Entrevista a Jaime Alonso, en el blog de César Bakken Tristán

Blog César Bakken Tristán

 

«La superioridad moral de la izquierda no se discute, se acata; o se soporta la descalificación de fascista, extrema derecha, reaccionario, capitalista o cosas mucho peores”.

 

 

¿Eres consciente de que más de media Espena (antigua España) visualiza a un cabezón asturiano, multimillonario, al volante de un bólido cuando oye tu apellido: Alonso?

Espero y deseo que no, aunque la popularidad de un deportista de élite supera, con creces, la de cualquier otra persona del ámbito de la política u otra profesión. Personalmente prefiero el anonimato del nombre, y que puedan creer que el apellido me cualifica para la conducción de vehículos con similar destreza. Tampoco me importaría que me consideraran familia, aunque no le conozca personalmente, pues no lo considero un ser reprobable en su conducta

¿Eres consciente de que más de media Espena visualiza a un cabezón periodista deportivo jubilado, multimillonario, cuando oye tu segundo apellido: García?

Tampoco lo creo, resulta un apellido muy corriente en España y de enorme tradición en Navarra y ambas Castillas. Mi madre, bastante mejor que yo, quien me enseñó a rezar y a querer al prójimo como a uno mismo, bien se merece el atributo del apellido que significa en el lenguaje prerromano “Príncipe de vista agraciada”. Así se llamaba el primer Rey de León, de donde soy, y, aún siendo muy común el apellido, mi pertenencia a una familia concreta de la montaña de León hace muy fácil la identificación del linaje y la exclusión de cualquier otra parentela.

¿Quién es Jaime Alonso García?

No es de las preguntas que más me guste contestar, entre otras razones porque, aunque supiera realmente quien soy y lo que he querido ser, son los demás los que mejor percepción y más objetiva pueden tener de mi. En primera persona del singular, soy un producto imperfecto del ser humano: blanco, heterosexual, español, católico, apostólico y toledano que, según la etapa de la vida en que me encontré, hube de priorizar con intensidad, como es mi carácter, unas cosas u otras. Fui vocacionalmente un político incorrecto para el sistema imperante en la actualidad y abogado. Me gusta especialmente la alegórica metáfora de Jorge Manrique en las “coplas a la muerte de su padre”: “nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar que es el morir”. Eso creo somos todos, con independencia de lo que nos creamos o de la posición social en que nos encontremos. Mi vida actual, espero y deseo se prolongue al menos una década, trascurre por el manantial sereno de la edad en permanente zozobra, por el destrozo social que provoca este régimen, la dificultad del futuro que se vislumbra, y la ausencia de asideros fiables en que se estructura la actual política, que lo inunda todo y lo pervierte todo. Uno es, lo que ha sido, y lo que espera ser; así que, hasta el final y mientras haya vida, soy un inconformista en busca de la verdad ontológica y metafísica, descreído del producto humano, sin sustracción posible a formar parte de él.

¿Quién fue?

Partiendo del principio de que nadie es lo que parece, resulta más sencillo significar los aspectos externos de lo que fuiste: delegado universitario, jefe del sindicato Fuerza Nacional del Trabajo, candidato número 2 en las elecciones generales por Madrid de Fuerza Nueva, abogado en ejercicio que tocó todos los palillos del derecho etc. Por ello, habiendo sido lo que soy, sigo siendo el mismo, en esencia y presencia. No fui lo que no quise ser, ni hubo en mi vida muchas contradicciones e incoherencias.

Fui un joven soñador de utopías que entendía como certezas, al despreciar, a veces, la realidad. De distinto aspecto al que soy, pero con el mismo gen evolutivo, anhelos, certezas y contradicciones. Un inconcluso rebelde, inconformista patológico, dialéctico contumaz y ávido de sorpresas, que sigue el caminar de la humanidad y el propio, lleno de incertidumbres, desasosiego e inquietud. Se lo que fui, más por la edad, que por sentarme a reflexionar sobre mi existencia. Nunca lo hago y tampoco lo añoro, ni siquiera cuando nos reunimos los amigos de la infancia para recordar vivencias. Creo tanto en la historia que quiero fundamentarla para un mejor presente colectivo, no personal. Por ello nunca personalizo sobre lo que fui, en la esfera de la política o el derecho.

