Ochenta años cuidando la ciencia en España: el CSIC, por Mª del Pilar Pérez García

Mª del Pilar Pérez García (Pituca)

Historiadora

Continuamos con los aniversarios. Llevamos unos años en los que estamos recordando el nacimiento de grandes instituciones e infraestructuras españolas creadas hace 85 años, que no solo perduran a día de hoy, sino que seguimos disfrutando de ellas y siguen despuntando a nivel internacional.

Al igual que el caso de la creación de la ONCE, la RENFE, de RTVE, la Universidad Autónoma, la construcción del Hospital de La Paz, etc… Este año se cumple el 85 Aniversario de la creación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, exactamente este mes de noviembre. El conocido CSIC nace por una Ley de 24 de noviembre de 1939 (BOE nº 332, de 28 de noviembre de 1939, 6668-6671) donde se le asignaba la misión de fomentar, orientar y coordinar la investigación científica nacional:

(…) urge instaurar una etapa de investigación científica, en la que ésta cumpla, de manera inexorable, sus funciones esenciales: elaborar una aportación a la cultura universal; formar un profesorado rector del pensamiento hispánico; insertar a las ciencias en la marcha normal y progresiva de nuestra historia y en la elevación de nuestra técnica, y vincular la producción científica al servicio de los intereses espirituales y materiales de la Patria. (…)[1]

Se intentaba, más que centralizar el trabajo científico, coordinarlo, vigorizar la tarea de cada investigador y de cada centro, mantener la libertad y la iniciativa. El Consejo se plantea como una entidad con personalidad propia, que goza de plena autonomía para cuanto significa su vida y funcionamiento, con libertad para variar y extender su organización, crear nuevos Institutos y elegir sus miembros. Su creación se concibe como algo nuevo en España, no limitándose a recoger las herencias de instituciones que pudieran ser precedentes suyos, sino que pretende emprender tareas y abrir campos antes no trabajados. Una de sus características más relevantes es la concepción unitaria de la ciencia, siendo un reconocimiento de la unidad de la Verdad, usando como símbolo el arbor scientiae, emblema del Consejo.

El CSIC está compuesto por unos órganos de investigación como son los Patronatos, y dentro de éstos los Institutos, los Servicios Bibliográficos, premios, publicaciones y otros centros como la Escuela de Auxiliares de Investigación. Los Patronatos se dedican a coordinar las labores de investigaciones en cada una de las ramas que se trabajan en el Consejo. Éste cuenta con ocho Patronatos que llevan el nombre de personalidades españolas que destacaron en diferentes materias. Los Patronatos son ocho denominados:

  • “Raimundo Lulio”, de Ciencias Teológicas, Filosóficas y Jurídicas. Se pone en honor del beato filósofo, poeta, teólogo y misionero mallorquín. Uno de los pioneros en usar el catalán escrito y en utilizar la lengua neolatina para sus escritos filosóficos, científicos, técnicos y novelísticos.
  • “Marcelino Menéndez Pelayo”, de Historia, Filosofía y Arte. Por el escritor español, filólogo, crítico literario e historiador que consagró su trabajo a la historia de las ideas, la interpretación crítica y la historiografía de la estética, la literatura española e hispanoamericana y a la filología hispánica en general.
  • “Santiago Ramón y Cajal”, de Medicina y Biología Animal. Recordando al destacado médico español, especializado en histología y anatomía patológica. Compartió el premio Nobel de Medicina en 1906 con Camillo Golgi «en reconocimiento de su trabajo sobre la estructura del sistema nervioso».
  • “Alonso de Herrera”, de Biología Vegetal y Ciencias Agrícolas. En honor al brillante agrónomo y escritor español, autor entre otros título de Agricultura general.
  • “Alfonso El Sabio”, de Matemáticas, Física y Química. Rey de Castilla, de León y de los demás reinos y reconocido no solo por sus buenas decisiones y gestión en su mandato, es de destacar por la obra literaria, científica, histórica y jurídica realizada por su escritorio real.
  • “Juan de la Cierva”, de Investigación Técnica. Nombre en recuerdo del conocido inventor y científico, también  Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos y aviador, inventor del autogiro, precedente del actual helicóptero.
  • “José María Quadrado”, de Estudios Locales. Su nombre se debe al fue un periodista, archivero, escritor e historiador mallorquín.
  • “Diego Saavedra Fajardo”, de Estudios Geográficos, Bibliográficos y Económicos, por el escritor y diplomático español, autor de numerosas obras de pensamiento político entre otros temas.

En su organización se cuenta con la colaboración de las Reales Academias, Bibliotecas y Museos, Escuelas de Ingenieros, Veterinarios, Ejército, Ciencias Sagradas, Instituto de Estudios Políticos e Investigación Privada, sin olvidar a  las Universidades:

Es inexcusable contar, en primer término, con la cooperación de las Reales Academias, que durante largos años han mantenido el espíritu tradicional de la cultura hispánica, y, por otra parte, con la Universidad, que en su doble cualidad de escuela profesional y elaboradora del desarrollo científico, ha de considerar a la investigación como una de sus funciones capitales. Hay que enlazar, finalmente, esta acción investigadora con los centros de la ciencia aplicada, singularmente en esta gran hora de España, en que se impone el cultivo de la técnica, para aprovechar, en beneficio de la riqueza y prosperidad del país, todas las energías físicas y biológicas de nuestro territorio.[2]

Por último, en este breve resumen de lo que es esta Institución tan emblemática, destacar que uno de sus fines primordiales desde sus inicios era la comunicación e intercambio con los demás centros investigadores del mundo. Facilitar la estancia de profesores y estudiantes en el extranjero y la misma en España para profesores y estudiantes de otras naciones, así como la colaboración en congresos científicos internacionales, siempre con un sistema de pensiones, plan de viajes, residencias y propuestas.

Este tipo de creaciones ponen de manifiesto que, siendo una época difícil tras haber pasado una guerra cruenta, existía una mentalidad abierta y con necesidad de conocer y aportar nuevos descubrimientos no solo para nosotros sino al mundo. Esto está muy lejos de lo que hoy en día se oye continuamente, de que la sociedad de aquel momento era triste y gris, cerrada en sí misma. No menospreciemos a nuestros mayores, porque ellos son los responsables de lo que vivimos ahora. Gracias a ellos podemos decir que el CSIC es la séptima institución científica del mundo.

[1] BOE nº 332, de 28 de noviembre de 1939, 6668

[2] Ídem.


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