Jesús Palacios
Hoy, 9 de julio de 1936. El calor es tórrido en toda España. El país vibra con los sanfermines, la fiesta de hondas raíces, que ya no es solo de los pamploneses y navarros, sino de todos, y va camino de la universalidad desde que hace una década Hemingway quedara fascinado por ella y por el sentido mítico de las corridas de toros. Pío XI ha salido de vacaciones a su residencia veraniega de Castelgaldolfo, y su nuncio en España, monseñor Tedeschini, deja su puesto en Madrid y se traslada a Roma. Sánchez Guerra, que fuera secretario de Alcalá Zamora, le dedica un panegírico como “un gran amigo de España… y de los republicanos”.
También el presidente de la República, Manuel Azaña, prepara sus vacaciones en ‘Villa Piquio’ en el Sardinero (Santander). Y Alcalá Zamora, su predecesor en el cargo hasta el pasado mes de abril, embarca en el puerto de Santander junto a su familia, en el transatlántico alemán Caribia con destino a Hamburgo y países nórdicos. Tan sólo media docena de amigos acuden a despedirlo. Nunca regresará a España, iniciando así un duro y doloroso exilio.
El diputado monárquico Fuentes Pila dirige un ruego al presidente Casares Quiroga en relación con la olimpiada paralela que se va a celebrar en Barcelona, organizada por los partidos comunistas a modo de réplica de la Olimpiada de Berlín. En su escrito denuncia que el Secretariado de la Olimpiada Popular, ha comunicado a la “Federación de Hockey que la representación española ha quedado clasificada bajo tres nacionalidades: España, Cataluña y Euskadi”.
Hay fiebre estatutaria en España. En abril se ha presentado a Cortes el Estatuto Vasco, e Indalecio Prieto se ha transformado en su firme defensor, cuando no ha mucho se había manifestado con firmeza en su contra, pero ahora desea que “el estatuto vasco fuera mi última empresa a la que hubiera prestado mi corazón, mi voz y mi voto”. Unos días atrás, 6 de julio, se ha presentado en Sevilla el preámbulo del estatuto andaluz. El gallego ha sido aprobado en esa fecha, al superar los dos tercios de votos positivos del electorado. Se sospecha pucherazo, pero no se comenta. Todos los periódicos están sometidos a censura previa y sigue rigiendo el estado de excepción implantado desde las elecciones de febrero de 1936. Pero ello no impide que Calvo Sotelo, líder de Renovación Española, afirme en el periódico barcelonés La Rambla, que “el estatuto es un instrumento para uso y abuso de determinados núcleos políticos”
En el Cómico, la actriz Carmen Díaz sigue cosechando el gran éxito de toda la temporada con la representación de las obras “Dueña y señora” y el diálogo de Muñoz Seca, “Bronca en el ocho”. Y en Fuentelarreina bailan los hijos y las hijas de la burguesía madrileña, al tiempo que toda España está empapelada de carteles y de manifestaciones pidiendo la libertad del líder comunista alemán Thälmann, preso en Alemania desde 1933.
SUCESIVAS HUELGAS
El mes de julio está siendo un mes muy activo en Cortes. En la sesión de ayer, 8 de julio, Joaquín Maurín, líder del POUM, habla de la huelga de cursillistas de magisterio en Madrid, al tiempo que siguen activas las huelgas de la madera, fábricas de perfumería, ascensoristas, calefactores y construcción, lo que representa al menos, el 50% de la población trabajadora. Ello significa que en Madrid lleva semanas o meses sin producir el 50% de las rentas de trabajo, lo que puede ser extensible al conjunto de España, que terminaría 1936 con una disminución del 50% de la renta nacional.
También sigue activa, pese al laudo del ministro de Trabajo, la huelga de agua. El laudo ha fijado la semana laboral de 40 horas, vacaciones pagadas y subida salarial. El sindicato UGT vota a favor, pero la CNT lo hace en contra y continua con la huelga. Durante la noche del desacuerdo de las grandes centrales sindicales, estallan cuatro bombas que destruyen varias conducciones de agua. Y por la mañana los trabajadores de UGT que acuden a su trabajo, son recibidos a tiros por sindicalistas de la CNT. El Socialista afirma que “un retroceso psicológico nos ha conducido al gansterismo político”. Y Salvador de Madariaga declara que “el país ha entrado en una fase francamente revolucionaria”. Unas semanas atrás el líder de la CEDA, Gil Robles, ha presentado en el Parlamento un balance terrible de violencia política, asesinatos, incendios, saqueos, ocupaciones ilegales de tierras y matonismo de las izquierdas, que, naturalmente, el gobierno y los líderes izquierdistas niegan, culpando a las derechas de provocadoras.
