Jaime Alonso
Vice-Presidente Ejecutivo FNFF
Sostenía Donoso Cortes que detrás de todo problema sociológico o político subyacía una cuestión teológica. Los siglos transcurridos, desde su luminoso aserto, confirman esa impresión. Asistimos, desde la muerte de Francisco Franco, a una entrega sin condiciones del relato de la historia en la enseñanza, universidad y todos los medios de comunicación a una izquierda sin discurso, sin pasado democrático y sin otro futuro que no fuera desmontar lo conseguido por un régimen que arrinconó acertadamente su falsario discurso, consiguiendo la igualdad, la justicia y el progreso de todos los españoles. A ello se sumaron inmediatamente los separatistas y, al comprobar que tanto el franquismo político como el económico no estaban dispuestos a defender la verdad de la historia compartida y su relato, comenzaron la destrucción de la conciencia y razón de ser del franquismo sociológico, como encarnador de la unidad, grandeza e independencia de una nación, y la ilusión y confianza de un pueblo en sus dirigentes. En aquellos momentos mayoritario, como acreditaron el referéndum de la Constitución y las primeras elecciones generales.
Comienza la ingeniería social, impuesta por la conjunción izquierda/separatista con la anuencia de una derecha acomplejada y sin principios, con la identificación de todo demócrata como antifranquista. Continúa con la “mentira profesionalizada” que denunciara
Julián Marías; prosigue con la imposición, “mediante Ley”, de un único relato de la historia “borrando” toda la etapa anterior; profundiza, con carácter previo y como ensayo en las autonomías, para extenderse, una vez consolidada, en el resto de España una “Memoria Democrática” como enseñanza ideológica de la bondades de la II Republica y maldades del franquismo; para terminar cuando las masas adoctrinadas, indigentes e incultas puedan abrazar entusiasmadas la idílica Republica y proscribir “ad aeternum” a la derecha “heredera del franquismo”, por mucho que se lamenten.
Juzgar la historia y pretender reescribirla es un signo claro de totalitarismo, del que todavía no ha reparado un sector del PSOE, Ciudadanos y PP. Tendrá que recordárselo la lectura del poema de Martin Niemöller en la nueva versión “cuando vinieron por los franquistas, cuando borraban de calles, plazas, iglesias y monumentos, todo vestigio de la verdad, de la heroicidad, del martirio; cuando retiraban honores y distinciones a muertos vivos, por el único crimen de no ser de los nuestros, todos guardamos silencio, no protestamos, por considerar que a mí no me podía afectar; cuando vinieron por mi y quise tener mi libertad individual, de expresión hablada o escrita, y colectiva de formar un grupo donde proyectar la historia, la cultura o cambiar el estado de cosas, nadie pudo ayudarme siquiera a protestar”.
Ayer, unos ayunos de cultura, plagados de odio, infinitos en torpeza, zafios por costumbre, defensores de la nada, mamandurrias del presupuesto, ofensores hasta de su sombra, indolentes por todas las carencias y prepotentes con lo publico, “mala gente que camina y va apestando la tierra”, decidieron la machada que denota su estulticia: “La Diputación de Sevilla ha aprobado personarse en la causa abierta contra el franquismo en Argentina y retirar los honores que le había concedido a José Utrera Molina, uno de los ministros de Franco imputados por la jueza María Servini”.
A Utrera Molina le concede la Diputación en el año 1979 la Medalla de Oro, según consta “por sus excepcionales cualidades personales de inteligencia y de carácter que han marcado un estilo y acción difícilmente inigualables en el cumplimiento de sus funciones”. Personarse para reforzar la acusación, en un proceso inventado por la política del linchamiento, sustentado sobre unos hechos manifiestamente falsos, con una imputación extravagante e insostenible y ante un tribunal extranjero manifiestamente incompetente, daña cualquier sentido ético de la vida y denota una maldad intrínseca difícilmente imaginable.
Los modernos inquisidores del capricho iconoclasta y desdador de honores y reconocimientos, no reparan en que los méritos y distinciones son evaluables por quienes los otorgan y, una vez obtenidos, intemporales e históricos, por lo que nadie debería modificar arbitrariamente tales distinciones sin ver dañada la institucionalidad de las mismas. Nadie da lo que no es suyo y nadie puede quitar lo que no le pertenece. Así rige en la lógica jurídica, ajena a esta ilógica política instalada en España.
Resulta, aún peor, la constatación de que la idiocia política, el odio revanchista y la condena del inocente indefenso, cuenta con la aprobación del llamado arco político constitucional. La moción presentada por Izquierda Unida y Participa Sevilla, salió adelante con los votos a favor de ambos partidos, PSOE y Ciudadanos, y la abstención del PP. Pilatos tuvo más protagonismo, pero idéntica responsabilidad. No, nada de esto habría ocurrido, sin Pilatos, gobernando nuestra Patria estos últimos cuatro años. Ya es casualidad que el acrónimo de Poncio Pilatos coincida con la siglas del partido mayoritario que no gobernó en España para sus votantes.
No deberían escupir sobre la tumba de los muertos, ni mofarse del mal ajeno que provocan, pues el que siembra vientos, siempre recoge tempestades, como enseña la teología histórica que desconoce Paqui Maqueda, aún presidiendo “su memoria histórica” tan falaz, como inapropiada, celebrando el acuerdo: “Es una gran noticia saber que ese señor ya no tiene la medalla de esta ciudad”. Ese es el perfil intestinal y visceral de futuro que nos espera. Esa es la noticia que anhelaba el pueblo de Sevilla y Andalucia, con el 46% de su juventud en paro, la corrupción institucionalizada e impune, y las mayores cotas de delincuencia y marginalidad de España. ¡Olé, la política!
El Excelentísimo Sr. D. José Utrera Molina, en su trayectoria vital e ideal revolucionario, está en las antípodas y resulta inalcanzable para el propósito que la mezquindad pretende. Su curriculum de servicio a España y a Andalucía no es necesario empequeñecerlo en un articulo. Idealista, coherente, apasionado, humilde, servicial, honesto, valiente, todo ello al servicio de un ideal trascendente, donde la Patria, la justicia social y el bien común de todos los españoles fue su primordial objetivo, desde la subjefatura provincial del movimiento de Málaga en su inicio, hasta Gobernador Civil de Ciudad Real, Burgos, Sevilla; Subsecretario del Ministerio de Trabajo ante la OIT; Ministro de la Vivienda y Ministro Secretario General del Movimiento, en su dilatada y exitosa trayectoria política.
D. José Utrera Molina, Vd. no se merece presenciar esta “conjura de los necios”, esta consentida autodestrucción de todos los valores y vida ejemplar que representa. No hay derecho a que no se respete ningún derecho natural, ni el de conocer la verdad histórica, cuando más se habla de ampliar derechos fundamentales. Que Dios le otorgue larga vida para servirnos de ejemplo, para experimentar el cariño y agradecimiento que concita entre los españoles de bien; para comprobar que nuestro pueblo siempre ha tardado en reaccionar, pero cuando lo hace, ningún enemigo resulta invencible; para exigir a sus herederos ideológicos y afines políticos un mayor compromiso en defensa del bien común y los intereses de la Patria. Su primavera ya le ha correspondido con notable éxito, a nosotros nos corresponde secundarle en defensa de Nación amenazada y del pueblo confundido, a la intemperie y camino de la pobreza.
¡Gracias maestro!