Marañón exiliado, por Manuel Clemente Cera

Manuel Clemente Cera

Razón Española

El imperio de la falacia se ha adueñado de los medios de comunicación de masas. Recientemente, en un telediario se ha divulgado la grata noticia de que el Ayuntamiento de París, en reconocimiento a la figura del médico y humanista don Gregorio Marañón Posadillo, ha colocado una placa conmemorativa en la casa donde vivió durante sus años de exilio en esta capital cuando huyó de la zona roja. Se destacó la favorable acogida que tuvo en la capital de Francia durante su estancia, entre médicos, escritores y políticos, pudiéndose dedicar al estudio y cultivar sus excepciona-les dotes de escritor. Esta contingencia propició la publicación de la primera edición del insustituible libro para médicos y estudiantes Manual de diagnóstico etiológico —aunque de mayor extensión, símil al breviario de un canónigo—cuyo proyecto gestado anteriormente, pudo materializarse en París el año 1943. Su actualidad ha generado sucesivas ediciones, las dos últimas, ampliadas y puestas al día por el profesor Alfonso Balcells Gorina. Estos días se ha hablado con énfasis del exilio, pero no de las circunstancias que condicionaron su alejamiento patrio.

El día 11 de abril de 1931, víspera de las elecciones municipales convocadas por el almirante Aznar, Marañón, Ortega y Gasset y Pérez de Ayala, firmaron el manifiesto de la Agrupación al Servicio de la República, invitando al pueblo madrileño para que votase la candidatura republicana. Desde los primeros momentos de la proclamación del nuevo régimen, el progresismo más siniestro descubre sus intenciones agitadoras desvirtuando la República. En el mes de mayo, surgen los primeros conatos revolucionarios. Las masas desbordadas intentan el asalto de ABC, y se encarcela a su director. Las gravísimas alteraciones del orden público junto a los virulentos enfrentamientos entre manifestantes y la Fuerza Pública, culminan con el incendio de varios conventos de Madrid, quedando algunos completamente calcinados. “Los tres intelectuales que habían firmado el famoso manifiesto empiezan a advertir, a los pocos meses de la proclamación de la República, que estaba siendo falsificada. Ortega llega a exclamar en el periódico Crisol: «No es esto, no es esto...», cuando todavía no se habían cumplido los cinco meses del nuevo régimen”, según Marino Gómez Santos.

Tan lamentables sucesos, precipitaron la dimisión del ministro de la Gobernación, Miguel Maura Gamazo y la definitiva desvinculación política del sistema de Marañón, Ortega, y Pérez de Ayala. Tan pronto como se inicia el Alzamiento Nacional el 18 de julio de 1936, el terror se apodera de la zona roja, cayendo numerosas víctimas inocentes en manos de las milicias desenfrenadas, alentadas por el Frente Popular. El 22 de agosto, es asesinado en el patio de la cárcel Modelo de Madrid, junto a otras personalidades, Fernando Primo de Rivera, hijo del dictador y hermano de José Antonio, fundador de Falange Española. Capitán de Caballería retirado por la ley de Azaña, era médico vocacional, colaborador en el Servicio del Dr. Marañón del Hospital Provincial, junto a otros facultativos, desposado con Rosario Urquijo de Federico.

Al día siguiente de su ejecución, el 23 de agosto, Rosario se personó en el Hospital con la intención de pedir a Marañón que le ayudase a recuperar el cadáver de su esposo para darle sepultura en el panteón familiar. Don Gregorio, estaba visiblemente impresionado y extraordinariamente contraria-do, pues le tenía singular estima y consideración por su bondad. Su indignación le hizo manifestar que era un crimen brutal y una canallada. Inmediatamente, al oír estas exclamaciones un médico joven de los asistentes al Servicio, se acercó en tono conminatorio, sujetando por las solapas a Marañón diciéndole: «Esto es lo que hay que hacer con los fascistas y con los que les protejan». Marañón turbado, no contestó, ni volvió por el Hospital. Escena relatada por Sor Matilde Altés al Dr. don Vicente Pozuelo Escudero, discípulo predilecto de Marañón y autor del libro Marañón y su obra en la medicina. Aparece un artículo de Manuel Aznar en el «Diario de la Marina», de La Habana, en febrero de 1937, cuando nuestro insigne médico estaba ya en París, titulado «El gran argumento de Marañón», ante una asamblea de intelectuales franceses que pedían a Marañón precisiones concretas sobre la España roja, respondió el ilustre biólogo español: «El 88 por ciento de los profesores de Madrid, Barcelona y Valencia, ha tenido que huir al extranjero y abandonar España con la máxima celeridad. ¿Y saben ustedes por qué? Sencillamente, porque temían ser asesinados por los rojos, a pesar de que algunos intelectuales amenazados eran tenidos por hombres de izquierdas». Marañón y su familia embarcaron en el mes de noviembre en el destructor inglés «Active». El gobierno francés gestionó su salida, como Doctor Honoris Causa de la Soborna, donde pronunció una conferencia. El firme presentimiento de que en cualquier momento podía ser asesinado por las gentes del Frente Popular, que varias veces le habían amenazado, fue el verdadero motivo de su expatriación.

En la primavera de 1943, en plena guerra mundial, regresó definitivamente a España, instalándose en la calle Montalbán número 11 de Madrid, reanudando su consulta privada y sus actividades académicas. El primero de octubre de 1944, se incorpora a su cátedra de Endocrinología. Un año después, traslada su domicilio y consulta al Paseo de la Castellana, 59. Siguen los años de intensa vida intelectual, dedicación universitaria, investigación, e incorporación a las Reales Academia de Ciencias y Bellas Artes de San Fernando de las que había sido electo, además de pertenecer a las de Medicina, Historia y Española de la Lengua. Confraternizó y colaboró con el régimen de Franco. Al declinar la proposición de José Antonio Girón, ministro de Trabajo, de dirigir el Instituto de Medicina, Higiene y Seguridad del Trabajo, es nombrado pocos días después Asesor médico por el nuevo titular, Alfonso de la Fuente Chaos. Se sumó fervientemente, como Jacinto Benavente, a la grandiosa manifestación que tuvo lugar en la Plaza de Oriente de Madrid en 1946, contra las Naciones Unidas, en señal de protesta por las injustas sanciones contra España, impuestas por inspiración soviética al término de la Segunda Guerra Mundial, en un fallido intento de derrocar al régimen surgido el 18 de julio. Su hijo, Gregorio Marañón Moya, alférez provisional durante la Cruzada, fue nombrado Presidente del Instituto de Cultura Hispánica en sustitución de Blas Piñar y, después, embajador en Argentina. Tengo el pleno convencimiento de que el autor de Ensayos liberales, no hubiera tolerado la actual manipulación de su temporal alejamiento patrio.

 

1 Dominique VENNER: Les Blancs et les Rouges. Histoire de la Guerre Civile Russe (1917-1921), Pygmalion-Watelet, Paris 1997. Stephan COURTOIS et al.: Le livre noir du communisme. Crimes, terreur, représion. Robert Laffont, Paris, 1997. Trad, esp. Planeta, Madrid, 1998. Pierre RiGouurr et Ilios YANNAKAKIS. Un payé dans l’Histoire. Le débat franpais sur le livre noir du communisme. Robert Laffont, Paris 1998.


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