Miguel Maura, uno de los padres de la República, escribe una serie de seis artículos, con ayuda de la pluma de Manuel Aznar, en el diario El Sol avalando una dictadura nacional republicana, que son recibidos con duras críticas por las izquierdas, aunque el panorama político que se dibuja para todos es el deslizamiento hacia la dictadura. Por ello, el director de La Vanguardia, Agustín Calvet, de declarada simpatía azañista, escribe: “Cuántos votos tuvieron los fascistas, nada, una ridiculez (45.000). Hoy, por el contrario, los viajeros llegan de las tierras de España diciendo: Allí todo el mundo se vuelve fascista. Lo que ocurre es que allí no se puede vivir. No hay gobierno. ¿Cuál es la forma política que suprime radicalmente estos excesos? La dictadura, el fascismo”.
Aunque el pueblo no lo sabía, la conspiración de una parte del ejército sigue su marcha desde que el general Mola la activara a finales de abril desde su puesto de mando en Pamplona. Desde entonces ha ido enviando a los conspiradores instrucciones de su Plan Director. Gil Robles, a través de Francisco Herrera Oria, envía a Mola 500.000 pesetas para la rebelión. Era una cantidad sobrante de la última campaña electoral. Uno de los más serios problemas ante los que se enfrenta es la falta de entendimiento con los carlistas, cuyas conversaciones han quedado rotas. Para intentar superarlo, el tradicionalista Antonio Lizarza viaja a Estoril para entrevistarse con Sanjurjo. Regresa con una carta para Fal Conde, jefe de las milicias carlistas, y otra para Mola, que busca entonces el apoyo directo de la Junta Regional Carlista de Pamplona y del conde de Rodezno, saltando a la Junta de San Juan de Luz, que obedece al pretendiente carlista don Alfonso Carlos.El gobierno sigue atento los movimientos de los conspiradores y deja hacer porque está seguro de tener todo bajo control. En el fondo, está seguro de que el ejército es un tigre de papel. A Casares Quiroga, jefe del gabinete ministerial, le preocupa tan solo las tropas de Marruecos, y por ello llama a Yagüe para intentar que acepte ser trasladado a Madrid a un puesto de mayor responsabilidad. Yagüe le contesta que sus tropas vendrían entonces de África a rescatarlo. Y Casares deja hacer.
El abogado y periodista Luis Bolín, agregado de Prensa en la embajada de España en Londres, recoge las dos mil libras que el empresario Juan March ha entregado a través de Juan Ignacio Luca de Tena, director de ABC, para alquilar el hidroavión Dragon Rapide. En la mañana del 9 de julio, Bolín cierra el trato con el capitán Olley, para un vuelo desde Londres a Casablanca y hasta el 31 de julio. Olley intuye un viaje y quizá unos pasajeros de cierto riesgo, y le hace firmar una póliza de seguros de garantía hasta 10.000 libras. Luego llama al piloto, el capitán Cecil W. H. Bebb. El Dragon Rapide deberá estar listo para salir hacia Casablanca el 11 de julio. Pero por entonces, para quien sería su principal pasajero (Franco), la “geografía era poco extensa”.
Mañana, 10 de julio de 1936.
Prosigue el calor en toda España y las Fiestas de San Fermín. Muchos jóvenes corren los encierros con chaqueta. Hay alpargatas y también elegancia. El diario ABC abre sus páginas de huecograbado con la celebración en Weimar del décimo aniversario de la primera asamblea nacional del Partido Nacional Socialista, que ha contado con la presencia del Führer.
El Ayuntamiento de Madrid otorga a Indalecio Prieto la medalla de oro de la ciudad. Se la impone el alcalde Pedro Rico. Prieto lo agradece afirmando que desde el ministerio de Obras Públicas su interés fue llevar la prolongación de la Castellana hasta su unión con la carretera de Madrid-Irún. Y señala los problemas que el ayuntamiento habrá de resolver con la apertura de la estación de Chamartín de la Rosa. Habla también de bajar los precios de los alquileres, que son muy altos, y todo ello, “contando con que los huelguistas y sus instigadores permitan hacer algo positivo”
España es un continuo batir de huelgas anarcosindicalistas y de UGT, que, en ocasiones, terminan enfrentadas a tiros. Las manifestaciones de las organizaciones izquierdistas se realizan con milicias de los partidos en formación y pistola al cinto.
El diputado republicano y conservador Ossorio y Gallardo, que fue defensor de Companys tras la fallida proclamación del Estat Catalá el 6 de octubre del 34, escribe que una cosa es la huelga política y otra la huelga económica, y en las actuales no hay justificación alguna. Se pregunta que si es el anarcosindicalismo quien las promueve “están en su derecho de intentar destruir el Estado. La lógica es la lógica, aunque lleve trilita dentro”. Y se pregunta por lo que hacen el Partido Comunista y el Partido Socialista, pues si su aspiración es un estado sin clases encarnado en la dictadura del proletariado, es absurdo destruir el Estado. Y concluye: “Hágase la revolución fulminantemente y venga el nuevo sistema. Pero ¡cuidado!, calcúlense los medios mejor que en octubre. Gran necedad será repetir el fracaso”.
