Aguja, sutura y el mapa de España
Editorial Nostrum
Con prólogo de Fernando Paz
ISBN 978-84-9443093-3-5
“Es recomendable, por salutífero y didáctico, el ejercicio de mantener los ojos abiertos, los oídos atentos y las neuronas despejadas de prejuicios, llamar a las cosas por su nombre y de ellas dar noticia tal cual suceden.”
Así de indicativo se presenta el libro Aguja, sutura y el mapa de España, título definitorio de una crónica peculiar de la historia de España que comprende los años 1976 a 2011, escrita a tenor de los hechos, paso a paso.
Dando la alternativa al lector para que determine si, mordacidades y señalamientos aparte, es cierto el relato de los hechos presentados a su consideración, y no menos certero que en el periodo contemplado es patente que de la causa surge el efecto —de aquellos amaños de tapadillo viene esta urdimbre de componendas— y que en las aguas revueltas pescan a gusto y sin límite los que esgrimen cartas de naturaleza expedidas a conveniencia de los consabidos solicitantes.
Por el camino que va de pasado a presente discurre la obra y transita con sus recuerdos el viajero que la lee y la vive. Durante el trayecto, iniciado en el oscilante 1976 y concluido en el electoral 2011, los sucesos se agolpan y las imágenes se suceden a cámara lenta, las trágicas, y a ritmo trepidante, las cómicas.
De aquel entonces al hoy, a la actualidad más candente que, como suele decirse por decir algo, nunca deja de sorprendernos aunque ya no asombre a nadie con los requisitos intelectuales expuestos en el primer párrafo. Parece que fue ayer y, sin embargo, ha transcurrido un tiempo cargado de acontecimientos y emociones, favorables para unos, lo contrario para esos que no aceptan comulgar con ruedas de molino o que no acaban de acomodarse en el aposento que les adjudica un ente superior y velado que conduce a nave y pasaje hacia un destino fijado y no declarado en el camarote del patrón.
Y de causa en causa a efecto tras efecto. El libro subraya esta lógica aplastante: todo efecto nace de su causa y toda causa conlleva un efecto.
En España las puntadas se dan con hilo, pero no se teje (entiéndase desteje) ni a la vista ni al tacto ni al gusto de los afectados por la tríada de infortunio que ha convertido una realidad en varias quimeras y en un erial lo que antaño fue patrimonio y propiedad común de los españoles: la mediocridad, en cuanto a pensamiento e iniciativa; el declive en cuanto a nuestra historia; la componenda en cuanto a la actuación política del poder omnímodo. Mediocridad, declive y componendas, elementos suficientes para desnaturalizar, imponer y someter. Una vez logrado el objetivo, el resto viene por añadidura y los resultados campan a sus anchas.
No obstante, mientras haya vida habrá esperanza o, por lo menos, una reacción inteligente y sostenida por quienes no están dispuestos a sumar en la derrota ni a militar en el conformismo ni a justificar inercias y tendencias a cambio de rentabilidad contante y sonante en el corto plazo. Es posible, incluso probable, que por estas fechas sin fecha concreta, que sepamos, un ciclo toque a su fin y por ende se despida una historia larga o corta, personal o colectiva, registrada en un documento único, antiguo, didáctico y solemne, llamado España, con muchas páginas y un número sobresaliente de referencias. Se llama España, se la conoce en el mundo y se la reconoce en el globo terrestre y ya de antiguo en los planisferios y cartas de navegación. Porque España ha sido y es. Porque España ha escrito la historia universal con caligrafía propia, esmerada en felices momentos, presurosa y rasgada en los adversos y convulsos.
España es una gran Nación, proclaman en ocasiones esos mismos dirigentes de la política al uso que sucesivamente firman su acta de defunción. Paradojas de una política subterránea que desteje el tapiz para conformar, en plazo estipulado y aún sin publicitar, una amalgama sumisa de territorios, acentos, necesidades y obediencias subordinadas y subsidiadas al beneplácito comerciante de los designados, dos o tres a lo sumo, como arquitectos de la deconstrucción; hasta que un viento cáustico esparza las cenizas allende las columnas de Hércules. El oráculo lo anuncia.
En definitiva, con realismo y ácido sentido del humor, dando puntadas con hilo, en Aguja, sutura y el mapa de España, los autores exponen y denuncian que en España desde 1976, quizá incluso antes, unos siempre avanzan y otros siempre ceden; al enemigo se le tolera, respeta y ensalza a la par que se oculta, calla o suprime la conciencia nacional y la feraz historia de España firmada por los españoles de toda época y condición.