Ante el fallecimiento del General Jesús Salas Larrazábal, traemos esta interesante entrevista:
Fernando Paz
Aparte de militar y pionero de la aviación, el general Jesús Salas Larrazábal ha escrito varios libros sobre la guerra civil española, en la que él participó. En 1987, publicó ‘Guernica’, una investigación sobre el bombardeo del pueblo vizcaíno. Cifró el número de fallecidos en menos de 130, muy lejos de los casi 1.700 que suelen dar los nacionalistas vascos y los universitarios de izquierdas. Unos años antes, Vicente Talón había refutado en su ‘Arde Guernica’ otra de las piezas del mito: el mercado de los lunes había sido suspendido el domingo, lo que explica los escasos muertos.
El jueves 26 se han cumplido 70 años del bombardeo de Guernica. ¿Puede establecerse definitivamente el número de muertos, tal y como usted publicó hace muchos años, o debemos tener en cuenta alguna revisión al respecto?
El número de muertos máximo, por todos los conceptos, no sobrepasa el de 126. Eso, teniendo en cuenta, por ejemplo, a tres gudaris que murieron en Guernica en esas fechas y que se encontraban allí en función de que la villa albergaba un hospital de sangre. Se suspendió el tradicional mercado de los lunes, aunque, sin duda, algunos de los que habían acudido de las localidades próximas se quedaron a echar el día allí. Quizá por esa razón hay una veintena de cadáveres sin identificar.
Incluso la mortandad se incrementó por una acción fortuita, como fue la caída de una bomba en el asilo de la localidad, completamente fuera de todo objetivo militar. Muy probablemente –dada la tecnología de la época- alguna bomba quedó enganchada a la hora de ser soltada y fue a caer en el citado asilo por causa de las sacudidas del avión. “En la villa se fabricaban bombas incendiarias del mismo tipo que las que la destruyeron”
¿Fueron los efectos del bombardeo la única causa de la destrucción de la villa?
Desde luego, las bombas fueron la causa que desencadenó el incendio. Pero los bomberos de Bilbao tardaron más de dos horas en llegar y se retiraron sin haber combatido el fuego. Las bombas parecieron haber afectado a unos 50 edificios y, sin embargo, casi 200 fueron pasto de las llamas. Indudablemente, los daños podían haber sido mucho menores, en otro caso.
Además de que el bombardeo de Guernica no fue ni mucho menos el primero sobre población civil en la historia, ¿puede hablarse de Guernica como objetivo militar?
Sin la menor de las dudas, Guernica lo era. Irónicamente, en Guernica se fabricaban bombas incendiarias del mismo tipo que las que la destruyeron. Había tres cuarteles de gudaris, uno por batallón; y existían siete refugios antiaéreos, prueba en sí mismo del reconocimiento de Guernica por parte de los defensores de su carácter militar. Siete refugios para una población que no llegaba a los 5.000 habitantes. Eso es algo desproporcionado. Y, aunque no pueda contemplarse, claro está, como objetivo de destrucción militar, existía un hospital de sangre. Guernica era objetivo militar, sí.
UNA DECISIÓN DEL MANDO DE LA LEGIÓN CÓNDOR
Concretamente, ¿qué es lo que motivó el bombardeo?
Ese carácter militar de la población, combinado con una controversia estratégica en el bando nacional. Mola pretendía avanzar hacia Bilbao por el eje Durango-Amorebieta. Richtofen vio, acertadamente, que la estrategia más adecuada era la que él proponía en sustitución de la de Mola. Este pretendía una ruptura doble, convergiendo sobre Durango. Sin embargo, no pudo llevarse a cabo por falta de artillería, de modo que esta hubo de utilizarse de forma sucesiva y no simultánea. Con la llegada de García Valiño a Oíz, Richtofen se dio cuenta de que la salida más acertada era en dirección a Guernica, pero Mola no quiso cambiar el plan. Richtofen comunicó su parecer a Vigón, pero éste era sólo un teniente coronel que debía informar por conducto reglamentario. Seguramente Mola nunca supo del ataque hasta que se produjo. Vigón no tenía acceso directo a Mola y von Richtofen decidió actuar por su cuenta para forzar la estrategia nacional. El resultado fue Guernica. “Los bomberos de Bilbao tardaron más de dos horas en llegar y se retiraron sin haber combatido el fuego”
¿Cómo explica el mito que se ha creado en torno al bombardeo de Guernica por más que, en los últimos años, haya sido convenientemente aclarado?