¿Qué quiere ser?

A esta edad: lo que soy y que me dejen como estoy. Es una pregunta más bien destinada a quien le quede toda una vida por delante; pero a quien le queda la vida por detrás solo admite una dual respuesta. La de afirmarse en lo que has sido, en cuyo caso el querer ser se adapta al logro del ser vivido, ya en presente. La de negar que lo vivido en singular, no obedece a las aspiraciones y fundamentos de lo que deseabas ser, una especie de frustración sartriana. En mi caso, menos en política y en algún otro aspecto coyuntural, puedo afirmar con cierta complacencia: que he querido ser, lo que soy.

¿A quién quiere?

El amor es el don más específico del ser humano, lo más sublime de su naturaleza, lo más elevado de su espíritu. Es, para mí, la carta de naturaleza del creador. El amor consciente, sentido y querido, es el atributo que mejor nos distingue de los animales, puramente sensitivo y entre especies. Es la fuerza más poderosa del genero humano y de la que depende, tanto su progreso, como la felicidad.

Como casi todos los de mi especie, quiero a mi familia (padres, hermanos, esposa, hijos y amigos) de ellos recibo permanentemente el mejor regalo de respeto, cariño y comprensión que procuro devolver. En las cuestiones del querer hay muchos círculos concéntricos y, la voluntad de amar y ser amado se ha universalizado tanto, que hasta resulta contraproducente para el amor verdadero. El sentido de pertenencia a un trabajo, grupo social, localidad de nacimiento y hasta lugares entrañables y bellos que has visitado, permite que el amor se multiplique al dividirlo, entre todas esas personas, cosas y hasta lugares, que adornan el deseo y la capacidad humana de querer.

¿A quién odia?

Es un sentimiento innoble que siempre he descartado de mi vida, pues creo que hace más daño al que lo practica, que sobre quién se ejerce. No he odiado a nadie, ni a los que se han declarado mis enemigos, sin preocuparse siquiera en conocerme o las razones de su animadversión hacia mi persona, forma de pensar o de actuar. El odio, producto de la envidia igualitaria o resentimiento social ha adquirido en el mundo global, desinformado y moderno, carta de naturaleza como motor del cambio a peor. Vencer las causas y a sus propagadores y beneficiarios, es hoy una de las tareas fundamentales de nuestra civilización: que el odio no triunfe.

Las siglas de la Fundación en la que participas (FNFF) tiene muchas efes, analogía inevitable con la Agencia que fundó Serrano Suñer. ¿Fuiste amigo de él? ¿Si levantara la cabeza y viese lo que la Agencia EFE notifica, sobre su cuñado Francisco Franco, qué crees que diría Ramón?

No tuve el honor y el privilegio de conocerlo personalmente, me hubiera gustado, era un hombre muy inteligente, culto, afable y contribuyó, en su momento, al bienestar de los españoles. Quienes lo trataron me hablaban de su fina intuición, carácter e influencia, antes y después de la guerra.

Él vivió los cambios copernicanos habidos en España desde el fallecimiento de su cuñado Francisco Franco, con el que no se llevaba muy bien desde su destitución. Como en toda obra humana, hay generaciones que se dedican a construir y generar riqueza, mientras otras, generalmente herederas, se aprovechan del esfuerzo colectivo para usufructuarlo, venderlo o destruirlo. Es el caso de lo ocurrido con el régimen de Franco y su enorme e impagable contribución a la riqueza obtenida bajo su mandato y justa distribución entre los españoles. Diría que la agencia EFE, por él creada, sigue cumpliendo con sus fines, pero en sentido contrario a su primigenia creación. Sigue defendiendo “la razón de estado”, pero al servicio de un gobierno que pretende destruir el propio estado y, por ende, la Nación que nos cobija bajo su soberanía.

