PPG – FNFF
Jaime Luciano Antonio Balmes Urpiá, nació en Vich, Barcelona, el 28 de agosto de 1810. Filósofo, Apologista, Sociólogo y Teólogo original, que no perteneció ni fue catalogado en ninguna escuela.
Ingresó en el Seminario de Vich en 1817 y estudió Filosofía y Teología en Cervera, provincia de Lérida, entre 1826 y 1835. Fue Ordenado Sacerdote en la Capilla del Palacio Arzobispal de Vich, el 20 de septiembre de 1834. Fue Catedrático de Matemáticas en Vich, desde 1836 hasta 1840.
Colaboró en diversos periódicos y revistas, tales como: La paz; El madrileño Católico; La Civilización; etc. Se interesó por el movimiento intelectual francés de Lamennais, De Bonald y De Maistre. Se estableció en París para preparar la versión francesa de El protestantismo comparado con el catolicismo (1842) y, en Inglaterra, conoció los problemas socialista e irlandés.
Establecido en Barcelona, dirigió la revista La Sociedad (1843), en la que abordó problemas económicos, sociales y religiosos. En el año 1844 marchó a Madrid para dirigir la revista El Pensamiento de la Nación, en la que desarrolló su ideario: monarquía, unidad de liberales y carlistas, y promovió, aunque sin éxito, el matrimonio entre Isabel y el Conde de Montemolín, y el restablecimiento de las relaciones con la Santa Sede, tras intentar reparar las consecuencias de la amortización.
Viajó a Francia de nuevo en 1845, donde leyó las novedades filosóficas. Es considerado el filósofo más importante de la España del siglo XIX. Modernizó la escolástica y, a impulsos de la filosofía escocesa del sentido común, centró su atención en el problema de la certeza y en el criterio de ésta: conciencia, evidencia, instinto intelectual. Fue en 1847 Secretario del Nuncio de Su Santidad en Madrid, e influyó en el nombramiento de Obispos, entre ellos Antonio María Claret, para Cuba.
Defensor genial de los principios católicos, tanto en el terreno de la Filosofía como en el de las cuestiones políticas y sociales; pensador profundo, familiarizado con la doctrina de Santo Tomás, pero influido al mismo tiempo por las ideas de Leibniz y de la escuela escocesa. Fue denominado “Príncipe de la Apologética moderna”, por el Papa Pío XII.
Obras:
Consideraciones políticas sobre la situación en España (contra Espartero, 1840);
La religión demostrada al alcance de los niños (1841);
El protestantismo comparado con el catolicismo en sus relaciones con la civilización europea (1842-44);
El Criterio (1845);
Examen la cuestión del matrimonio de la reina Isabel (1845);
Cartas a un escéptico en materia de religión (1846);
Filosofía fundamental (1846);
Filosofía elemental;
Curso de filosofía elemental (1847);
Pío IX (1847) en el que defiende la actuación de este Papa frente a las críticas de que era objeto por parte de muchos católicos.
Observaciones sobre los bienes del clero;
Vindicación personal (autobiografía ante ataques recibidos);
Escritos políticos (1847).
Después de su muerte se publicaron: Escritos póstumos (1850); Arte para llegar a la verdadera filosofía práctica (1852); Poesías póstumas (1870) y Calendari Catalil (1905).
Fue nombrado Socio de la Academia de Religión de Roma y Socio de Honor y de Mérito de la Academia Científica y Literaria de Profesores, de Madrid. El 18 de febrero de 1848 fue nombrado también miembro de la Real Academia Española, pero no llegó a tomar posesión. Enfermo de una grave dolencia, tisis pulmonar tuberculosa aguda, se retiró a Vich, donde falleció el 9 de julio de 1848.