización de Franco para unificar este tipo de instituciones:

 

 «En nombre del Caudillo, y a propuesta de la Delegada Nacional del Movimiento Femenino de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, expido este nombramiento a favor de Mercedes Sanz Bachiller, Viuda de Redondo, como DELEGADO NACIONAL DE AUXILIO SOCIAL, (…) autorizándosela para unificar dentro de la Organización de AUXILIO SOCIAL, de acuerdo siempre con el Gobierno General del Estado Español a todas las obras benéficas que perciben subvención del fondo de Protección Benéfico Social (creado por Orden de 29 de diciembre de 1936) y aquellas otras que nutriéndose de donativos, suscripciones voluntarias, etc., han sido creadas con fechas posterior a la iniciación del Movimiento Salvador[9].

Por Dios, España y su Revolución Nacional.

Salamanca, a 24 de mayo de 1937.

  1. El Secretariado Político

El Secretario,

LÓPEZ BASSA»[10].

 

En febrero de 1938 se delegaron nuevos cargos en el Gobierno, Serrano Súñer se convirtió en Ministro del Interior y nombró a Martínez de Bedoya, Jefe de Servicios de Beneficencia, pasando a ocupar su anterior puesto de Secretario General, el jonsista Martínez de Tena[11]. Los nuevos objetivos de Martínez de Bedoya se encaminaban a conseguir la estabilidad económica y un soporte legal para Auxilio Social. El primero se consiguió con los fondos de los presupuestos del Estado y el segundo reforzando las actividades benéficas[12].

 

 Por Decreto de 19 de marzo de 1938, las subvenciones del Fondo de Protección Benéfico-Social quedaron en manos de la Delegación de Auxilio Social, pues ésta se convirtió en la encargada de distribuirlas entre las diferentes instituciones asistenciales.

 

Los resultados de esta organización benéfica fueron espectaculares, en octubre de 1939 Auxilio de Invierno había fundado 2.847 comedores y 1.561 Cocinas de Hermandad, en las que asistía diariamente a 496.637 niños y 548.331 adultos, respectivamente.

 

En virtud del Decreto de la Jefatura del Estado de 17 de mayo de 1940 y en vista de la actuación benéfica, durante los tres años anteriores, Auxilio Social obtuvo la categoría de institución oficial. Con la misión de cumplir, bajo el protectorado del Estado, las funciones asistenciales del régimen franquista. Entre los órganos que se constituyeron, figuraba el Departamento Central de Auxilio de Invierno que seguiría ofreciendo ayuda asistencial en esas instituciones hasta la década de los años 80, pero en menor medida, como se puede comprobar en la siguiente tabla:

 

TABLA 1

DEPARTAMENTO CENTRAL DE AUXILIO DE INVIERNO:

COMEDORES INFANTILES Y COCINAS DE HERMANDAD

 

30 de octubre

Nº Comedores Infantiles

Niños asistidos diariamente

30 de octubre

Nº Cocinas de Hermandad

Adultos asistidos diariamente

1936

1

100

 

 

 

1937

711

73.336

1937

150

20.541

1938

1.265

91.853

1938

293

81.057

1939

2.847

496.637

1939

1.561

548.331

1940

2.254

288.548

1940

1.355

333.396

1941

2.373

245.318

1941

1.522

235.157

1942

2.163

209.810

1942

1.262

196.483

1943

2.063

207.880

1943

1.180

132.214

1944

1.673

122.401

1944

1.152

104.447

1945

1.350

100.940

1945

812

83.563

1946

1.340

93.105

1946

817

7.402

1947

844

42.025

1947

522

32.984

 

FUENTE: Archivo General de la Administración del Estado (AGA)

 

Después de un crecimiento vertiginoso, durante los cuatro años siguientes a su creación, Auxilio de Invierno pasó por un período de equilibrio, para iniciar un lento descenso en torno a 1944-1945. La diferencia del número de instituciones entre los años de máximo apogeo como 1939 y 1947 es notable, pero aún más si comparamos las cifras de 1947 con las del año 1963, en que el número de los comedores era de 224 y el de Cocinas de Hermandad de 116. Al año siguiente (1964) el descenso fue más acusado, pues, en el período de doce meses, el número de Comedores se redujo a 63 y el de Cocinas a 38.

 

A medida que España se recuperaba económica y socialmente, estos tipos de instituciones iban disminuyendo para establecer otras que satisfacían las necesidades de cada momento. En la décadas de los años 60 y 70, los comedores y las cocinas de hermandad fueron transformados en centros de educación especial y clubes de ancianos. De la infancia desvalida pasábamos a una vejez en busca de mejores condiciones de vida, y de niños pobres a niños con necesidades educativas específicas[13].

