España, unidad de destino en lo universal, por Pedro González-Bueno

 

Pedro González-Bueno Benítez

Revista Afán Nº 31

No sé si acierto con la titulación de este artículo porque, entre otras razones, sospecho que no son pocos los españoles, y no digamos los extranjeros, capaces de captar el profundo contenido que tiene esa definición de España, hecha por José Antonio Primo de Rivera con su inconfundible “espíritu lacónico militar”. En todo caso, ahí está encabezando estas líneas que tratan sobre la trascendencia de la Historia de España y sobre esa cosa única, inmensa e irrepetible, legado de su Imperio: ¡La Hispanidad!

Han transcurrido siglos en los que el tupido manto de la Leyenda Negra ha tergiversado machacona y maquiavélicamente los hechos y sobre todo ocultado la magnitud del buen hacer de España en el mundo, lo que ha servido a sus autores para denigrarla y arrastrarla por las cloacas de la Historia. Es indudable que España en esos siglos no ha sabido defenderse de esa confabulación internacional, de esa brutal propaganda a nivel mundial, pero no conviene olvidar que, a pesar de su postración, derrotismo y nuestra tendencia a auto inculparnos, nunca ha renunciado a valorar y enorgullecerse de su Historia, así como a reconocer su trascendencia en la historia de la humanidad. Como botón de muestra, entre un muy largo etcétera, citaré a Rubén Darío en su apasionado canto a España; a Unamuno con el padre Zacarías de Vizcarra definiendo lo que abarca la palabra Hispanidad; a Saturnino Calleja años educando en Hispanoamérica con sus libros escolares.

Pues bien, es ahora, súbitamente en este año 2021 -en una España una vez más en trance difícil – cuando una pléyade de meritorios y buenos españoles, hacen jirones ese manto y logran que brille, sin sombras ni matices, la verdad en la Historia, descubriendo, al propio pueblo español, que durante siglos ha estudiado la Historia de España, mejor dicho una Historia de España, “escrita por Ingleses y franceses”, es decir precisamente por aquellos que habiendo sido incapaces de derrocar el poderío español durante siglos, recurrieron a la poderosa arma que es la mentira, no sólo para vencerlo, si no para ofendiendo y denostando, glorificarse, justificando su vergonzosa victoria.

A lo largo de mi larga vida -reinaba S.M. el Rey Don Alfonso XIII cuando yo nací-, he vivido muy diversas situaciones, algunas extremas, en la España cambiante que va desde la caída de la monarquía el siglo pasado a nuestros días, lo que unido a mi heredado, orgulloso y reverencial amor a España, me ha hecho un adicto a nuestra Historia, a valorar la importancia y trascendencia de su conocimiento y a ser un apasionado admirador del papel crucial, ejemplar y único de España en el mundo.

Hace relativamente poco, cae en mis manos, regalo de uno de mis hijos, conocedor de mis aficiones, IMPERIOFOBIA Y LA LEYENDA NEGRA, libro de Mª Elvira Roca Barea, que me sorprende, independientemente de por la rigurosidad histórica con que desarma la Leyenda Negra, por su visión de lo que subyace en la propia Historia, aflorando con claridad la trascendencia del espíritu que animó e hizo grande y único nuestro Imperio, profundizando en aquello que podemos decir diferenció nuestra Historia de la del resto del mundo. Recientemente he visto, la película documental ESPAÑA, LA PRIMERA GLOBALIZACIÓN, en esa nueva línea de clarificar e interpretar la Historia. Y es así, que tras siglos de sometimiento a la nefasta influencia de los enemigos de España, afortunadamente hoy, a través de libros, artículos, conferencias y documentales, son muchos los que trabajan para difundir la verdad histórica de la España Imperial, que equivale a decir la verdad histórica universal de aquellos siglos, o dicho con palabras de la propia Roca Barea: “quizá algún día podamos, entre todos los que no formamos parte del orbe cultural materialista e hipócrita del protestantismo, devolverle a Europa un poco del brillo y la belleza que una vez tuvo”.

Dice César Silió, en palabras al lector de su libro Don Álvaro de Luna y su tiempo (ESPASA-CALPE Madrid 1935) : “El estudio del tiempo en que se iba agotando la Edad Media me ha servido para robustecer mi confianza en un nuevo amanecer en que salga a la luz de nuevo España; como entonces, a los treinta o cuarenta años de morir Don Álvaro de Luna. En los períodos que parecen más desquiciados y caóticos, bajo la superficie agitada por banderines y egoísmos, fermenta y bulle calladamente el germen que ha de alumbrar un nuevo ciclo histórico”. Palabras que yo diría proféticas ya que actualizadas en fechas y hechos son de una actualidad asombrosa.

La unidad del pueblo configura lo que se entiende por Nación y la Historia es la depositaria y la que da testimonio de esa unión, siendo esta la razón por la que cuando una nación ha perdido su rumbo, o se siente en peligro, recurre a su Historia en busca de la unidad salvadora, lo que equivale a decir, a contrario sensu, que el borrar y tergiversar la Historia (mentira y traición) es la gran arma destructiva de la misma.

En Francia, que atraviesa momentos difíciles, como hoy en día la mayoría de las naciones, Macron recurre a la Historia, a la unidad de los franceses en un personaje hoy casi mítico para el pueblo francés, como es el General De Gaulle: “La resiliencia y la voluntad son la matriz del espíritu nacional encarnado por De Gaulle, comprometido con la defensa de Francia en los momentos de gloria y los momentos de dolor. Eso es lo esencial de su herencia, la herencia de Francia”.

Y hasta aquí, y entendiendo que todo lo que antecede está dentro de lo que se considera políticamente correcto -al no haberse producido, sorprendentemente, una arrolladora reacción del gobierno contra la labor clarificadora de lo que fue la España Imperial (Fe católica y además exaltada por Franco)-, me adentraré en lo políticamente incorrecto, manifestando mi extrañeza al analizar estos temas en la España actual.

Me explico. Recordando la trascendente importancia que tiene la Historia de los pueblos en su propio devenir y dicho lo que antecede, ¿no resulta sorprendente que los defensores de la verdad histórica de España limiten su labor a desvelar la llamada Leyenda Negra?; ¿no está sometida España desde la muerte de Franco, a una segunda Leyenda Negra, que bien podría titularse como Leyenda Roja, y que cubre precisamente desde el 18 de julio de 1936 hasta su muerte en 1975, y esta vez para más inri, orquestada por españoles, y pagada con fondos del erario nacional?. Yo me pregunto ¿no tiene nada que decir La Real Academia de la Historia sobre estas décadas de nuestra Historia? ¿Cómo todavía, españoles de buena fe, no se han enterado que la brutal campaña desatada contra Franco es realmente contra España, contra la España inmortal? y lo más sorprendente ¿cómo el Partido popular no solo no defiende los ataques a España centrados en Franco, si no que se suma a los declarados enemigos de España, condenando el régimen que con su victoria evitó su sovietización y la muerte, mejor dicho el asesinato, de la mayoría de los padres y abuelos de los que hoy integran ese partido político?

Franco ha pasado a la historia en el pasado siglo, pese a quien pese, como único vencedor del comunismo en el campo de batalla y como abanderado de la paz en el mundo y a ser la viva representación de España, de la España Eterna: unión de los españoles y de sus tierras; de su Fe, de la dignidad del hombre, de sus valores, principios y tradiciones, que la hicieron faro y ejemplo del mundo.

 

¡España despierta!

¡No dejes que la Leyenda Roja destruya lo que no pudo destruir la Leyenda Negra!


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