Francisco Franco está mucho más en boga ahora que cuando fue jefe del Estado español. ¿Por qué?

No caeré en la exageración de señalar que Franco está más presente o en boga que cuando gobernaba, entre otras razones porque su permanente recuerdo es puramente denigratorio, con propósito perverso, ausencia de rigor histórico y al servicio a intereses espurios.

Sigue en boga Franco, como si fuera presente en el acontecer político y no parte sustancial y de enorme trascendencia en nuestra historia, por el complejo insuperable de la izquierda, la desvergüenza indescriptible de la derecha y la ingratitud mayoritaria, por ignorancia o cobardía, de los actuales españoles, herederos de ese régimen. Me explicaré con la mayor brevedad posible. Se requiere que Franco y su régimen sean aun presente por tres fundamentales razones. La primera, para volver a la II Republica hay que blanquear ésta, denigrando de manera inmisericorde y manipulada a quienes la derrotaron, tanto en la guerra como en la paz (Ley de Memoria Histórica y Democrática). La segunda, al constatar la izquierda que quienes deberían defender aquel régimen y la transición política, no lo hacen y hasta se suman a su interesado relato, fuerzan la Constitución, el Concordato y el propio estado de derecho, obteniendo mediante Decreto-Ley y resolución judicial, la profanación de su tumba, de una Basílica Pontificia. Y, en tercer lugar, al demonizar el pasado próximo y del que venimos, con cuantos epítetos y descalificaciones imaginar se pueda, estamos buscando el asidero político en un pasado remoto que estuvo a punto de liquidar nuestra nación y arruinar a nuestro pueblo, como ocurrió en los países del Este Europeo. Franco merece ser recordado por nuestro pueblo, más que Napoleón en Francia, Kemal Atatürk en Turquía o Cromwell en Inglaterra. No digamos con respecto a Lenin, Stalin o Mao en sus respectivos países. Franco acabó con el retraso de siglo y medio en España, llevándonos a la industrialización, modernización, desarrollo social y económico nunca conocido hasta entonces, sin apoyo exterior, ni participación en contiendas que nos eran ajenas. En ese, evitar comparaciones odiosas, puede radicar la cuarta de las razones por las que el régimen de Franco es sistemáticamente demonizado. La historia de la “Era de Franco” sigue interesando se juegue en un presente falsario para llevarnos a la republica, como anhelo, veremos por cuanto tiempo y la reacción del pueblo español cuando despierte de la siesta colectiva en la que se encuentra.

Una de las últimas estatuas mancilladas del Caudillo, en Madrid, estaba a escasos metros de la glorificada de Largo Caballero (de nauseabundo estilo “artístico” bolchevique, por cierto). ¿En qué quedamos: todos moros o todos cristianos?

Resulta palmario la arbitrariedad, el sectarismo, el totalitarismo, la incongruencia y la injusticia de retirar la estatua del Caudillo militar y político que salvó, hasta en cinco ocasiones, la legalidad republicana, manteniéndose fiel, hasta que resultó imposible; y se mantenga, en el mismo lugar, la de Indalecio Prieto y Largo Caballero (conocido como el Lenin español), coautores de la deriva totalitaria de la II Republica, de todos los desmanes cometidos bajo su mandato, como la revolución de octubre del 34, el robo del oro del Banco de España, o de todo el dinero, oro y joyas y objetos de valor confiscados en los montepíos e iglesias de toda España y trasladado en “El Vita” a Méjico.

