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Francisco Torres García
Historiador. Catedrático de Secundaria
Revista FNFF Nº 152
La conversión de Franco en un mito legionario se hace presente en la prensa. Quizás sea muy representativo un artículo publicado en El Debate, que reproducen otros medios como El Telegrama del Rif (22-3-1922); interesante porque, además, demuestra que el uso del nombre «franquito» no era, ni mucho menos, despreciativo:
«Militar de vocación y de entusiasmo, el comandante Franco es uno de los puntales de la Legión. Unidos por estrechos lazos de amistad y compañerismo al gran Millán Astray, ha sido uno de los más valiosos auxiliares del heroico teniente coronel en la organización de su admirable y eficaz “ejército”.
Bravísimo y de una inalterable y pasmosa serenidad en el combate al que va siempre, como a una visita de cumplido o a una excursión aristocrática, muy enguantado, con sus típicos guantes de cazador y su fusta, también característica, es además, y sobre todo ello un hombre muy inteligente, talentudo, de seguro y claro discurso, al modo de los grandes militares históricos, que, como se dice ahora adoptando la jerga de las academias militares, se sabe muy bien la papeleta, y al par que obra su corazón arrojado, manda ecuánimamente su cabeza.
Los legionarios, tropa de bravera difícil y exigente para la admiración de la valentía, han hecho del comandante Franco uno de sus ídolos. En sus conversaciones íntimas hablan siempre de él con gran cariño y el comandante que es popularmente “Franquito” para todo el Ejército y singularmente para la columna Sanjurjo, es para aquellos un poco paternalmente “el Chaval”, apelativo familiar que está oliendo a Puerta del Sol, y que acaso no nos equivoquemos suponiéndolo arranque admirativo y cariñoso de cierto periodista de la pequeña plaza del Mena, ahora sargento primero de la milicia de Millán Astray por méritos de guerra. Véngale de quien venga el cariñoso remoquete, el caso es que todos los legionarios le llaman así y que “el Chaval” tiene la virtud de enardecerlos y de llevarlos por donde quiere y como quiere. Un chaval guiando una manda de leones.
Atentos a su figura enérgica, que se recorta a caballo en primera línea ante de empezar el fregado, en ese momento solemne en que los adversarios se miden quietos hasta que suena el primer “paco”, los legionarios se sienten dominados por la serena seguridad de aquel muchacho.
¿Qué hay comandante? –Suele entonces preguntarle algún otro militar o periodista que llegan hasta allí.
-¡Nada!- responde con voz y sonrisa infantil el león de la Legión- ¡Todavía nada! No quieren presentarse.
Al no verlo allí rodeado de aquel aparato guerrero, dijérase un muchacho de gran familia apostado allí para correr liebres. Pero qué transfiguración tan repentina luego, cuando con sabia táctica tiene cerca el enemigo y juzgando llegado el momento, erguido sobre los estribos e impacientes las espuelas, enardece a sus hombres, gritándose con su voz atenazada:
-¡A por ellos!
¡Y lanzándose al asalto, seguido de la Legión arrolladora”
Ante militares tan beneméritos como el comandante “Franquito”, resalta más la injusticia que viene cometiéndose al tener si premio, no sabemos en nombre de qué conveniencias, tanta acción heroica, tanta conducta meritoria».
Franco fue para los cronistas la imagen inversa a los gestores de la derrota de Annual y el abandono de los defensores de Monte Arruit; lo mismo, de forma colectiva, sucedió con los legionarios dentro de una ola de patriotismo que invadió a una parte significativa de la sociedad española. En ese devenir la crisis que supuso la salida, primero, de Millán-Astray del Tercio y después de Franco, al no ser este ascendido para asumir el mando, se vio reflejada en los medios, con notorios apoyos para su continuidad. Así, la prensa registra el telegrama de apoyo de Franco a Millán en su lucha contra las Comisiones Informativas herederas de las Juntas: «Oficiales de estas banderas te acompañan todos momentos identificados. Oficiales Artillería pertenecientes unidades expedicionarias distintas regiones en columnas de operaciones piden disolución de sus Comisiones informativas en día de hoy.- Firmado. Franco». En una de las escasas entrevistas concedidas por Franco en la época, este explicó lo sucedido con claridad («allí no hacemos nada. No hay tiros. La guerra se ha convertido en un trabajo como otro cualquiera, sino que más fatigosa. Ahora no se hace más que vegetar….»). El periodista anota que ha abandonado África por efecto de la «mediocridad envidiosa», siendo uno de los «caudillos […] que cuando el pánico de la derrota vergonzosa cundía supieron ser fuertes, héroes y españoles». Ferragut exalta que, pese a tener 30 años, «parece aún un niño. Su rostro moreno, sus ojos negros y brillantes, su pelo rizo, cierta cortedad de gesto y de palabra y al sonrisa pronta y franca». Esa era la imagen que llegaba a los lectores y que contribuía a una cierta mistificación.