Porque lo cierto es que, más allá de quienes se ocupan de la historia, mucha gente sigue creyendo que se trató de una matanza contra vascos indefensos para ‘castigarles’ por apoyar al Frente Popular. Efectivamente, Guernica se ha convertido en un mito. Para los profesionales es algo sustanciado hace tiempo. No hay grandes dudas al respecto. Sin embargo, fue un mito que se sigue explotando, en cierta medida. Pero sólo en sentido propagandístico. Es curioso que fueran los conservadores británicos quienes elaboraron la leyenda. Ni en Francia ni en el propio País Vasco se había prestado mucha atención hasta entonces al bombardeo. Pero en Gran Bretaña, los conservadores trataban de conseguir que el Parlamento implementara una mayor cantidad de gastos de defensa, en especial a favor del ejército del aire; los laboristas se negaban a ello, pese a las advertencias del Gobierno acerca de la peligrosidad de la Luftwaffe. Utilizaron Guernica para focalizar la atención en el poder destructivo de las fuerzas aéreas del III Reich. De modo que ‘The Times’ publicó una versión exageradísima del suceso. De ahí arrancó el mito de Guernica.
FRANCO, AUTOR DEL PRIMER PUENTE AÉREO DEL MUNDO
En otro orden de cosas, y relacionado también con las fuerzas aéreas, en España sí que se produjo la primera acción militar de un cierto tipo en la historia. Nos referimos al puente aéreo por el que Franco cruzó el estrecho.
Sí, se trata sin duda del primer puente aéreo del mundo. En aquella época, los norteamericanos habían planeado unas maniobras militares que incluían la ejecución de un puente aéreo, pero no llegaron a realizarse, según parece; y, en cualquier caso, no se trataba de una acción de guerra.
Algunos historiadores han insistido –y siguen haciéndolo- en que las tropas de Marruecos pasaron al otro lado del estrecho gracias a la ayuda germano-italiana. Pero lo cierto es que el puente aéreo había comenzado mucho antes, y ya habían cruzado buena parte de la tropas, aunque es cierto que la citada ayuda supuso un claro alivio en cuanto a que permitió incrementar el flujo del tráfico. Pero fue una decisión de Franco que se ejecutó de forma independiente de la ayuda de alemanes e italianos en sus primeras y decisivas fases. Antes del 8 de agosto –fecha de la llegada de los aviones extranjeros- habían pasado a la península diez batallones, de los cuales seis lo habían hecho gracias al puente aéreo. “Los alemanes enviaron a Franco 700 aviones y la URSS al Frente Popular más de 1.000”
En cuanto a la ayuda internacional, ¿cómo valora la de un lado y la del otro?
En cuanto a la aviación, los republicanos tuvieron una cierta ventaja inicial. Los pilotos nacionales solían ser superiores, pero sus aviones no lo fueron hasta mucho más tarde. Un avión como el ME-109 Bf sólo operó en la campaña de Cataluña, es decir, muy tarde, cuando la guerra estaba ya decidida. Fue a finales de 1937 cuando la superioridad nacional se hizo incontestable; en Asturias, a fines de 1937, dos escuadrillas de Heinkel-111 hundieron un destructor. En Brunete, los aviones soviéticos, los ‘ratas’, fracasaron frente a los Messerschmitt. Pero, al principio, los aviones soviéticos eran sin duda superiores a los que los alemanes habían enviado. Frente a poco más de 700 que suministraron los alemanes, los soviéticos superaron los 1.000 y seguramente se acercaron mucho a los 1.100.
Las fuerzas blindadas estaban aún más desequilibradas. Los nacionales no poseían tanques dignos de ser llamados tales. Lo que envió el III Reich fueron Pzkw I –en la cantidad de 120-, que ni siquiera poseían cañón, sino tan sólo una ametralladora de 7,92, algo ridículo; de los italianos mejor no hablar. Los rusos entregaron tres veces más, pero la cantidad no es suficientemente ilustrativa; lo más importante era que se trataba de T-26, excelentes carros para la época. Las tropas nacionales se nutrían de esos T-26, que capturaban con frecuencia al enemigo; en realidad esas eran sus únicas fuerzas blindadas.
En un plano más general: ¿cree que la caída de Madrid hubiera asegurado el final de la guerra?
Después de noviembre de 1936, creo que no. Es posible que antes hubiera podido pasar, pero la incidencia de las decisiones políticas que se hubieron de tomar en la zona nacional a fines de septiembre y principios de octubre de 1936 influyó mucho más que el esfuerzo que supuso el desvío hacia Toledo que, en definitiva, sólo retrasó el avance en unos escasos tres o cuatro días.
Después de eso, la llegada de las Brigadas Internacionales sirvió para estabilizar la situación en el frente de Madrid; pero también es verdad que, una vez conquistada la zona norte, la suerte de la guerra -salvo imprevistos poco probables- estaba echada. No fue una guerra brillante desde el punto de vista militar, aunque sin duda hubo militares de gran valía; también entre los derrotados. Singularmente, el general Miaja destacó en labores defensivas, tanto en Madrid como en Valencia, pero está claro que no se manejaba con las mismas garantías cuando de lanzarse al ataque se trataba.