Que el causante de la guerra civil, que incitaba a la misma en todos los mítines y actos públicos desde febrero del 36 y fuera el Jefe de Gobierno cuando se produjeron los asesinatos en masa de Paracuellos del Jarama, autentico holocausto, figure en una vía publica como defensor de la clase obrera y la democracia, es una aberración histórica que denota el déficit democrático existente. Mayor sarcasmo e incongruencia resulta imposible. Pero aquí ya es sabido y asumido por la derecha: la izquierda es la que decide lo que es políticamente correcto, y resulta aceptable o rechazable. Haber perdido la batalla cultural, ni siquiera planteada por la derecha, le ha llevado al hartazgo de su electorado, la perdida de influencia y, lo que es peor, que sus gobiernos hayan sido continuistas, meros relevos de lo que la izquierda ordenaba en educación, información, historia etc.

La mayoría de antifranquistas no vivieron el franquismo. ¿Su odio a Franco no es el mayor dogmatismo actual?

Sin duda, pero no por dogmática, que podría aceptarse, si tuviera cierto rigor en su formulación teórica o practica, ni tampoco porque no lo hubieran vivido, pues lo trasladan como si fueran cuentos orales de Andersen, como alpiste de correligionarios de un republicanismo trasnochado y pueril. Lo que resignifica ese odio a Franco, refleja un totalitarismo fanatizado, con la pretensión de derribar todo lo que se oponga a su voluntarismo presente o histórico, les da igual.

Si resulta especialmente peligroso es porque se ha instalado y viene desde el poder, con el grado de influencia que ello genera, y pretende acomodar el estado de derecho a esas pretensiones, aunque contradigan la letra y el espíritu de la propia Constitución. Y no se retrotrae solo a la historia y a Franco, sino que abarca cualquier ámbito cultural donde la libertad y el criterio les lleve la contraria. Este es uno de los aspectos que más me inquietan: Hoy las revoluciones y los cambios de régimen se hacen sin pegar un tiro y sin que la gente lo perciba. Se hacen desde el Boletín Oficial del Estado, una vez que todas las instituciones están bajo la autoridad y el dominio del ejecutivo. Se acabó la farsa de las urnas, pues el resultado estará predeterminado por la voluntad domesticada y subsidiada del pueblo. Se acabaría nuestra civilización, tal como la hemos conocido.

Te han vilipendiado por tener filias, públicas, a Vox. ¿Por qué se arrogan los demócratas la bondad o maldad en política?

Porque no entienden la democracia sino como una forma permanente de mando, mientras sean ellos los que dictan lo que debe hacerse, lo que es bueno o malo. Porque no respetan las reglas del juego democrático, comenzando por la división de poderes. Porque no consienten que preexistan instituciones que velen por la pureza democrática. Y porque no creen en la libertad y, por consiguiente, en la discrepancia. La superioridad moral de la izquierda no se discute, se acata; o se soporta la descalificación de fascista, extrema derecha, reaccionario, capitalista o cosas mucho peores.

Vox ha irrumpido en la vida política española como una necesidad de regeneración vital, ante la ausencia de la batalla cultural y aceptación del relato impostor de la izquierda. Y lo hizo sin complejos y con un líder solido y, aun cuando es un partido bisoño y tendrá que corregir algunas debilidades por impericia, su presencia en la escena política es tan necesaria, como urgente, para evitar que se proletarice a las clases medias y se abandone a su suerte a los indigentes ya proletarizados. Las fobias que me puedan tener por mi militancia en Vox, son más bien por no haber conseguido que Vox estreche su electorado a defender la historia, dejándose etiquetar fácilmente; ni yo me preste nunca a facilitar divisiones internas que perjudiquen el ideal sustancial y fundacional de Vox, con el que coincido.

Acoge esta ucronía: ¿cómo hubiera sido el Franquismo si José Antonio Primo de Rivera no hubiera sido asesinado?

