La triple cuestión de Franco, por Pio Moa

Pío Moa

Escritor y analista político

 

El rescate de la verdad histórica sobre Franco y el franquismo es una tarea de máxima urgencia, en primer lugar, por sí misma, ya que un pueblo cuya historia es falseada, como hoy ocurre, se encamina a repetir lo peor del pasado.

En segundo lugar, porque la desvergonzada falsificación de la historia ataca directamente a la democracia, pues sus versiones, incapaces de sostenerse en el debate intelectual libre, necesitan parapetarse en una ley de tipo soviético, llamada “de memoria”, que ataca las libertades de opinión, expresión, investigación y cátedra.

En tercer lugar, porque se trató de un régimen tan extraordinariamente exitoso en unas circunstancias históricas tan difíciles, que es preciso abordar su estudio en profundidad, pues sin duda proporcionará lecciones importantes para evitar que la democracia se convierta de nuevo en un caos convulso y finalmente, tiránico como fue la II República. 

En 1976 el pueblo español votó en referéndum el tránsito a la democracia “de la ley a la ley”, es decir, desde la indudable legitimidad histórica del franquismo, ratificada así democráticamente. La votación fue abrumadoramente mayoritaria y en contra de los partidos de izquierda y separatistas, que se decían herederos del Frente Popular, el cual fue precisamente una alianza de sovietizantes y separatistas.

No obstante, la decisión popular empezó pronto a ser socavada por una propaganda tenaz e incesante de los partidos derrotados en el referéndum, que pretendían criminalizar la figura de Franco y su régimen. Lo que no habrían logrado sin la complicidad de unas derechas “faltas de formación histórica e ideológica”, como acertó a diagnosticar un catedrático, que empezaron por tratar de olvidar a Franco para convertirse en auxiliares y cómplices de aquellos otros que encubrían sus fechorías contra España y la democracia, so capa de “condena y lucha” contra un régimen que había dejado de existir. 

Para percatarnos del inmenso peligro que entraña hoy este antifranquismo impostado y fraudulento, debemos simplemente recordar el legado de Franco, resumible en los siguientes puntos: 

a. La paz más prolongada que haya vivido España en varios siglos y que continúa, aunque acosada por la siembra de odios y violencias de los “antifranquistas”.  

b. La unidad nacional, unida a la libertad personal, la propiedad privada y la cultura tradicional española, que habían estado muy cerca de ser destruidos por un Frente Popular. Unidad nacional, hoy de nuevo, en grave peligro por los golpismos separatistas y sus complicidades en los gobiernos PSOE y PP.

c. La continuidad de la Iglesia, parte esencial de la cultura histórica española, que había estado próxima a ser exterminada por el Frente Popular. Otra cosa son las derivas seguidas por la propia Iglesia desde hace cincuenta años. 

d. La independencia del país, evitando a España la guerra mundial y venciendo al criminal aislamiento internacional que pretendía crear una gran hambruna a los españoles. Independencia hoy supeditada a otras potencias, con un ejército inmerso en operaciones de interés ajeno, bajo mando ajeno y en idioma ajeno. 

e. Un desarrollo económico que convirtió a España en octava o novena potencia industrial del mundo, uno de los pocos países con renta per cápita superior a los 2.000 dólares de entonces. Hoy hemos retrocedido proporcionalmente.  

f. La seguridad social, que hizo de España uno de los tres o cuatro países del mundo en esperanza de vida al nacer. Y tal vez el mejor de Europa en índices de salud social (suicidio, delincuencia, drogas, alcoholismo juvenil, fracaso familiar, población penal, aborto, prostitución, etc.) En todos estos índices ha retrocedido España por las políticas “antifranquistas”. 

g. La reconciliación nacional y social después de los odios, arbitrariedad y violencias exacerbados en la república y el Frente Popular.  

h. Gracias a la reconciliación y la prosperidad, la posibilidad de una democracia “no epiléptica” como fue la república. Posibilidad que sufre hoy un peligro creciente por los manejos de un “antifranquismo” rampante en casi todos los partidos, amparado en leyes cada vez más tiránicas. 

El mayor pecado político que puede cometerse hoy es el olvido o la mentira sobre la historia reciente, pues con ello se empuja a la sociedad al conflicto social, a la violencia, la disgregación y el totalitarismo.

Por eso, es preciso que cada cual haga cuanto esté en su mano por difundir el conocimiento de los hechos históricos resumidos en un legado que ha de defenderse a toda costa; y que se movilice para frenar tales derivas mientras estemos a tiempo. 

Es responsabilidad de todos. 

 


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