 

El Departamento Central de la Obra de Protección a la Madre y al Niño

 

Auxilio de Invierno había sido el comienzo de una gran labor social. Con los Comedores y Cocinas de Hermandad se pretendían remediar las necesidades más urgentes de la guerra. Pero una vez cubiertas éstas y acabada la contienda, la Obra de Protección a la Madre y al Niño iba a mejorar el nivel de vida de los españoles: «Hombro con hombro hemos de ir ganando terreno a la ignorancia y a la miseria, a la enfermedad, a la delincuencia y a la mortalidad infantil»[14].

 

La obra perseguía un fin demográfico, pero también cultural. La educación religiosa y política de acuerdo con el Nacional-Sindicalismo no podía faltar. «Antes de las comidas se rezaban las oraciones y después se cantaba el himno falangista con el brazo extendido». Además, raza e imperio se convertían en los dos pilares del Auxilio Social y del Nacional-Sindicalismo, porque lo fundamental «para ser fuertes como nación, para aspirar a una España Imperial se necesita que el problema de la salubridad esté resuelto»[15].

 

La Obra Nacional-Sindicalista había surgido en mitad del conflicto, pero adquiría especial relevancia en la posguerra, pues «llevaría a la práctica la política demográfica del Estado Nacional-Sindicalista, elevando el nivel de salud y de cultura de las madres, moldeando una infancia fuerte y alegre, confiriendo a los hogares necesitados la ayuda necesaria para el logro de condiciones normales de existencia»[16]. Esta obra pretendía conseguir madres fuertes e hijos sanos a través de sus tres secciones: protección a la madre, protección al niño con familia y protección al niño huérfano.

 

El servicio de protección a la madre contaba con Hogares de Embarazadas, Hogares de Madres, Policlínicas y Consultorios de maternología, Colonias de Recuperación y Colonias de Descanso para Madres Trabajadoras. A las futuras madres que estuviesen debilitadas y con escasos recursos económicos se les asistía en los Hogares de Embarazadas, en los cuales tenían alimento, residencia y formación, así como atención sanitaria durante el embarazo en Policlínicas y Consultorios de Maternología[17].

 

Los Centros de Maternología garantizaban la salud especialmente de las futuras madres. Cuando la gestante acudía a la consulta se le inscribía en el centro y si no padecía anomalía o enfermedad alguna, el médico realizaba un control mensual de su estado. Al llegar al último mes del embarazo, la gestante recibía un resumen de su historia médica para que lo presentase en la Casa de la Madre en el momento de dar a luz. Pero las mujeres que tenían complicaciones durante el embarazo eran internadas en los Hogares de Embarazadas. De igual modo, las mujeres solteras y sin recursos ingresaban en estas instituciones. Allí tenían residencia, alimento y formación política. Además de asistencia religiosa y moral, especialmente para que las mujeres solteras no abortasen[18].

 

Después del nacimiento del bebé, las mujeres pasaban al Hogar de Madres, donde se reponían del parto junto a los recién nacidos. Además existían las Colonias de Recuperación y de Descanso para Madres Trabajadoras, situadas lejos de la ciudad y próximas a la sierra o al mar, con la finalidad de que las madres recuperasen las fuerzas necesarias para criar a sus hijos y atender sus hogares. La educación y la propaganda nacional-sindicalista no podían faltar en este tipo de centros. Dos días por semana se impartían charlas para explicar los 26 puntos doctrinales. Y los domingos, el capellán o las religiosas se ocupaban de la lección de Doctrina Cristiana. Asimismo, las mujeres que quisieran, podían ampliar sus conocimientos en todo lo relacionado con nociones de cocina, labores del hogar, cuestiones estéticas y principios de la higiene corporal[19].

 

El departamento de protección al niño con familia estableció: Centros de Alimentación Infantil, Guarderías, Jardines Maternales y Colonias. Los Centros de Alimentación Infantil eran dirigidos por médicos que se encargaban de la alimentación de los niños menores de dos años y medio[20]. Las Guarderías y los Jardines Maternales se crearon para cuidar a los niños de un mes a tres años y de tres a siete, respectivamente, mientras sus madres trabajaban. En cada institución se cuidaba a niños de diferentes edades, pero todas tenían la misma finalidad: convertirlos en personas adultas sanas y fuertes.