Hablar de lo que hubiera podido ser y no fue, pertenece al aficionado a la ficción histórica, tan en boga actualmente, por lo que resulta verosímil adoptar cualquier postura con un mayor o menor rigor, dependiendo, en general, del interés del escritor en resaltar a cualquiera de las dos figuras históricas irrepetibles y no antagónicas: José Antonio Primo de Rivera Francisco Franco. No cabe duda que la muerte prematura y heroica del primero (“dar la existencia por la esencia”), le otorga ventaja emocional y panegírica sobre el segundo, que muere en la vejez, en la cama de un hospital de la Seguridad Social, creada por él. Quien opina que se hubieran enfrentado en la gobernabilidad de la nación se equivoca, en mi modesta opinión, al menos en la primera fase. El nuevo régimen surge del fracaso democrático de la II Republica, en aquella época muy poca gente creía y practicaba verdaderamente la democracia, y menos después de una cruenta guerra civil que dura tres años. En esas circunstancias el Caudillo militar prima sobre el liderazgo civil y, nadie, con el inteligente pragmatismo de José Antonio, le hubiera puesto ningún pero a Franco, desde el Decreto de Unificación de abril de 1937.

De haber vivido tantos años como Franco podría haber adoptado la misma postura que su circulo de dirigentes, Raimundo, Valdés Larrañaga, Girón, su hermana Pilar y un larguísimo etc. de falangistas de la primera hora. O la de haberse opuesto al gobierno vitalicio, “mandato comisorio”, con mayor fortuna y apoyo nacional e internacional que Dionisio Ridruejo, Laín Entralgo o Hedilla.

En cualquier caso, en mi opinión, la experiencia política de José Antonio, su conocimiento de la historia y su acendrado patriotismo, no le hubieran devuelto a la convicción de que la democracia liberal era la solución para España, nuevamente. La democracia orgánica, cuyos precursores fueron los socialistas Ginés de los Ríos y Salmerón, entre otros, encajaba mejor con las preferencias de José Antonio y hubiera seguido la línea de Franco. Tampoco creo que la formula monárquica como sucesión del régimen chocara frontalmente con quien, uno de los pocos, fuera a despedir a la estación a Alfonso XIII, aunque su evolución u oportunismo posterior le llevara a decir que: “la monarquía era una institución gloriosamente fenecida”.

En fin, sostengo que no hubieran cambiado mucho las cosas. Aquel tiempo vital e histórico, nada tiene que ver con este, y esa es la perspectiva con la que tenemos que mirar y juzgar el pasado. No hacer trampas en el solitario de equiparar el presente con esos momentos contextualizados en su época y circunstancias, además de estar convenientemente manipulado en buenos/malos como se hace en la ley de memoria histórica.

Acoge esta otra ucronía: ¿cómo sería nuestro país sin el magnicidio de Carrero Blanco? ¿Qué opinión te merece la CIA?

No me gusta especular de manera sensacionalista y aventurera. Creo que nada o muy poco habría cambiado, aunque Carrero no hubiera sido despedido de la política como lo fue Arias Navarro, pero si, probablemente, como se hizo con Torcuato Fernández Miranda, y me explicaré. La transición política en España estaba prefigurada por Franco desde que nombra como sucesor en la Jefatura del Estado, a titulo de Rey, a Juan Carlos de Borbón y Borbón, allá por el año 69. El hecho de que no se restaurara la monarquía, sino que se instaurara, – siguiendo la línea dinástica-, dotándola de la legitimidad de haber ganado la guerra, como no podía ser de otra manera, no era más que un aspecto formal, como se demostró en la Ley para la Reforma Política, una ley orgánica, votada en unas cortes orgánicas y que daban paso al sistema inorgánico o de partidos que tenemos. Cosa distinta es que Franco pudiera presuponer el sistema de partidos que se iba a restaurar y el sistema autonómico que se implantaría para “contentar” a catalanes y vascos. Esa previsión de Franco, con la que se podrá o no estar de acuerdo, se inicia en los remotos años de 1956 cuando José Luis de Arrese propone al Caudillo una salida del régimen personal, mediante la transformación del “Movimiento Nacional” en un partido único. La respuesta fue el cese, como ministro Secretario General del Movimiento, del proponente, declinando la estrella de tan brillante personaje en 1962. Desde esos tiempos se va diseñando, tanto en el interior de España, como desde el exterior, lo que debería ocurrir, en nuestra nación, a la desaparición de la figura excepcional e irrepetible que marcó el porvenir de España, casi medio siglo XX. Carrero Blanco ni era ajeno a semejante designio, ni podía haber cambiado el curso de la historia, tal vez ralentizarlo y hacerlo más perfectivo, menos rupturista. Nunca lo sabremos por su magnicidio el 20 de diciembre de 1973, el quinto presidente de Gobierno español asesinado en 103 años de nuestra historia reciente.