Los medios recogen las noticias de los homenajes que le rinden. En enero, en Madrid con presencia de ministros, personalidades y mandos, se desarrolla uno en el que se expresa la protesta por no habérsele ascendido. Es el hombre que declara a la prensa que el peor día de su vida fue: «El de mi despedida, cuando he abrazado a los legionarios antes de embarcar»; quien según Ferragut es «el soldado que ha sido corazón del Tercio, espejo de valientes, guía del éxito y norma de heroísmo, no dan importancia a lo que ha hecho. Para él, la guerra ha sido un deber que se cumple alegremente, un juego gallardo y fácil que que solo se arriesga el corazón». Por todo ello el general Madariaga, en aquel banquete, afirmó:
«Yo os pregunto:
¿Creéis que el comandante Franco merece, por sus relevantes condiciones, que se le conceda el premio a que se ha hecho acreedor?
(Se oyen continuadas voces afirmativas que el orador recoge)
Que se recompense, pues, a todos los que sean hombres como él; pero vamos a empezar reconociendo que el comandante Franco es un hombre excepcional».
En la misma línea, unos días después, en el diario El Debate se publicaba un artículo importante titulado «Postal Militar. El comandante Franco», cuyo autor probablemente fuera el propio Ángel Herrera Oria:
«De haber nacido Franco en tora época sería general. Es comandante: le han dado un banquete (¡oh, Figaro, aún no hemos atinado a honrar a los hombres, sino dándoles de comer!) y le han hecho gentilhombre… Los pecados que otros cometieron, los purgan los Francos de hoy, que, dicho sea en honor del Ejército español, al que tantas pelladas de cineo se han lanzado y se lanzan, la madera de los héroes aún no se acabado en casa. La que se ha terminado, o está a punto de terminarse, es la madera de los santos con uniforme […]
Prueba de ello es que esta es la hora que no se ha presentado ningún voluntario para sustituir a Franco […] Y es que se necesita una resignación cristiana muy grande para sacar el pecho afuera a diario, con la única esperanza de verse, más tarde o más temprano, convertido en criba».
Continúan las referencias que podemos destacar. La visita a Alfonso XIII en enero de 1923 al nombrarle gentilhombre, la muerte en combate del teniente coronel Valenzuela y el aclamado nombramiento de Franco para el mando del Tercio se recoge en toda la prensa. Franco regresa al Tercio como el «héroe esperado», tal y como aparece en este artículo de El telegrama del Rif (14-7-1923):
«Melilla no puede olvidar nunca la confianza con que confortaron su espíritu en días de amargura las primeras tropas que acudieron en socorro de Annual. Entre ellos se destacó desde el primer momento esa admirable legión de soldados que constituyen el Tercio de Extranjeros, cuya rápida y brillantísima historia son legítimo orgullo del Ejército y de la nación. Al hombre prestigioso de su creador y organizador, Millán Astray, que se hizo acreedor de la gratitud de la patria, le sucedió al mando el heroico coronel Valenzuela, a quien tan reciente está el grandioso homenaje de veneración que rindió Melilla a sus restos mortales, y con extraordinario acierto del Ministro de la Guerra, es nombrado para sustituirle el Teniente Coronel Franco, Jefe de la Primera Bandera, que tan gloriosas y heroicas hazañas realizó bajo su mando en los campos de Yebala y del Rif.
Fija está en la memoria de los que siguieron paso a paso sus gloriosos triunfos, la actuación brillantísima del entones comandante Franco, que cautivó con su valor y su pericia táctica en los campos de batalla, y con su amabilidad, modestia y sencillez en la vida ciudadana, el respeto, el cariño y la admiración de todos. Gustosos reflejamos estos unánimes sentimientos de la opinión general hacia el joven y brillante jefe, y al tornar a Melilla a ponerse al frente de sus bravos legionarios, nos apresuramos a estrechar sus manos con efusión, dándole nuestra más cordial bienvenida».
