Franco visto por sus ministros: José García Hernández

Franco visto por sus ministros.

Coord. Ángel Bayod

Página 360

Para mí fue un honor el haber tenido el privilegio de estar al servicio de un hombre como Franco.

Abogado del Estado. Vicepresidente 1.° del Gobierno y ministro de la Gobernación del 3 enero 1974 al 11 diciembre 1975. Nació en Guadalajara el 19 de marzo de 1915. Tras cursar la licenciatura en Derecho ingresó por oposición en el cuerpo de abogados del Estado. Ha sido presidente de la diputación provincial de Guadalajara, gobernador civil de las provincias de Lugo y de Las Palmas, director general de Administración Local y consejero nacional. Desde 1952 fue procurador en Cortes, primero por representación sindical y luego por designación directa del Jefe del Estado y por elección como representante de las provincias de Alicante y de Guadalajara. Como abogado del Estado ha sido destinado en la delegación de Hacienda en Guadalajara y en las asesorías jurídicas de los ministerios de la Gobernación y de Información y Turismo. También ha sido consejero y presidente de varias empresas. Después de su cese como ministro fue nombrado presidente del Banco Exterior de España. Casado. Falleció el 5 de febrero de 2020.

¿Cuál es su visión personal del anterior Jefe de Estado?

Fui ministro —y vicepresidente primero del Gobierno— de Franco en los dos últimos años de su vida. Debo manifestar precisamente ahora, en estos momentos en los que tantas indignidades se han cometido por muchos de los que sirvieron a su régimen, que para mi fue un honor el haber tenido el privilegio de estar al servicio de un hombre como Franco. Su absoluta dedicación a España, a lo largo de toda una vida ejemplar, su austeridad —tan en contraste con los momentos actuales—, su experiencia impresionante y su absoluta inmunidad a influencias de todo tipo han hecho que su figura se agigante más después de su muerte, que fue rodeada de la emoción de los españoles. Los dos últimos años de su vida, con los gravísimos momentos en que su salud sufrió durísimos embates, ejemplarizaron su sacrificio y su amor por España.

Mi visión personal del Caudillo corresponde a esta etapa en la cual los años y los acontecimientos habían dejado huella en sus actitudes personales, sin que en ningún caso estuviera al margen de los problemas importantes del Estado. A ello respondía el haber dejado desde el nombramiento de presidente del Gobierno —julio 1973— en manos de éste muchas de sus funciones. Ello no obstante, tanto en los despachos como en las reuniones del Consejo de Ministros seguía con toda atención la exposición de cualquier problema, apuntando su criterio en breve observación. Recuerdo cómo su mirada se clavaba en la de su interlocutor, penetrando en el pensamiento de éste. Al terminar el despacho el tema había quedado agotado y en muchas ocasiones el ministro de turno.


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