Jaime Alonso
Vice-Presidente Ejecutivo F.N.F.F.
El tiempo vital, ese secreto de la providencia que inocula el determinismo de una certeza, coincide con el tiempo vital del último leader respetable del siglo XX. Demasiado joven para empuñar las armas en defensa de unos ideales revolucionarios, también para ocupar los puestos de máxima responsabilidad en la posguerra. Ortodoxo, inconformista, coherente, honesto, denuncia desde la lealtad las desviaciones del régimen, tanto en lo político, como en lo económico y social, lo que le lleva a situaciones incomodas y destituciones fulminantes, a la soledad incomprendida y hostil de una carrera excepcionalmente brillante, dotada de una vivísima inteligencia; con una oratoria incontestable como expresión de una vastísima formación humanista cristiana, que resultó insuficiente para los fontaneros y termitas que socavaban el Régimen e impedían su nombramiento como Ministro en los últimos gobiernos de Franco.
Blas Piñar fue la conciencia viva del Régimen bastante antes de que este se desmantelara; el faro ideológico en medio de la oscuridad de la deserción y el abandono; la recta conciencia que impedía las supercherías vendidas como verdades; la campana que llamaba a despertar y congregarse en el ideal trascendente, en la emoción de nuestra historia, en el arrojo del combate congruente y liberador; el látigo que señalaba y fustigaba a la clase política instalada en el poder y dispuesta a perpetrar el latrocinio que ahora conocemos y padecemos.
Adivinó el desmoronamiento del régimen del 18 de Julio con la precisión y el rigor del entomólogo. Fue el Notario de la historia al señalar en las Cortes de la Reforma Política, las razones para oponerse a votar una “ruptura, vendida como reforma, aunque fuera desde la legalidad y sin violencia…”. Ya en las Cortes de la mal llamada democracia, expuso, como Diputado, las razones para votar no a la actual Constitución en un magistral alegato jurídico, político, histórico y moral que resulta imprescindible releer, por el acierto pleno de lo que ocurriría en España de mantenerse distintos artículos de nuestra carta magna y su Titulo VIII.
No se puede conocer el franquismo ideológico sin Blas Piñar. No se puede explicar el franquismo prescindiendo de sus análisis. No se puede comprender el franquismo en sus postulados, principios y valores sin analizar detenidamente su portentoso discurrir político en su singular “combate por España”. No se puede analizar la transición sin ese combate ideológico y político “acaudillado” por la oratoria precisa, el rigor conceptual y el debate incisivo y rompedor de Blas Piñar. Nadie puede negarle el hueco preciso en la historia de la dignidad personal, al servicio de un ideal trascendente. Hubo de soportar, como todos sus seguidores, el silencio cómplice e interesado de los falsos amigos, de los antiguos camaradas, de los nuevos descubridores de la vieja democracia. Hubo de sufrir, en mayor medida que sus seguidores, la indiferencia, el desprecio y la persecución hostil de los enemigos sempiternos de España y de la civilización cristiana. Fue sometido, como casi todos sus seguidores, a un tratamiento discriminatorio y falaz consistente en manipular y demonizar todo lo que se hacia o decía dentro del marco legal establecido, por quienes mas se habían beneficiado del régimen de Franco y eran sus deudos. Soportó en toda su vida política de la inutilidad conceptual y lenidad moral de la derecha sin valores, con el llamado “voto útil”, que impidió sistemáticamente la presencia de hispanistas en el Parlamento.
Ganado y merecido descanso a quien dirigió durante tantos años y con tanta entrega, sacrifico y lucidez a lo mejor y mas idealista de la juventud española, de la clase media, empresarios y trabajadores. Contigo y gracias a ti, admirable Blas, una parte se nuestras vidas tomó distintos rumbos que el destino moduló. También una parte de lo mejor de nosotros, con sana nostalgia, te acompaña en la eternidad. Hoy, huérfanos de ti, nos aferramos a los hermosos recuerdos de aquellos primaverales años en los que creíamos, contigo y como tú, que otra forma de hacer política era posible en España. Éramos idealistas, tal vez imprescindibles para que la degradación no se hubiera consumado con mayor celeridad, pero no trasnochados, ni inmovilistas. La reforma perfectible de aquel régimen hacia una democracia occidental hubiera sido posible y deseable, en evitación de todos los males que nos aquejan y que afectan de manera sustancial a España como Nación.
Siempre presente en nuestra memoria, anhelos y ejemplaridad de conducta, te llevaremos. Guíanos desde el lucero donde te encuentres en esta hora aciaga y difícil de España. Que Dios te conceda el descanso eterno y a nosotros nos lo niegue, sino somos capaces de merecer que no se desintegre y arruine nuestra querida España.