Es evidente el apoyo mediático que recibe cuando se anuncia su ascenso y el retorno al Tercio. En una olvidada entrevista publicada en La Voz de Asturias, en junio de 1923, se resalta, una vez más, su costumbre de no hablar de hechos propios y que los méritos son de todos. Algo que ya resaltaron los periódicos cuando estaba en Marruecos: «No es posible hacer hablar a Franco de sus acciones de guerra. Su modestia no tiene nada que ver con esos pudores hipócritas del vanidoso que busca insistencia en el halago». Franco desmiente que, como se dice, vaya a reorganizar el Tercio («De ningún modo: hágalo usted así constar»); y explica:
«Los acontecimientos serán los que manden; repito que soy un simple soldado que obedece. Iré a Marruecos, veré como está aquello, trabajaremos con ahínco y en cuanto pueda disponer de un mesesito, a Oviedo volveré para… para realizar lo que ya se daba casi por realizado, lo que el deber, imponiéndose a todos sentimientos, aún los que arraigan en el fondo del alma, me impide ahora realizar [su boda]… Al llamamiento que la Patria nos haga, nosotros solo tenemos una rápida y concisa contestación: ¡Presente!»
También merece espacio el homenaje que se le rinde en Asturias ante su partida. Solo falta incorporar, como unos meses después se hará, el relato romántico pero real del soldado que deja esperando a la novia para ir a luchar. Es en la segunda mitad de 1923 cuando se extiende la idea de la importancia que para el triunfo tiene la presencia de Franco al frente del Tercio. Simbólicamente reflejada en los combates para liberar Tifaruin, especialmente cuando los propios defensores rescatados cuentan lo que supuso recibir el lacónico mensaje de «Ya ha llegado Franco de Tetuán» (El Adelanto, 26-8-1923). Y muestra de ello, hasta que acabe la campaña, son las veces en las que la información se reduce a indicar que el jefe de La Legión está en tal sitio o llega a tal otro: «se dice que el teniente coronel Franco, tiene anunciada la llegada a Melilla» (El Día, 1-2-1924). Franco es para no pocos el que salva la sitúa en los momentos difíciles.
De ahí que no extrañe la amplia cobertura mediática que recibe, con breves noticias (en la época son siempre breves porque la mayor parte de los periódicos tienen pocas páginas). Demuestra el valor mediático adquirido, porque se nos informa que: deja el mando unos días para casarse (La Correspondencia de España, 3-10-1923); que ha salido de Ceuta (La Independencia, 11-10-1923); que se espera su llegada a Gijón (11-10-1923); de los regalos de boda de sus legionarios (El Debate, 12-10-1923); de la visita al rey (El Diario de Córdoba, 16-10-1923); de su marcha a Galicia (La prensa, 16-10-1923), incluso que será allí donde se celebre la boda; de su salida hacia Oviedo (18-10-1923). La Voz de Asturias y otros medios publican con motivo de su enlace un artículo titulado «La boda del teniente coronel Franco». Hay reportajes sobre lo que fue una «boda del año», incluso con fotografías en ABC. El Diario de la Marina (24-10-1923) la definió como la «boda de un héroe»; y El Día de Palencia (24-10-1923), como muchos otros, habló del «sublime y abnegado heroísmo de este jefe-soldado»:
«[…] la aureola de su prestigio es ya inmensa como el amor que aquí le aguarda. Nunca, pues, mejor que ahora podemos decir que la vida de este héroe ha girado en torno del abismo y del amor, ya que desafiando a la muerte que no llegábamos dejábase acariciar por el halago que esa corriente secreta de la vida hace que los valientes olviden la existencia de todo lo que no sea el honor y el amor de las armas con que defienden a su Patria»
Que Franco es importante en África lo revelan datos como su entrevista con el presidente del gobierno, general Primo de Rivera, donde según la prensa le expresó: «interesantes extremos acerca del problema marroquí con relación a los legionarios y para la coordinación de los elementos que deben ejercer predominio en la acción española en el Rif», reunión celebrada a instancias de Alfonso XIII (La última hora, 19-10-1923). Ya en campaña no serán extrañas las referencias a las conferencias militares de alto grado con presencia del jefe del Tercio.
Como antaño, Franco convoya posiciones bajo el fuego enemigo: «salió para convoyar a Abada y Tacdadut, siendo hostilizado por el enemigo con nutrido fuego de fusilería. Franco, realizó su objetivo», destacando, una vez más, su maniobra envolvente (El Luchador. Diario republicano, 2-10-1924). La capacidad de maniobra de Franco es destacada en la prensa en las acciones de Dar Acobba: «Franco, que, como todo buen militar, sabe acudir a la voz del cañón o del susto, cayó sobre la espalda de los moros, después de cumplir la misión que se le había encomendado; los atacó al arma blanca […] el combate duró hasta las cuatro de la tarde» consiguiendo la victoria. Y el periodista anota: «¡Si siempre hubiéramos hecho la guerra así!» (El Debate, 3-10-1924). Por ello, Región (4-10-1924) habla de su «hábil movimiento envolvente». También, otros, de su capacidad para mover sus banderas por sorpresa como hace en Kudia Tahar camino de Gorgues (Diario de la Marina, 17-10-1924).
