Un vistazo a la era de Franco, por Jesús Molina García 

 
Jesús Molina García 
 
 
 
   Viene siendo norma de conducta durante toda la transición y ahora también, desde varios sectores nacionalistas españoles (en la actualidad, por unas u otras razones, prácticamente todos) pasar de largo cuando no denostar públicamente la figura del Caudillo con el único objetivo real, en mi opinión, de recibir la palmadita del enemigo político. Durante la transición se esgrimieron razones de pureza ideológica. Hoy además, en gran medida por los mismos -nuestros sectores más extremistas y radicales-, se esgrimen razones de eficacia política en nombre de la que, por cierto, ahora se olvida un mínimo, ya no de pureza, sino de coherencia y lealtad ideológica.
 
   Si Franco hubiera sido guapo, alto y de voz recia, sin duda, hubiera sido un héroe de película. Pero Franco era bajito, feo, de voz nada carismática y, con toda probabilidad esa frialdad de la que le acusan, o era una terrible timidez o una profunda decepción ante el género humano o ambas cosas a la vez. No. Franco no era un héroe de película. Franco fue un héroe real y así fue sentido por una enorme parte del pueblo español que convirtió su nombre en sinónimo de victoria y liberación porque liberación era lo que sentían millones de españoles cuando veían la entrada de las tropas del Caudillo en su ciudad y victorias fueron sus batallas. Pero no es de ese Franco, del Franco soldado, del que quiero hablar.
 
   Hoy quiero hablar del Franco cifras y hechos. Del Franco que hizo la España moderna. Del Franco que cambió la vida del pueblo español.
 
   Durante la II República, en España, morían unos 300 españoles de hambre al año. España era un país cuya economía, desde siglos, incluía la miseria de su pueblo hasta el hambre. Tras la Guerra Civil y hasta 1.947 en España hay españoles que se mueren de hambre. Tras siglos de españoles que se mueren de hambre en 1.948 en España ya nadie se muere de hambre.
 
   La esperanza de vida de un español durante la II República es de 50 años. En 1.950 es de 62 años. En 1.975 es de 70 años. Con respecto a la mortalidad infantil en 1940 era de 125/1000; en 1.975 es de 18/1000 nacimientos.
 
   Con respecto a la Renta per Cápita está pasa de 131$ en 1.940 a 2088$ en 1.975. Era el 80% de la media europea. No se volverá a alcanzar ese nivel hasta finales del siglo XX. En 1.975 el españolito medio gastaba en alimentación el 39% de su desembolso. En 1.945 se gastaba en alimentación el 65%. Eso significa que al español medio cada vez le quedaba más dinero para algo que no fuera su subsistencia.
 
   El analfabetismo en 1.940 era del 29%. En 1.975 del 7%. En 1.995 del 6%.
 
   Antes de la Guerra Civil la población penitenciaria española era de 32.000 presos. En 1.975 era de 16.000. España había crecido en 10 millones de habitantes durante el Régimen de Franco pero su población penitenciaria era la mitad que al final de la II República lo que supone la práctica inexistencia de una delincuencia obligada por las condiciones económicas.
 
   En España, el sector agrario ocupaba al 50% de la población activa durante la II República. En 1.950 es el 20%. En el sector servicios y el sector industrial la población activa pasa del 18 al 40%: es la entrada de España en la modernidad. En base a cientos de estadísticas sobre las distintas materias producidas por nuestra nación, España pasa, de ser un país sin industria, a ser la novena potencia industrial del mundo.
 
   Y para que nos riamos todos de Franco y sus embalses conviene saber que a lo largo de la historia de España, hasta 1.939, se construyen 190 grandes presas. Durante el Régimen del Caudillo se construyen 515. No voy a entrar en datos apabullantes sobre kilómetros de carreteras, viviendas sociales construidas, camas hospitalarias o todo lo que fue el nacimiento de las coberturas sociales hasta la Ley de Seguridad Social de 1.963 a la que no se añadió una sola cobertura más hasta el siglo XXI. Tampoco hablaré de la evolución española en materia de educación: escuelas, institutos, universidades laborales, universidades…Simplemente, brutal.
 
   Sí hablaré de emigración. En primer lugar, habremos de coincidir en que las famosas divisas de los emigrantes no se las enviaban a Franco, ni al Estado. Se las enviaban a sus familiares. Ciertamente la mejora en el nivel de vida de esos familiares revertía en una mejora para muchos españoles. Pero esto no es lo importante. Lo importante es que la emigración no nace con Franco sino que viene de siglos y es precisamente durante el Régimen de Caudillo cuando se crean las condiciones económicas para que la emigración de siglos concluya.
 
   Todo este enorme bagaje es simplemente un bosquejo de la Obra del Caudillo. No sé si todo aquello fue suficientemente revolucionario en su apariencia. No sé si fue vestido de la parafernalia revolucionaria suficiente. No sé si para explicarlo se usaron las palabras revolucionarias adecuadas. Pero si sé que fue, a lo largo de la larga historia de nuestra nación, el periodo, el único periodo sin discusión, de la vida de nuestro pueblo en que este evolucionó en materia social y económica de forma absolutamente revolucionaria. Yo, como falangista, me siento orgulloso de aquella etapa, la considero netamente revolucionaria en sus logros y en sus hechos y me enorgullece aún más que se llevara a cabo bajo los principios morales, políticos y sociales de La Falange y del nacionalsindicalismo.
 
   A fecha de hoy, y a pesar de lo que ha caído sobre la figura del Caudillo, Franco sigue siendo un héroe soldado y un héroe estadistas para una buena parte del pueblo español que observa, supongo que perplejo, como nadie, ni los nacionalistas españoles si quiera defienden su memoria públicamente y a veces hablan de Franco como de un simple personaje histórico como si Stalin o los Omeyas no lo fuesen también. Roma no paga traidores. España, en el fondo, es Roma. Así nos va.
 
¡¡¡ARRIBA ESPAÑA!!!        ¡¡¡VIVA CRISTO REY!!!   
 
 
 
Fuente: http://gutierrezcano.blogspot.com.es/2012/11/campana-para-el-20-n.html

Publicado

en

por