La nueva economía española: La agricultura (II), por Victoria Cachot

Victoria Cachot Martínez

“40 años de vida en España”

LA EVOLUCIÓN DE NUESTRA AGRICULTURA

Para medir el desarrollo agrícola de un país, uno de los índices más fiables es el que proporciona el consumo de fertilizantes.

Los países con menos grado de desarrollo agrícola son aquellos en los que el consumo de abonos es muy bajo; esto se suplía, sin casi notarse, con el estiércol procedente de los censos ganaderos de animales de trabajo que proporcionaban un estimable volumen de abono orgánico al que una ausencia de instalaciones apropiadas y la baja capacitación laboral hacía que su importancia fuera mínima.

Por el contrario, cuando la agricultura se moderniza y prospera, la mecanización va reduciendo el número de cabezas de ganado de laboreo, pero de hecho se consigue que la aportación de abonos orgánicos sea mucho más eficaz, aunque los volúmenes utilizados sean mucho menores. Pero es en el terreno de los abonos químicos en el que merece que detengamos nuestra atención. Ya hemos indicado con anterioridad las dificultades de todo orden con los que tuvo que enfrentarse la administración para conseguir abonos para el campo; no obstante, el consumo alcanzó un auge impensado como se ve en el siguiente estadillo comparativo (tomamos las cifras del año 40 y las del 63 y — presumiblemente — las que se esperan alcanzar en el 67):

ABONOS QUÍMICOS CONSUMIDOS (En toneladas métricas)

Años Nitrogenados Fosfatados Potásicos
1940 130.863 632.492 71.831
1960 1.671.465 1.571.465 198.467
1967

(previsto)

2.199.966 3.020.000 349.230

 

Estas elevaciones en el consumo se han conseguido, en parte, por el gran esfuerzo realizado por la industria nacional de fabricación de abonos, especialmente en el apartado de nitrogenados ya que en el período comprendido entre 1940 y 1960, nuestra producción ha aumentado en 30 veces, mientras que el consumo se ha multiplicado por 10, lo que habla bien a las claras de la labor realizada, aunque haya sido necesario recurrir a la importación, ya que nuestra producción se es-tima en unas 900.000 Tm., cifra que hay que mirar con optimismo ya que no es utópico pensar, en fecha breve, en un autoabastecimiento de estos productos. Otro factor que ha influido de forma determinante en la mejora de la agricultura ha sido el enorme incremento experimentado en el parque de maquinaria agrícola. Dejando a un lado las pequeñas máquinas a motor, tales como motores de riego, troceadoras, molinos y otros aperos utilizables sólo con el concurso de máquinas autopropulsadas, ciñéndonos a los tres grupos que integran a tractores, trilladoras y cosechado-ras, las cifras son las siguientes:

Años Tractores Trilladoras Cosechadoras
1940 4.000 7.000 240
1960 114.000 20.700 8.900

CONSERVACIÓN DE SUELOS

El milenario aprovechamiento de las tierras de cultivo lleva aparejado un desgaste de la capa terrosa que es esencial para el desarrollo de la actividad agrícola. El fenómeno de la «erosión del suelo» reviste en España caracteres especiales por el elevado porcentaje que supone, en las tierras de labor, su situación en planos más o menos inclinados sobre los que actúa el agua torrencial que casi en las cuatro quintas partes de España es habitual.

Para tratar de paliar estos efectos, se creó el Servicio de Conservación de Suelos que pese a su corto período de vigencia (alrededor de cinco años al terminar la década) había realizado estudios sobre una superficie de unas 400.000 hectáreas.

El trabajo clásico de la conservación del suelo, consiste en su abancalamiento o aterrazamiento; estas técnicas exigen enormes movimientos de tierras, rellenos de cárcavas, nivelaciones, aperturas de desagües, construcción de diques de mampostería y otros trabajos de difícil ejecución. Por sólo citar un dato, señalaremos que unos 200.000 metros cúbicos de obra de mampostería se han realizado en la década en forma de diques para la defensa contra la erosión.

ALGUNOS DATOS DE NUESTRA PRODUCCIÓN AGRÍCOLA

Algodón

El cultivo del algodón es uno de los logros agrícolas de la década. En la campaña de 1 9 43-44, se cultivaron 47.000 hectáreas de algodón con una producción de 19.300 balas (la bala tiene un peso neto de 220 kg.), mientras que al principio de los años 60, el terreno sembrado había pasado a 346.000 hectáreas con una cosecha de 498.000 balas de algodón.

No hay que esforzarse en demostrar la importancia que para la economía del país representan estas cifras. Muchos miles de millones de pesetas se gastaban, tradicionalmente, en las importaciones de esta fibra, por lo que nuestras divisas se vie-ron incrementadas con el aumento de la producción, pero es que, además, en el orden agrícola, el cultivo del algodón supone un elemento esencial para la rotación de cultivos aparte de la creación de un gran número de puestos de trabajo en épocas en que se produce un notable desempleo en otros cultivos.

Olivar

El tema del olivar, uno de los soportes de nuestras exportaciones al extranjero, reviste el mayor

interés para España. El hecho de que desde tiempos remotos las zonas olivareras del Sur de la península hayan sido las mayores zonas de producción del mundo, no significó perder de vista la necesidad de conservar y acrecentar esta fuente de riqueza que la agricultura nos proporciona.

En 1944, la superficie en producción del olivar era de 1.967.000 hectáreas. Al finalizar la década de los 50, esa superficie superaba los dos millones de hectáreas.

