Medio siglo en Europa: una nota sobre el preludio, por Juan Velarde Fuertes

 

Juan Velarde Fuertes

Razón Española

Efectivamente, el ingreso oficial de España en el conjunto de la economía europea ocurrió en 1985, con las firmas correspondientes —por cierto, simultáneas a las efectuadas en Lisboa, dato que conviene siempre recordar—; pero, a partir de febrero de 1986, fue cuando todas las actividades económicas de España pasaron a depender, no sólo de decisiones nacionales, sino, simultáneamente, de las europeas, iniciándose así una nueva etapa de nuestra historia económica. Realmente, es el momento de la primera fuerte vinculación con esa nueva realidad económica que es la Comunidad Económica Europea, culminando un proceso que se había iniciado en diciembre de 1962, y que, en 1964 comenzó a tener consecuencias. A partir de octubre de 1970, como consecuencia de la acción iniciada por Alberto Ullastres, realmente se concluía. Alberto Ullastres había sido ministro de Comercio de 1957 a 1965, y desde ese puesto, fue el gran gestor de la liquidación de la política exterior española proteccionista, la cual, a través de una serie de decisiones sucesivas, se vio convertida en 1935, como señaló Perpiñá Grau, en una economía autarquizante. La acción de Ullastres la convirtió en una que aceptaba las ventajas y los riesgos de las realidades globalizadoras.

Ullastres, en un almuerzo al que me invitó cuando fue director de la Escuela Diplomática, me dijo que Franco, un poco más allá de su cese como ministro, lo había llamado y le ofreció —él aceptó— que fuese, con la categoría de embajador, el que negociase en Bruselas, con la Comunidad Económica Europea (CEE), las condiciones para la integración española. «Tras señalarle yo mi aceptación, añadió, al despedirme, que me había enviado a Bruselas, aunque ya sabía que era una ciudad muy aburrida, pero que eso no me preocupara, porque yo era una persona piadosa.»

Ullastres, discípulo de Flores de Lemus, había tomado parte en ese conjunto de notables economistas que habían tenido a  un gran maestro en Flores de Lemus y que, al constituirse el Instituto de Estudios Políticos, pasaron a formar parte de su Sección de Economía. Uno de ellos era Valentín Andrés Álvarez, que al trabajar los enlaces entre el modelo macroeconómico fisiocrático y el microeconómico de los Walras y Pareto, se había encontrado con las entonces investigaciones iniciales de Leontief al construir la Tabla input-output. Por eso, decidió actuar y con la ayuda de aquel gran estadístico que fue el profesor Alcaide y los datos ofrecidos por el Servicio Sindical de Estadística, comenzó a construir, y lo logró; la primera Tabla input-output de la economía española para 1954, precisamente desde el Instituto de Estudios Políticos.

Otro excelente economista, Manuel de Torres, simultáneamente y para el mismo año de 1954, construyó la primera Contabilidad Nacional de España, un modelo que completaba la citada aportación de Valentín Andrés Álvarez. Torres comprendió el interés de poseer ambos modelos, y para mejorarlos todo lo posible, al ser decano de la Facultad de Ciencias Políticas y Económicas de Madrid, convocó a toda la serie de expertos en ellos y, al pasar Valentín Andrés Álvarez a investigar otras cuestiones, Torres se incorporó, con asistencia a multitud de convenciones y reuniones europeas a un conjunto de trabajadores notables en ambos modelos.

Todo esto es sabido en el mundo de la historia de la economía española, y por eso estaba al cabo de la calle el profesor Ullastres. Soy testigo, por ser entonces profesor adjunto en esa Facultad y encargado de explicar cursos de economía española, y muy vinculado al ámbito del profesor Torres, de las conversaciones que existieron entre él y Ullastres. Decidieron que, como consecuencia de los debates que iban a existir en Bruselas, a través del modelo input-output, Ullastres solicitaría a Torres, que, a través naturalmente de la matriz inversa, señalase las consecuencias de las cesiones que se exigiesen a España o de las concesiones que él lograse obtener. Como la Tabla de 1954 estaba muy lejos, Torres, con ayuda de Alcaide, la actualizó, y pasaron a ser continuos los mensajes de Ullastres a este último sobre las citadas cesiones y concesiones debatidas, que eran numerosísimas. Por ejemplo, señala Ramón Tamames en su obra clave La Unión Europea, que «las negociaciones fueron sumamente prolijas».

Vinieron y se contestaron preguntas y respuestas de modo continuo; de este modo, Ullastres alcanzó el llamado Acuerdo Preferencial España-CEE, firmado en octubre de 1970. Evidentemente, este Acuerdo que ha sido repetidamente calificado como un auténtico éxito diplomático español, ha de considerarse el inicio económico y político de una nueva realidad de España. Creo que debe destacarse esto, cuando ahora se cumple exactamente medio siglo de lo que desde entonces vivimos, en nada parecido en lo económico y en lo político a lo anterior.

España se incorporó, a través de todo este complejo de realidades, a lo que toda una serie de políticos y de intelectuales católicos españoles deseaban. Digo esto, porque el mundo comunitario no se entiende si prescindimos de aquellos padres iniciales, constituidos por el grupo de Konrad Adenauer, Robert Schuman y Alcide de Gasperi, que en España enviaban un mensaje de novedad europea, aceptado por políticos muy católicos como José Larraz, y desde luego, por Fernando María Castiella; recordemos que éste era de misa diaria incluso corriendo riesgos para ello, como le sucedió en unas negociaciones en Arabia Saudí, donde todo lo cristiano estaba perseguido. Se iniciaron una serie de planteamientos y debates que, en la Transición, culminaron con la acción de Marcelino Oreja, siempre muy unido al mensaje de la Iglesia, como le había sucedido a su padre, que murió martirizado en unos acontecimientos previos a la Guerra Civil en Mondragón en 1934, durante la II República.

En esta nota he intentado ampliar ciertos datos de las raíces que generaron ese cambio radical que España ha experimentado desde 1970, y culminado plenamente desde febrero de 1986. Da la impresión de que puede acabar constituyendo uno de los puntos clave que determinen nuestro futuro.

 


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