Antifranquismo actual, por Jaime Alonso

 Jaime Alonso
 
   A todos nos afecta. Ya no sirve la bromita progre y cierta de que “contra Franco vivíamos mejor”. Se acabó el antifranquismo de opereta. El antifranquismo hoy, impide derechos constitucionales básicos como el derecho de reunión, de manifestación, de respeto a las creencias ajenas que, sostenían, era fundamento de la democracia. Se discrimina por razón de ideología, de creencias. Se acepta el chantaje y se prohíbe en un centro público, se supone que de todos los españoles, un acto contratado por una asociación legal cuya única finalidad es celebrar una comida en recuerdo de quien nos gobernó tan acertadamente durante cuarenta años. El día 4 de Diciembre se cumplen 120 años del nacimiento de nuestro Caudillo Francisco Franco Bahamonde. Todo ello de manera pacifica, en el ámbito privado de un recinto privado, donde se refrendan libremente unas convicciones, y se auspicia la verdad histórica y la reparación moral a una época.  
 
 
   Pero ocurre que, quienes llevaron a España al desastre económico, la desintegración territorial y el enfrentamiento civil, vuelven a tener patente de corso para amedrentar, insultar, prohibir, coaccionar y violentar vidas y haciendas, todo ello con la complicidad suicida de una derecha desnortada y sin principios, cobarde y acomodaticia, servil y contemplativa con quien no respeta ninguna regla que no le beneficie. Caminamos hacia la barbarie, que a nadie le quepa duda. Pronto, si no se frena este proceso revolucionario de la nada, veremos cómo dejan de respetarse vidas y haciendas. Conocemos el proceso y sus consecuencias. La izquierda utópica de un marxismo inepto y criminal, nos muestra a diario su nostalgia y su miseria: No pueden vivir sin Franco.  
 
   Lo que ocurre es que Franco desde la Eternidad y desde la Historia, les recuerda lo que hizo de España. De ahí que, unos y otros, pretendan silenciarnos. Con Franco no habría seis millones de parados, uno y medio en el umbral de la miseria y mantenido por los comedores sociales de beneficencia. Con Franco no estaría Cataluña pidiendo la independencia, ni los catalanes manipulados hacia la pobreza, pidiendo un imposible. Con Franco no habría 17 autonomías sangrando la economía de la Nación para mantener a una “casta política” endogámica y despreciable. Con Franco no estaríamos suplicantes ante Europa, pidiendo una moratoria financiera o el rescate. Con Franco no habrían quebrado las Cajas de Ahorro, ni estafado a los indefensos ahorradores, con artificios financieros. Con Franco los trabajadores no serían meros instrumentos de agitación política, al servicio de unas Centrales cuyo único logro ha sido incautarse de los Edificios de la Organización Sindical creada por Franco, y vivir holgadamente de los Presupuestos del Estado. Con Franco todo progresaba, menos los vividores de la política, los sindicatos de clase, la corrupción y el separatismo.  
 
   El antifranquismo está nervioso y temeroso de que el pueblo se dé cuenta que los malos son ellos, los que nos han vuelto a llevar donde solíamos, a la cola de Europa y del paro, al pan y circo, fútbol y movida. Tontos útiles, pesebreros de un antifranquismo que cada vez cotiza menos, aunque se pague bien y sea más virulento.  
 
   Desde que se les cayó el Muro de Berlín y la estatua de Lenin, andan estos antifranquistas de charanga y pandereta, de subvención y desmemoria histórica, de chantaje y opereta, desnortados y sin pedigrí. Como la mentira y la propaganda es consustancial a su filosofía y existencia, son incapaces de enfrentarse al decepcionante presente que han contribuido a crear. Por eso repiten, una y otra vez, su mantra contra Franco. No han aprendido a vivir sin Franco. Ya que no han podido derrotarlo en vida, pretenden borrarlo de la memoria colectiva  mediante Leyes, Decretos, disposiciones administrativas varias. Todo inútil. Porque la historia vuelve, no sólo como enseñanza, sino también para señalar las causas que produjeron los indeseados efectos de 1936. Y eso es imposible de borrar del imaginario colectivo. Ya Stalin, vuestro “papito” venerado, lo intentó en Rusia con la mayor masacre colectiva de la historia, y mirad el resultado, ochenta años después.  
 
   Definitivamente la izquierda post-mortem de Mayo del 68 no tiene remedio, padece una “franquitis aguda” consistente en pretender borrar, vano intento, de la historia y de la memoria del pueblo español la etapa de mayor progreso social, armonía, cohesión interna y paz de los últimos dos siglos. Para ello se valen de los instrumentos de siempre: la cobardía de sus oponentes de la derecha, y la coacción como última ratio, donde la propaganda y la manipulación no llega. Así han obtenido que algunas calles de Madrid y del resto de España se pongan nombres a las calles de asesinos que quisieron destruir a España, mientras los héroes que la engrandecieron son borrados. Asesinos como De Juana Chaos o Bolinaga están en la calle ensalzados, mientras las víctimas sufren el doble escarnio de la incomprensión e injusticia. Felipe González, el Presidente del “crimen de Estado”, de la corrupción, del control y politización de la justicia, de la primera crisis económica y hundimiento de la Seguridad Social; es homenajeado; mientras se intenta impedir el homenaje mínimo debido a quien desde su nacimiento, hace 120 años, no hizo otra cosa que servir y engrandecer a su patria y el bienestar de su pueblo.  
 
   Ya Marcial, que no era un jugador de fútbol, sostenía en el siglo I después de Cristo que “a Dios y al soldado todos los hombres adoran en tiempos de guerra, y sólo entonces. Pero cuando la guerra termina, y todo vuelve a su cauce, Dios es olvidado y el soldado vituperado”. Nada, bueno o malo, nos es ajeno. Todo es, en general, debido a nuestra acción u omisión voluntaria. Si vivimos una democracia degenerada y con una izquierda patibularia nuestra es la responsabilidad y a nosotros corresponde corregirla. Comencemos por la historia.  
 
   La Fundación Nacional Francisco Franco honra el día 2 de Diciembre del presente año, la memoria de nuestro Caudillo, al cumplirse, el día 4, el ciento veinte aniversario de su nacimiento. Lo importante no es el lugar, ni las dificultades que nos pongan los enemigos o los falsos amigos. Lo decisivo es que lo celebremos. Y eso va a ser el Restaurant “El Faro” de El Pardo. La cita con la dignificación histórica está hecha y nadie, excepto Dios, lo podrá impedir.  
 
 

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