Crítica de libro: Importación de armas en la guerra civil, de Lucas Molina y Rafael Permuy

Desenmascarando a Ángel Viñas
 
 
IMPORTACIÓN DE ARMAS EN LA GUERRA CIVIL.
Discrepancias historiográficas con Ángel
Viñas

Editorial Galland Books, Valladolid 2016

Autores: Lucas Molina y Rafael Permuy
 
 
 
 Pablo Sagarra Renedo
Funcionario del Cuerpo Superior de la Administración de Castilla y León
Licenciado en derecho y doctor en Historia
Ha escrito una docena de libros relacionados
con la Guerra Civil española y la Segunda Guerra Mundial.
 
 
 
   En
el panorama bibliográfico español dedicado a la guerra civil se publican, muy
de vez en cuando, obras como la que hoy reseñamos.
 
   Contra
el fraude camuflado como cultura, contra las medias verdades, contra la
metodología orientada por la ideología, contra el mito, la propaganda y la
polémica estéril vendidos como historia y contra la mala praxis científica, Lucas
Molina y Rafael Permuy nos ofrecen una lección historiográfica. Les avala una
importante trayectoria como investigadores. Sin perjuicio del carácter
necesariamente tedioso que exige un estudio como el que han afrontado, de su
mano podemos conocer, con claridad meridiana –lejos del lenguaje alambicado y
elucubrador de otros–, cual fue la aportación internacional del armamento más
importante que recibieron cada uno de los contendientes que se enfrentaron en
España hace 80 años, elemento capital para entender, junto a varios factores
más, el resultado del conflicto.
 
   Con
paciencia de orfebres, tras investigar, revisar y depurar la información
documental existente, proponen un veredicto riguroso sobre este tema. Sin
entrar a detallar las habilidades diplomáticas y la capacidad para obtener
recursos en el ámbito internacional de ambos bandos en liza, sobre lo cual se
podría hablar mucho, los autores van a los hechos concretos, al material
militar que, real y efectivamente, pudieron acopiar los dos ejércitos mediante
su importación pura y dura o su fabricación con tecnología extranjera.
 
   La
elegancia con la que trabajan ambos autores contrasta con la pasión y la rudeza
que marcan, habitualmente, las obras de Ángel Viñas –autor con el que polemizan
Molina y Permuy–, quien suele dedicar sus duras invectivas a los que discrepan
o mantienen puntos de vista diferentes a los suyos. A nivel mediático, salta a
la vista la dificultad con la que se encuentra cualquiera que pretenda hacer
una crítica al planteamiento general de Viñas quien, tras la estela de Tuñón de
Lara, Tusell o el propio Ricardo de la Cierva, ha entrado por méritos propios
en la categoría de «Guardián de Historia», utilizando la terminología del
historiador Pedro González Cuevas.
 
   Cuando surge un libro como el que estamos
reseñando, su lectura enciende todas las alarmas sobre la cualificación
historiográfica de Viñas. En el campo que nos ocupa, su tesis es que los
sublevados tuvieron a su favor, inicialmente, un «acusado
desequilibrio» en los suministros de armas lo
cual explicaría, en gran medida, el resultado final de la contienda que, según
él, habría sido prolongada por voluntad de Franco para asegurar su propia
posición política y destruir totalmente al enemigo.
 
   Sin
embargo, en este terreno de la importación de armamento en la Guerra Civil,
Molina y Permuy ponen al descubierto el burdo y torticero manejo que hace Viñas
de los documentos de época. Para que su tesis triunfe, en la mejor tradición de
la argumentación erística, no duda en ocultar datos, tener en cuenta solo algunas
partidas o minusvalorar el alcance bélico de ciertas armas.
 
   Molina
y Permuy, discrepando de Viñas, llegan a la conclusión razonada y cuantificada,
de que el bando franquista en el primer y decisivo año de guerra no tuvo una
ventaja cuantitativa ni cualitativa respecto a su oponente gubernamental, en
las armas que obtuvo en el extranjero. Lo que marcó la diferencia fue el mejor
empleo del material y del personal en el campo de batalla. Para llegar a esta
conclusión, que deja en evidencia a Viñas, han relacionado, con rigor
aritmético inigualable, por períodos y por países de procedencia, cada partida
de armas: piezas de artillería, aviones y blindados que importó, por una u otra
vía, cada contendiente así como los que se fabricaron en ambas zonas con
tecnología foránea. En su trabajo son de valorar dos elementos: la ausencia de
especulaciones o afirmaciones gratuitas y el extraordinario conocimiento de
ambos autores sobre las cualidades del material de guerra importado exponiendo
su potencialidad en el campo de batalla, algo clave para entender el desarrollo
del conflicto.

Viñas,
que es muy dado a plantear preguntas sin respuesta, a conjeturar y a lanzar
acusaciones a diestro y siniestro –más ideológicas que reales–, se enfrenta a
un estudio demoledor. Con su relato aplastante y convincente de principio a fin,
los autores dejan al descubierto algunas de las muchas manipulaciones del
catedrático emérito.

 
   Viñas, que hace gala de no rehuir las polémicas –sobre
todo cuando es él quien aplasta a su interlocutor–, debería estar a la altura. Por
una cuestión de higiene histórica no puede mantenerse en silencio. Pero tampoco
puede replicar con subterfugios o mensajeros, mediante un simple artículo o utilizando
calificaciones –habitualmente descalificaciones– personalistas, zafias o poco científicas.
 
   Este
libro se une a lo ya puesto de manifiesto por otros historiadores como Moisés
Domínguez en relación con la muerte del general Balmes, o por Pedro González
Cuevas, quien ha criticado la agresividad y el sectarismo historiográfico de
Viñas. Incluso el catedrático norteamericano Michael Seidman, en su recensión
al libro «Las armas y el oro…» afirma que Viñas «…se prodiga en sus críticas a
los historiadores que discrepan de sus métodos y sus descubrimientos. (…) Ataca
a aquellos que disienten de sus posturas valiéndose de un sarcasmo que linda en
el insulto personal…».
 
   Mientras
Viñas no responda con fundamento, y de manera adecuada –sin insultos o
descalificaciones personales–, a lo expuesto en este libro, el crédito de su
obra queda en entredicho. Si en un asunto capital como el de la aportación de
armamento foráneo en la Guerra Civil española, Viñas utiliza a su antojo las
fuentes documentales para afianzar sus teorías abandonistas a la República, ¿no
hará lo mismo en otros pasajes históricos?; ¿no habrá caído en lo que él tanto
critica de otros colegas: el ocultamiento y manipulación de la información
histórica?