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El pueblo español, dueño de la seguridad interior más fecunda que ha conocido en más de doscientos años, empeñado en empresas de alto vuelo y largo plazo, esenciales para su bienestar, continúa su marcha con la satisfacción de haber superado las etapas más penosas y arduas, sin descomponer siquiera el gesto ante quienes, de espaldas a sus verdaderos problemas y necesidades, pretenden provocar artificialmente oposiciones y situaciones, que por haber sido previstas, analizadas y reguladas oportunamente, tienen señalados su tratamiento y plazo en la legislación vigente.
Dentro de la amplitud de las ordenanzas doctrinales del Movimiento caben, sin discriminación de procedencia o estamento, todos los españoles que por sus actividades en el ambiente privado, familiar y profesional responden con generosidad a la llamada del sacrificio diario por la Patria; pero hay que hacer una discriminación entre el Movimiento Nacional, que comprende a todos los españoles, y el servicio de este Movimiento, que requiriendo una actividad política, como en todos los países, es tarea de minorías, pues no todos aman al servicio político cuando éste entraña sacrificios. Los principios todos del Movimiento han de ser aceptados y de modo especial han de servir de norma y norte a quienes asumen función de servicio. Pero no por ello sería aconsejable concebirlo sin una configuración orgánica y una disciplina efectiva entre sus miembros, que han de guardar no solo fidelidad a la doctrina sino también lealtad a la organización y a sus jerarquías. Porque no se trata solo de una manera de pensar, de una mera coincidencia en la aceptación de unos postulados comunes mínimos, sino de una manera de ser y de participar en las tareas de una institución política con capacidad para obligar a los que en ella se integran voluntarios como cuadros más particularmente activos.
Francisco Franco Bahamonde
(31-XII-1958: Mensaje de fin de año)