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Tal día como hoy, pero en 1960, Francisco Franco asiste a la apertura del Curso de Economía y Sociología Rural en el reconstruido Monasterio de Samos, en Lugo, donde pronuncia el siguiente discurso:
Solamente unas palabras para mostrar mi satisfacción por ver terminada esta obra, que el señor Abad emprendió con tanto afán, y por haber tenido la suerte de poder ayudar al renacimiento de este foco de fe y de cultura, que he visto, por las palabras del señor Gobernador, que va orientado no solamente al servicio de Dios y a la expansión del Evangelio, sino también a la mejora social y al perfeccionamiento de la vida rural en esta provincia.
Es de gran interés la estadística, como muy acertadamente señalaba el señor Gobernador. La carencia de datos estadísticos, la malicia con que muchas veces, temiendo el aumento de la contribución, ni los campesinos ni los ayuntamientos responden a la realidad para estas estadísticas, hace que la ignorancia de estos datos, que han de ser la base, perjudique a la obra de reforma social y económica de nuestro campo.
Yo recomiendo a cuántos van asistir a estas conferencias y coloquios que se pongan en la realidad de los campesinos, en la realidad del campo español, y especialmente en la realidad del campo gallego, en el atraso acumulado de siglos sobre la estructura de los patrimonios campesinos, el régimen de propiedad y el atraso en los cultivos. Porque muchas veces se ha orientado y mirado al campesino gallego como un simple agricultor. Y para mí, el campesino gallego no solo es un agricultor, sino un granjero y, por tanto, no solamente atiende al pequeño sector de la agricultura, sino a la cría de ganado, a la explotación ganadera, de cuyos productos vive. Se puede decir de él: que el ganado es muchas veces antes que la familia.
Así pues, si nosotros logramos que el campesino gallego y todos los miembros de su familia saquen un fruto de su trabajo, asegurándoles un jornal a él y a toda la familia a través de la explotación ganadera, habremos cambiado la suerte de la producción y de la familia gallega.
Por consiguiente, es tan particularísimo el caso de Galicia, que todas las reglas y las deducciones internacionales hay que acomodarlas a nuestro caso, como la terapéutica de las enfermedades. Hay enfermedades, sí, pero sobre todo hay enfermos, y el campesino gallego es un enfermo al que hay que estudiar.
Y nada más que felicitar a todos los que colaboraron en esta gran obra, y principalmente al señor padre Abad, por el entusiasmo puesto, que ha superado todos los obstáculos.
Muchas gracias.
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