Marina Moreno Tena, enfermera Caída por Dios y por España

 
 
PPG – FNFF 
 
 
Marina Moreno Tena nació en Huesca, el 18 de julio de 1918. Hija de un Capitán del Tercio Aragonés. Militante de primera hora de la Sección Femenina de la Falange.
 
   Durante la Cruzada Nacional de Liberación y, desde los primeros días de su fundación, se enroló voluntaria en las filas de la Bandera de Falange. Fue precisamente en una de las operaciones encomendadas a su Unidad, durante un traslado de víveres, ropa y municiones a los falangistas que luchaban en Primera Línea de fuego en el Frente de Almudévar, provincia de Huesca, donde Marina Moreno encontró la muerte, gloriosamente por Dios y por España, al ser ametrallado el camión en que viajaba junto a otras camaradas, el 16 de agosto de 1936, cuando tan solo contaba con 18 años de edad.
 
 
Parche bordado por enfermeras falangistas 
 
   Aquel 16 de agosto salieron hacia el Frente en cumplimiento del deber, como de costumbre, animosas y alegres, cantando canciones patrióticas. Marchaba con dos amigas y camaradas, falangistas y enfermeras, como ella, Manolita Cortés García y Pepita Losilla, varios médicos, doce falangistas y el chofer que conducía el camión en dirección a Almudévar, ya que la línea del Frente no estaba definida y la carretera permanecía abierta.
 
   Al observar a un falangista tumbado en la carretera, detuvieron la marcha y reconocieron el cadáver, que resultó ser el del Comandante Médico Oliván. La agresión fue tan brutal como inesperada. El camión en que viajaban las camaradas falangistas tuvo que parar a causa del cadáver colocado en la carretera, seguramente con toda intención, por los rojos. Apenas habían descendido a recogerlo, cuando desde un montículo cercano se les hizo descarga cerrada que dio en tierra con todas ellas, alcanzando los proyectiles tan brutalmente a Marina Moreno, que expiró momentos después balbuciendo una oración en brazos de su camarada Manolita Cortés García, también herida en el muslo derecho y en el gemelo izquierdo.
 
   Murieron también el chofer y algunos de los que iban en la caja del camión. Una vez terminó la emboscada, a los quedaban con vida los asesinaron, fusilándolos en la misma carretera y, le dijeron a uno de los médicos que curara las heridas de Manolita, lo que llevo a cabo colocándole dos torniquetes y a continuación lo asesinaron, dejando caer su cadáver encima de ella, haciéndole el siguiente comentario a la vez que le mostraba el fusil: “Toca, toca, que está caliente”.  
 
   El jefe del grupo marxista, era un tal Negus, que resultó ser el que tiró las bombas sobre la Basílica del Pilar de Zaragoza. En los días que siguieron a su muerte, el pueblo y la prensa zaragozana la consideraron «víctima de la cobarde agresión de las hordas enemigas» y «muerta por la Santa Causa que se ventila». Poco tiempo después el Ayuntamiento de Zaragoza dedicó a su nombre el paseo ciudadano que, en la transición, cambió de nombre y pasó a denominarse Paseo de la Constitución.