Carrero Blanco, un hombre de extraordinario prestigio militar y político, impulsor y ejecutor de la política del régimen durante los últimos veinticinco años, no podía ser ajeno a semejante diseño. El pragmatismo de Franco y su forma superior de entender la política como servicio al bienestar general y los intereses de la patria, le impedían, como hubiera ocurrido a Carrero Blanco, apartarse del estado social y de derecho que habían creado, admitiendo los cambios legales, reglamentarios y constitucionales que el mundo cambiante fuera imponiendo. La Ley para la Reforma Política fue el ultimo arquetipo constitucional donde radica la clave de bóveda sustentador de los cuarenta y siete años de imperfecta y disgregadora democracia.

La Cía, como todo servicio de inteligencia de cualquier estado, basado en la soberanía y la “razón de estado” o, más bien, del gobierno de turno, sirve los intereses de los gobiernos. Reciben la información sensible de la actividad interior y externa, de importancia para la toma de decisiones de sus gobiernos. Al ser la Cia, el servicio secreto de la primera potencia del mundo, es inimaginable que no supiera del atentado que se iba a producir en Madrid del hombre más relevante del gobierno de Francisco Franco, por una banda terrorista, instrumento necesario para desestabilizar nuestra nación. Que lo ocultó es una evidencia; que lo instigó una suposición plausible. En cualquier caso la deslealtad del gobierno americano con el español resulta innegable, en un asunto de tanta importancia para la estabilidad de nuestra patria, tal vez no para los intereses americanos a largo plazo.

¿Tienes muchas muescas en tu culata?

Ni una, ni siquiera de forma metafórica. No he disparado a nadie nunca y aquellos a los que pude enfrentarme dialécticamente, generalmente en la izquierda, pero también a cierta derecha, nunca lo fue por odio, resentimiento social o envidia, más bien por el convencimiento de que estaban en un error. Y, ni les hice daño, espero, ni me lo hicieron a mí, seguro. También, al no haber ocupado ningún cargo político, ni ser funcionario, nunca me vi obligado a pisar ningún callo, ni perjudicar a nadie de manera consciente. El mundo autónomo es así: lucha permanente contra el omnipresente estado.

¿Tienes, o tuviste, ínfulas (vanidad pretenciosa)?

Ínfulas baratarias puede que haya tenido en mi infancia, ante los dictados del Quijote que tuve que soportar para adecuar mi ortografía a lo correcto, y la lectura de libros poco recomendables; pero lo que se dice vanidad, aunque tenga un concepto alto de mi mismo, más imperfecto que virtuoso, nunca tuve una necesidad patológica de ser admirado o reconocido por mis méritos o riqueza.

La única aspiración que tuve, desde mi más tierna infancia, es la de haber podido representar a los españoles como diputado y, en dos ocasiones, el destino me negó tal posibilidad. La primera, por voluntad del pueblo español que, en 1982, cuando me presenté como número 2, por Madrid, en Fuerza Nueva, y no consigue entrar ni el número 1, Blas Piñar, al presentar candidatura, Antonio Tejero, y dividirse el voto en Madrid. La segunda, por voluntad de Vox al considerar inadecuado mi perfil político/histórico. Por consiguiente, de haber sido orgulloso, altivo, arrogante, presumido, engreído, fatuo, fanfarrón, jactancioso, presuntuoso, soberbio o petulante, me encontraría muy mal y no me atrevería a presentarme como un “fracasado político”.

