El Arma Submarina española cumple 100 años

 
 
A. R-H
La Gaceta 
 
 
 
   El 17 de febrero de 1915, Alfonso XIII firmaba la autorización para construir 28 sumergibles con un presupuesto de 110 millones de pesetas.Tuvieron que ser los submarinos de la armada austrohúngura (nacida en 1867 y activa hasta el final de la Primera Guerra Mundial) los que dieran el empujón definitivo a los sumergibles españoles. Su gran actividad en el Mediterráneo desde el Adriático contra Inglaterra en la contienda mundial fue determinante para que el rey Alfonso XIII firmara, el 17 de febrero de 1915, la que ha pasado a la historia de la Armada española como “Ley Miranda”.
 
   No era la primera vez que los sumergibles entraban en el Consejo de Ministros y llegaban a las Cortes. En la Ley de 7 de enero de 1908, llamada de Maura, se estrenaron en papel oficial aunque nunca llegaran a construirse aquellos “tres sumergibles o submarinos de doscientas cincuenta a trescientas toneladas, a siete mil pesetas la tonelada con armamento completo y garantía de constructor especial de esta clase de buques: 6.300.000 pesetas“. Cuatro años después, en 1912, el gobierno de Canalejas recabó el concurso de la Armada para establecer un ateproyecto naval compuesto, entre otros, por seis sumergibles de 400 toneladas en superficie. Ni siquiera llegó a ser propuesto el anteproyecto por el asesinato de Canalejas, pero su sucesor, Romanones, hizo suyo el programa. En 1913, el ministro de Marina, Amalio Gimeno, proyectó la construcción de ocho submarinos, también de 400 toneladas, que se diluyeron como el gobierno. Pero en abril 1914, el almirante Augusto Miranda y Godoy expuso al Consejo de Ministros un programa para retomar el de 1908 que fue aprobado en primera instancias y firmado por Alfonso XIII como Real Decreto el 29 de abril de 1914. Se autorizaba así la presentación en las Cortes del proyecto de Ley que Miranda firmaba el 7 de mayo: “Tres sumergibles, que deberán estar terminados en 1918, cuyo coste aproximado es de 3 millones cada uno. Se consignan para su construcción o adquisición hasta fin de 1917…9.000.000 pts“.
 
   La declaración de guerra de Inglaterra a Alemania el 4 de agosto de 1914 alteró en buena medida esos planes porque el protagonismo de los submarinos autrohúngaros en la Primera Guerra Mundial movió al almirante Miranda a posponer la construcción de acorazados y diseñar un nuevo proyecto que incluía una apreciable cantidad de fuerzas ligeras en superficie y de submarinos. Alfonso XIII firmó este nuevo proyecto, la “Ley Miranda” el 17 de febrero de 1915: “Con el fin de dotar a la Nación en breve plazo de los elementos de defensa marítima absolutamente indispensables para el mantenimiento de su autonomía y de la integridad de su territorio, se procederá por el Gobierno a contratar la ejecución de las obras siguientes, sujetándose a los presupuestos contenidos en la Ley de siete de enero de mil novecientos ocho que no sean por la presente derogados:[…] 28 sumergibles de los tipos y características que fijará el ministro de Marina, teniendo en cuenta los servicios a los que se destine cada una de las unidades o grupos incluyendo el material necesario para salvamentos, reparaciones y aprovisionamiento…110.000.000 pts“.
 
   El Almirante Miranda, para acelerar el proceso, añadió: “Se autoriza al ministro de Marina para adquirir por gestión directa con cargo a los creditos concedidos por esta ley, hasta cuatro sumergibles y el material necesario para las enseñanzas y prácticas de personal que ha de dotarlos y un buque especial de salvamento. Se le autoriza asimismo para la organizar el servicio en los submarinos con Oficiales del cuerpo General de la Armada, y para reorganizar el cuerpo de Maquinistas y los Contramaestres, Condestables y demás subalternos, ajustando sus servicios y sus plantillas a las necesidades del mismo material, dentro de los creditos consignados para el personal en el actual presupuesto“.
 
   España no tenía capacidad para construir estos 28 submarinos y la guerra sólo dejaba una opción: los Estados Unidos. Se contrató con la Electric Boat Co. la provisión de nuestro primer sumergible, origen del Arma Submarina española que celebra ahora su primer centenario en una situación, según reconocen sus propios oficiales, manifiestamente mejorable.
 
 
 
 

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