 

Las actividades que los niños realizaban en los Jardines Maternales durante los primeros años (3-5 años) se agrupaban en cinco bloques: ejercicios corporales, ejercicios de activación sensorial, afanes lúdicos, adquisición de hábitos elementales e iniciación religiosa. Como medio didáctico se utilizaban los juegos montessorianos, decrolyanos y frobelianos. La religión católica se explicaba con historias sacadas del Antiguo y del Nuevo Testamento, con las estampas o grabados de Dios, Jesucristo, la Virgen, etc.

 

Para los niños de cinco a siete años, la maestra estructuraba las enseñanzas en los siguientes bloques: ejercicios de actividad sensorial, ejercicios sensoriales, juegos educativos, desenvolvimiento del sentido rítmico, dibujo y trabajos manuales, narración de cuentos, iniciación al lenguaje y al cálculo, canto e iniciación religiosa. Los niños de esas edades también asimilaban conocimientos mediante juegos montessorianos, decrolyanos y frobelianos, pero las actividades ya incluían aprendizajes memorísticos, en el caso de la religión católica recitaban las oraciones, los mandamientos, los sacramentos, etc.

 

Las virtudes principales que debía poseer la maestra de un centro infantil eran la paciencia y el cariño. La selección de contenidos se hacía siguiendo un criterio pedagógico más que evolutivo, pues se adaptaba el aprendizaje a los conocimientos previos del niño. Además, se daba gran importancia a los valores: «Enséñeles a rezar con unción, a tratar a sus compañeros con cariño, a respetar las cosas y ordenarlas, a obedecer con diligencia, y sea ella perenne ejemplo de bondad, rectitud y amor al trabajo»[21].

 

Los lugares más adecuados para establecer las guarderías fueron los barrios obreros, debido al colectivo al que iba dirigida esta ayuda. Este tipo de centros también destacó en los medios rurales porque, en los meses de verano, las mujeres salían a trabajar al campo y desatendían a sus hijos o los dejaban con las vecinas.

 

Otro tipo de instituciones eran las Colonias de Auxilio Social, de carácter temporal o permanente, para que los niños cambiasen de clima y estuviesen durante algún tiempo en zonas de montaña o de costa. En las Colonias apartadas de la población, se instalaba una capilla en alguna de las habitaciones disponibles, para el ejercicio de la religión, cuyo responsable era un sacerdote. La educación y la propaganda nacional-sindicalista tampoco podían faltar en este tipo de centros. Con frecuencia se impartían charlas para explicar los 26 puntos doctrinales, y el capellán, alguna beata o una cuidadora se ocupaba de las charlas religiosas. A las Colonias podían asistir niños y niñas, pero con la siguiente condición: «Alternará una expedición de niños varones con una de niñas a fin de que ambos sexos disfruten de las Colonias, pero completamente separados»[22].

 

La otra sección de la Obra de Protección correspondía a los niños huérfanos o abandonados. Los Hogares Maternales o de Lactantes eran la prolongación de los Centros de Maternología y acogían a niños de un mes a tres años para ejercer la función que realizaban las casas cunas. La primera exigencia de estos hogares era que las madres ingresaran con los hijos, salvo en los casos en que éstas fueran tuberculosas, dementes o impedidas, estuvieran hospitalizadas o hubiesen fallecido. En estas situaciones, las cuidadoras de los Hogares intentaban sustituir, en cierto modo, a la familia ausente proporcionándoles el afecto necesario, para que añorasen lo menos posible a las madres[23].

 

A las acogidas se les concedía una gratificación mensual y permanecían en los Hogares Cuna hasta el destete de los niños. Llegado este momento, las madres dejaban allí a sus hijos para buscar trabajo y normalizar su situación. También se les permitía ausentarse de la localidad, en cuyo caso Auxilio Social enviaba correspondencia y fotografías del niño. No obstante, los capellanes tenían la misión de localizar a los familiares con el objetivo de que estas mujeres volvieran a sus hogares[24].