Cómo católico, ¿qué opinas de que los ateos anatemicen?

Significaría que el ateísmo pretende convertirse en la religión verdadera. Ese dogmatismo, aunque pudiera considerarse como “dogma laico” es lo que representa la asunción de lo políticamente correcto que viene del poder impersonal de las masas votantes. Sería chocante que los herejes del siglo XXI fuéramos los católicos, al no estar conformes con el globalismo, el indigenismo, el laicismo, el aborto, la eutanasia, el feminismo y todos los ismos que el laicismo izquierdista utiliza para perpetuarse en el poder. XVII siglos transcurridos desde el Edicto del Concilio de Nicomedia, denunciando el paganismo y el maniqueísmo en el mundo, para que la ortodoxia laicista persiga, anatematice y pretenda suprimir los XXI siglos de una religión, la católica, que humanizó y civilizó, dignificando, la condición humana. Esa dogmática perversa no hace otra cosa que acreditar la presencia del mal en el mundo y la certeza de que el bien civilizador debe defenderse, aunque sólo fuera por la convicción teológica del apocalipsis de San Juan, y el fin de los tiempos.

¿Cómo padre de familia, qué consejo vital de futuro das?

Qué la familia es el germen o núcleo básico de la sociedad. En su configuración se dan los tres principios básicos para el desarrollo intelectual, moral y afectivo. El amor de pareja y paterno filial, es y debe ser la base de la educación de los hijos; el resto lo hace “fray ejemplo” de la conducta de los padres, responsabilizándose de la educación primaria y enseñanza que el niño/a debe adquirir.

Uno de los mayores problemas que tiene nuestra sociedad es que, desde el poder y medios de comunicación afines, se está atacando permanentemente a la familia, hasta dejar al niño/joven indefenso y sin los hábitos necesarios para desarrollar su vocación, aptitudes y creencias. Se quiere un ser deshumanizado, sin creencias, estímulos y responsabilidad, fácil presa al servilismo totalitario que emane del poder.

Donde primero y mejor debe ejercer el niño y joven la libertad responsable, es en el seno de la familia y, mediante la ejemplaridad de sus progenitores. Sino protegemos la familia y facilitamos la natalidad, pronto seremos una sociedad mayoritariamente envejecida, sin vitalidad, ni futuro. Es una de mis mayores preocupaciones, el de imaginar ¿que será de nuestros hijos en un mundo tan egoísta, deshumanizado, competitivo y desprovisto de solidaridad? La respuesta no la encuentro en la soledad de un estudioso, competitivo y brillante joven; ni en la obtención de un muy buen puesto de trabajo. Cuando en la sociedad no se fomenta la libertad, la responsabilidad, la exigencia, el sacrificio y el mérito, como forma de llegar y meta de toda realización personal y éxito, es que vamos por el camino equivocado. La lucha, la entrega, la solidaridad, el compañerismo y el “vale quien sirve”, confluyeron en mi juventud y cincelaron mi personalidad. Y los sigo creyendo validos para hacer frente a cualquiera de las tribulaciones de la vida.

Pese al tuteo que nuestra amistad permite, permítame despedirme de usted con un “Gracias, don Jaime”.

La amistad es un atributo recíproco, ajeno a las componendas o intereses, también a la forma de pensar, que suele permanecer en el tiempo, aunque no se conviva diariamente. Como tal, forma parte de la voluntad humana y de la escala de valores que uno tenga. El tuteo así lo afirma y no empequeñece el respeto mutuo.

De nada D. César, fue un placer y un honor contestar a un cuestionario tan amplio y describirme un poco, conforme al adagio de que: “el que escribe, se describe”. Más que una forma de pensar, le he manifestado mi forma de ser, adecuado al pensamiento. Nadie desde los presocráticos, es, sin construir un pensamiento que lo defina. Le dejo alguna pincelada de mi manera de pensar, configuradora también del ser. Gracias a Vd. Un fuerte abrazo.


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