No solo las noticias son bélicas. Así Franco actúa de padrino en el bautizo de un legionario francés que se ha convertido al catolicismo (Correo de la mañana, 3-4-1925); comparece en la entrega de los premios a los legionarios; se refiere su intervención en los actos conmemorativos de la fundación del Tercio; e incluso encontramos el inicio de una tradición que permanecerá durante décadas en los ámbitos legionarios, en un acto a beneficio del Tercio en el teatro de Ceuta, en el escenario, se colocan los retratos de sus 3 jefes: Millán-Astray, Valenzuela y Franco (El Orzán, 24-10-1924).
Nuevamente se repite el apoyo y la cobertura mediática a su ascenso a coronel (El Telegrama del Rif, 1-2-1925); resaltando que Alfonso XIII lo firmará en cuanto vuelva de una cacería en Doñana (La Voz, 28-1-1925)… Un ascenso para la prensa incuestionable como se anota en este artículo titulado «Un ascenso merecido. El coronel Franco» (El Orzán, 5-2-1925):
«En la sección telefónica de la firma de Guerra, verá el lector, com satisfacción y orgullo, la noticia de haber sido aprobada la propuesta de ascenso en favor del que ya es coronel Franco.
El ascenso, por indiscutibles méritos de guerra, consagra la fama merecida de heroísmo y de talento organizador del sucesor de Millán Astray en el mando de ese admirable cuerpo combatiente que es la Legión, para la cual el coronel Franco ganó tantas jornadas de difícil lucha.
Nos sentimos enorgullecidos de que le hayan sido reconocidos sus méritos, que ya la nación con unánime clamor había proclamado agradecido, a nuestro ilustre conterráneo, que tam gloriosamente ha ensalzado el nombre de su país con hechos de Guerra inolvidables.
Para él, que fue uno de los más importantes factores en la campaña de África, son con este nuevo y fausto motivo, nuestros parabienes cordiales y efusivos».
Nuevos homenajes como el que a instancias de la prensa se le va a rendir en El Ferrol (La Voz, 3-2-1925). La tónica de la información en los meses siguientes que conducen al desembarco de Alhucemas será similar. Es fácil seguirle en sus visitas de inspección a las unidades o encontrarlo conferenciando en la Alta Comisaría. Sería reiterativo, por ser de sobra conocido, las veces que se habla de él en las operaciones del desembarco y la pacificación final. Pero como nota significativa, frente a su aparente nimiedad, destaquemos que hasta se nos informa en el Diario de Almería (1-11-1925) de la «visita de inspección a las posiciones del frente entre los cuernos de Xauen y Monte de Palomas». Siguen siendo noticia los desplazamientos de Franco, como que el coronel y su esposa lleguen a Madrid (El Debate, 10-2-1926), esperándole en la estación «numerosos militares pertenecientes al Tercio y viejos amigos» (La Voz, 10-12-1925). Es posible seguir su presencia al frente de sus legionarios en el tramo final de la campaña trasladándose a Axdir (Diario de la Marina, 2-12-1925). También una nueva audiencia con Alfonso XIII en la que le explicará la situación con la victoria asegurada. Al salir dirá a la prensa con aire triunfal: «Por allí todo marcha bien, como siempre» (La Voz, 11-12-1925).
Pero quizás sea la exhibición en los cines de la película documental «España y Francia en Marruecos y toma de Alhucemas por las tropas españolas», la que nos sitúe mejor la posición del jefe del Tercio, y, por tanto, el peso que La Legión ha tenido en la campaña, pues en su reclamo publicitario se explicaba: «en la que figuran los caudillos generales Primo de Rivera, Sanjurjo, Despujols y el heroico coronel Franco».
Probablemente la unanimidad en el tratamiento no fuera absoluta pero sí muy mayoritaria, aunque no hemos encontrado referencias críticas a Franco, como comandante o jefe del Tercio, en los numerosos periódicos consultados o anotados en la abundante bibliografía existente. Las voces críticas eran contra la guerra de Marruecos y nuestro objeto de estudio, volviendo al inicio de este artículo, era resumir y relatar cuál fue la imagen transmitida durante la guerra desde la prensa española.