 

Cuando las madres no podían vivir con sus hijos y éstos tenían la edad de tres años pasaban a los Hogares Infantiles, donde permanecían hasta los siete en régimen de internado. Estas instituciones tenían una doble función, en invierno eran Hogares y en verano se convertían en Colonias. La educación que recibían los niños dependía de donde estuviese instalado el Hogar, si estaban cerca de alguna población podían realizar el curso escolar en escuelas públicas, si no las maestras de Auxilio Social se encargaban de las lecciones escolares:

 

«En estas instituciones de AUXILIO SOCIAL los niños han aprendido a levantar su bracito en alto en un afán de caricia, en un instintivo ademán de bendición, mientras que ellas —generosas mujeres de España—, toca azul y delantal blanco, enseñan, cuidan, miman y protegen estos brotes benditos que mañana ha de ser los firmes y seguros puntales de nuestro Imperio. El juego, las primeras letras, son motivos de gozo. Y las grandes ideas, los altos estímulos, los de la religión, la patria, se representan ante ellos a la vez majestuosa y entrañables. Es la Virgen que juega con el niño. Es Jesús centro de reunión, de pequeños de su edad (…)»[25].

 

Pero será a los siete años cuando la educación adquiere especial relevancia. Los Hogares Escolares acogían a los niños de esta edad «para hacer de ellos buenos cristianos, que es el punto de partida para que sean buenos españoles». La formación nacional-sindicalista adquiría pleno sentido en los Hogares Escolares, los cuales eran de dos tipos: de primer grado y de segundo grado. En los primeros eran acogidos «aquellos que por su capacidad intelectual, sus inclinaciones o su vocación conducen hacia el estudio», es decir, los más destacados entraban en este primer grado que terminaba a los once años para acceder a los Hogares de Estudios. El segundo grado ofrecía cultura general a aquellos que deseaban especializarse en algún oficio industrial o en la agricultura. Este grado de más larga duración, de siete a catorce años, permitía el acceso a los Hogares de Aprendizaje. En ambas modalidades el régimen disciplinario era el mismo:

 

«La oración por la mañana al levantarse —el rendir homenaje a la bandera de la Patria que es el símbolo (sic) de su Unidad—, la atención diaria de la higiene —instalaciones de duchas—, las clases que se alternan con el ejercicio físico de gimnasia, la organización de equipos de hockey, de baloncesto, o también, entre las chicas, el cultivo del canto, de la danza regional, mientras que los muchachos tienen bandas de trompetas y tambores, o forman coros»[26].

 

 

 

 