Las laboriosas campañas de demostración de poda, de abonado racional y los asesoramientos de todo orden, hicieron que el aumento en la producción de aceite fuera sensiblemente mayor que la que correspondería al incremento de la superficie cultivada. Al iniciarse la década (año 1949-50) nuestra media de producción de aceite estaba situada por debajo de los 3.000.000 millones de quintales métricos. Ocho años después, esa producción superaba los cuatro millones de quintales, con la particularidad de que, gracias a las mejoras del cultivo, las oscilaciones de cosechas de un año para otro no eran tan acusadas como las que tradicionalmente se daban en nuestros olivares.

Trigo

La creación, en plena guerra civil, del Servicio Nacional del Trigo (Burgos, 23 de agosto den 937) significó un avance impensado en la ordenación de la producción triguera, en su distribución y en especial en la estabilización de sus precios. Los avances obtenidos por este Servicio se han logrado gracias al fomento y mejora de la producción triguera. En los años de cultivo tradicional, que podemos centrar entre el final de la guerra civil, 1939 y 1953, España dedicaba al trigo 3.912.534 hectáreas de las que 3.724.712 eran tierras de secano y el resto, 187.822 hectáreas, de regadío. Cuando se intensificó la producción, período comprendido entre 1953 y 1963, el número total de hectáreas se elevó a 4.238.969, aumento poco considerable y que en su mayor parte afectó a la siembra en regadío que pasó, en esos años, a ser de 291.495 hectáreas.

La producción media anual durante el primer período fue del orden de los 33,2 millones de quintales métricos, mientras que en el período siguiente, la media aumentó a 43,7 millones de quintales, lo que supone un aumento del orden del 31,6%, con un valor de cerca de seis mil quinientos millones de pesetas anuales que vinieron a incrementar los ingresos de los productores trigueros. Este aumento en la producción trajo consigo la reducción en las importaciones que se venían haciendo, lo que supuso un ahorro de 6,3 millones de dólares USA, equivalentes a 378 millones de pesetas, ya que, pese al aumento del consumo nacional, las importaciones descendieron en casi un millón de quintales métricos; de paso, esta política consigue iniciar por parte de España una tímida exportación de trigos de los denominados «semoleros», cosa impensable unos pocos años atrás.

Si seguimos comparando los dos períodos que hemos establecido, podemos observar un aumento en el consumo de trigo destinado a la alimentación evaluado en más de 7 millones de quintales métricos. Si durante el período en que hubo que aplicar el sistema de racionamiento (1940-1951), el consumo por habitante y año fue de 113,7 kilogramos de trigo, en el primer año de liberalización pasó a 116, para llegar, en 1954 a los 130 kilogramos que es el consumo que, con pequeñas oscilaciones, se mantiene estable casi hasta nuestros días.

Como dato de interés estadístico y comparativo del problema del trigo en nuestra patria, vamos a reseñar la evolución de las campañas trigueras durante los años que estamos analizando:

1950-51: producción, 33.735.000 Qm. A 250 Pts/Qm.
1951-52: 42.657.000 (Año de transición)
1952-53 40.984.000 A 375 Pts/Qm.
1953-54 30.257.000 A 377
1954-55 47.726.000 A 377
1955-56 39.911.009 A 377
1956-57 41.962.629 A 411
1957-58 48.998.762
1958-59 45.403.310 Se establece la libertad de uso
1959-60 46.351.629

RED NACIONAL DE SILOS

El Servicio Nacional del Trigo, desde su fundación, sintió la necesidad de disponer de locales adecuados para recibir y, sobre todo, conservar los trigos en las condiciones adecuadas de limpieza y extinción de cualquier agente que pudiera dañarlo. Tras un período de alquiler de graneros a los campesinos, se inició la construcción de los silos y almacenes propios, para lo que se creó la Red Nacional de Silos.

El primer silo de gran capacidad fue inaugurado por el Caudillo en Córdoba el 6 de junio de 1951. Al final de la década, y sin que se haya terminado la construcción y puesta en servicio de los programados, la red tenía en explotación, repartidos por toda la geografía española, almacenes con una capacidad total de 6.500.000 millones de Qm. entre los de recepción, tránsito y de puertos.

Para finalizar” el análisis ‘ del; Servicio de Silos, vamos a incluir cuadro explicativo con los silos en explotación y en construcción hasta el primer trimestre del año 1964 con objeto de no incidir en el tema al hablar de este apartado en el próximo volumen de la obra:

silos_y_graneros

OTROS CULTIVOS

Otro producto agrícola de importancia industrial, la remolacha azucarera, ha logrado también una considerable expansión. De una superficie de 88.550 hectáreas dedicadas al cultivo, se ha pasado en la década a más de 130.000, incremento que ha supuesto una mejora esencial en el abastecimiento nacional de azúcar.

El tabaco – del que también hemos hablado con anterioridad – pasó de una producción de 71.000 Qm., a más de 250.00Q; a la creación del Servicio Nacional de Cultivo y Fermentación del Tabaco, organismo creado en el año 1944, se debe el incremento de este cultivo de auténtica importancia social y económica.

La tradicional importancia de nuestra agricultura en orden al comercio exterior en base, principalmente, a los cítricos se ha reforzado y ampliado hasta el punto de hacer de ellos un factor importante en base al desarrollo industrial que, paralelamente al agrícola, se ha conseguido en España.

La producción de naranja, como exponente de esta clase de productos, ha logrado un sensible incremento. De 75.000 hectáreas con las que se contaba para cultivar la naranja, se ha pasado a más de 100.000. Y lo que es más significativo, de una exportación de 2,3 millones de quintales como cifra media en el período de 1941-45, se ha pasado en el quinquenio 1955- 59 a 6,7 millones de Qm.


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