[1] Cfr. CERDEIRA GUTIÉRREZ, I.: «Los Servicios Sociales del Franquismo a la Constitución», en Cuadernos de Trabajo Social, 1987, 135-158
[2] El Ministerio de Trabajo había sido el máximo responsable del sistema de Beneficencia y Asistencia Social hasta el comienzo de la guerra; iniciada ésta, dicho sistema quedó desarticulado hasta el mes de octubre cuando pasó a depender del Gobierno General del Estado.
[3] Cfr. ORDUÑA PRADA, M.: El Auxilio Social (1936-1940). La etapa fundacional y los primeros años, Escuela Libre Editorial, Madrid, 1996. Éste es el estudio más riguroso que existe hasta el momento sobre la historia de Auxilio Social en la Guerra Civil española. Cfr. MARTÍNEZ DE BEDOYA, J.: Memorias desde mi aldea, Ámbito Ediciones, Valladolid, 1996.
[4] Los comedores solían tener el retrato del niño Jesús, el yugo y las flechas, las banderas y los retratos de José Antonio Primo de Rivera y de Francisco Franco.
[5] Ésta fue la denominación que adquirió el colectivo de personas que se avergonzaban de mendigar en público. Tal y como afirma Elena Maza Zorrilla (en Pobreza y Asistencia Social en España 1868-1936, Universidad de Valladolid, 1987, 25): «Son pobres que no quieren serlo, ni demostrarlo, ni padecerlo ni, por supuesto, integrarse en el mundo de la pobreza»
[6] Cfr. Boletín de Auxilio Social, n.° 3, Valladolid, mayo de 1937, 1.
[7] Según el artículo 3.° del Decreto de 7 de octubre de 1937, el cumplimiento del Servicio Social era necesario para: «a) la expedición de los títulos que habiliten para el ejercicio de cualquier carrera o profesión; b) su inclusión en las oposiciones y concursos para cubrir plazas vacantes en la Administración del Estado, Provincia o Municipio, o tener en éste destinos de libre nombramiento; c) el desempeño de empleos retribuidos en las empresas concesionarias de servicios públicos o en entidades que funcionen bajo la fiscalización o intervención inmediata del Estado, y d) el ejercicio de todo cargo de función pública o responsabilidad política». El reglamento fue aprobado el 28 de noviembre del mismo año.
[8] AUXILIO SOCIAL: Normas y orientaciones para Delegados. II Congreso Nacional, Afrodisio Aguado, Valladolid, 1938, 35.
[9] La cursiva es mía.
[10] Cfr. Boletín de Auxilio Social, n.° 3, Valladolid, mayo de 1937, 1.
[11] Por Ley de 30 de enero de 1938 la Administración Central del Estado se organizó en Departamentos Ministeriales: Asuntos Exteriores, Justicia, Defensa Nacional, Orden Público, Interior, Hacienda, Industria y Comercio, Agricultura, Educación Nacional, Obras Públicas, y Organización y Acción Sindical.
[12] Entre las actividades que se incluyeron, cabe destacar la Beneficencia de Guerra, un departamento que dirigía el delegado de Beneficencia y que era muy similar al Auxilio Social de Vanguardia, otro servicio benéfico de Auxilio Social encargado de llevar provisiones a los territorios que iban siendo conquistados por el ejército nacional. Por orden de Martínez de Bedoya, ambos departamentos se fusionaron bajo el nombre de Auxilio a Poblaciones Liberadas. Cfr. CENARRO, A.: La sonrisa de Falange. Auxilio Social en la guerra civil y en la posguerra, Crítica, Barcelona, 2006, 22-37
[13] Otro tipo de comedores eran los destinados a los diabéticos, que eran instituciones provistas de un consultorio y laboratorio, y funcionaban en Madrid y Córdoba. También se instalaron comedores en ayuda a los damnificados, exiliados, extranjeros y transeúntes.
[14] Carmen de Icaza pronunció estas palabras en una conferencia celebrada en Valladolid, con motivo de una visita de peregrinos franceses que fueron a conocer la obra de Auxilio Social (Libertad, 12 de julio de 1938).
[15] Doctor NOGUERA TOLEDO: «La Moderna lucha nacional antituberculosa», en Norte de Castilla, 8 de febrero de 1938.
[16] FALANGE ESPAÑOLA TRADICIONALISTA Y DE LAS JONS: Auxilio Social. Obra Nacional Sindicalista de Protección a la Madre y al Niño, Madrid, 1940, 9.
[17] 7 Cfr. MENDIZÁBAL, M., y GONZÁLEZ, A.: Índice de la labor desarrollada en las Casas de la Madre de Auxilio Social en Madrid, Dirección General de Beneficencia y Obras Sociales, Delegación Nacional de Auxilio Social, Madrid, 1958
[18] «La lucha contra esta terrible plaga es de tipo científico y de tipo social. De tipo científico porque existe un gran número de abortos espontáneos y no deseados por la mujer. Mucha más importancia supone, como se comprenderá, la lucha social contra el aborto criminal. La necesidad que asignábamos anteriormente al establecimiento de los Hogares de Embarazadas era precisamente teniendo en cuenta la posible hospitalización, con asistencia religiosa, moral y médica, de embarazadas solteras que, sin esta protección, caen fácilmente en la tentación del aborto criminal, con todas sus consecuencias» (FALANGE ESPAÑOLA TRADICIONALISTA Y DE LAS JONS: Auxilio Social y el problema demográfico español (1939-1950), Auxilio Social, Madrid, s/f., 10)
[19] Cfr. FALANGE ESPAÑOLA TRADICIONALISTA Y DE LAS JONS: Puericultura en el Hogar, Auxilio Social, Madrid, 1939.
[20] Cfr. FALANGE ESPAÑOLA TRADICIONALISTA Y DE LAS JONS: Obra Nacional-Sindicalista de Protección a la Madre y al Niño, Auxilio Social, Madrid, 1942.
[21] «La maestra de párvulos e infantes ha de ser antes que nada una madre, y la escuela ha de convertirse en hogar donde no falte una dulce ternura femenina, un amor rayano en el sacrificio y una santa paciencia a prueba de contrariedad y desánimos» (BAS, n.° 11,Valladolid, diciembre 1938, 2).
[22] AUXILIO SOCIAL: Normas y orientaciones para Delegados. I Congreso Nacional, Afrodisio Aguado,Valladolid, 1937, 44
[23] Cfr. SERNA ESPINA, L.: Acción de Auxilio Social en la protección del niño abandonado, Delegación Nacional de Auxilio Social de Falange Española Tradicionalista y de las JONS, Madrid, 1952.
[24] Cfr. AUXILIO SOCIAL: MAZA, J.: Hogar Cuna «Carmen Franco», Auxilio Social, Madrid, 1944.
[25] AGA-Cultura, Hogares Infantiles.
[26] AGA-Cultura, Hogares Escolares.
 

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