En la sesión de Cortes se expone la mala situación de la Hacienda. El Parlamento deja para el tercer trimestre la discusión de los presupuestos generales del Estado aprobados para 1935. Chapaprieta, que fue ministro de Hacienda durante el bienio conservador, afirma que no hay posibilidad de reconstruir económicamente un país cuando su Hacienda está en quiebra. Y que él dejó una situación próspera y un déficit reducido, que en dos años se hubiera saldado con superávit. El ministro de Hacienda le replica que el problema de las finanzas era gravísimo con Chapaprieta al mando y “lo es hoy para nosotros”.
Ante la delicada situación política, se ha llevado a cabo un intento de formar un gobierno de coalición con Prieto, republicanos y la CEDA, que ha fracasado. El Partido Socialista está dividido en dos alas, la más moderada liderada por Prieto y que tiene como portavoz El Socialista, dirigido por Julián Zugazogotia, y el ala radical de Largo Caballero, que tiene como portavoz al diario Claridad, dirigido por Araquistáin.
El Socialista habla de “mesianismo histérico” en la disputa con Claridad sobre el gobierno de coalición con Prieto. Besteiro sale en defensa de Prieto y afirma que en el “Partido Socialista hay hombres eminentes con extraordinarias dotes de gobernantes a los que no se les debe cerrar el paso”. Cambó habla de la quiebra del sistema, y Salvador de Madariaga insiste en que la circunstancia que hará inevitable la guerra civil es la guerra civil dentro del Partido Socialista. Por ello, Prieto durante un mitin en el Teatro Albia de Bilbao, declara que “estamos viviendo ya una intensísima guerra civil”.
TENSIÓN POLÍTICA
En la sesión de Cortes el representante del Grupo Agrario, Cid y la oposición, se enfrenta a la mayoría republicano-socialista, en la que se ven patentes los odios y rencores entre las derechas y las izquierdas. Calvo Sotelo afirma que las tres reformas agrarias han sido un absoluto fracaso. El campo supone las dos terceras partes de la riqueza nacional. El Instituto de Reforma Agraria es un instituto político no social. El Banco Hipotecario no abre créditos al campo porque no sabe cuál es el valor de la tierra, no hay datos de tasación.
Al discutirse la Ley de Amnistía por la revolución de octubre, el socialista Galarza afirma que las autoridades que actuaron en Asturias estaban fuera de la ley. Días atrás, y durante un turno de réplica, Galarza le dijo a Calvo Sotelo que “encuentro justificado todo, incluso el atentado contra su vida”.
Mientras que en Madrid otra nueva huelga paraliza toda la construcción, en Málaga estalla a tiro limpio una reyerta definida de guerra civil entre trabajadores de diferentes sindicatos, socialistas y comunistas. El Socialista asegura que el “abismo que nos separa de la CNT ya no se podrá salvar nunca”. Solidaridad Obrera publica: “sangre obrera ha regado la tierra, pero esta vez no ha sido por fusiles pretorianos, sino por disparos de distintas fracciones de socialistas, anarquistas y comunistas. ¿Adónde vamos a parar si la guerra civil entre los explotados adquiere carta de ciudadanía? Así avanza el fascismo camaradas”. En tanto que Claridad, lo ve de otra manera: “desgraciadamente en España ha habido y hay poca guerra civil y muy poca revolución, muy poco desorden, muy poco caos y muy poca anarquía en el sentido que a estas palabras atribuyen las derechas”.
El gobierno sabe que el jefe de la conspiración militar es Mola. Alonso Mallol, director general de Seguridad, se ha presentado en Pamplona unos días atrás con varias camionetas de guardias de asalto en busca de armas entre los carlistas, pero Mola ha sido avisado y no encuentran nada. La UMRA (Unión de Militares Republicanos Antifascistas) pide la destitución de Mola. Casares Quiroga no lo hace, y en su lugar le pide al general Batet, jefe de la VI División Orgánica con sede en Burgos, que vaya a pedirle a Mola que acepte ser trasladado. El encuentro tiene lugar en el Monasterio de Irache, ante Montejurra. Batet le asegura que “el gobierno sabe y posee pruebas de la rebeldía que se prepara y considera a Mola su cabeza directora del complot”. Mola lo niega, y le promete a Batet que no está comprometido en ninguna aventura.
Pero en la reunión del Consejo de Ministros del 10 de julio, Casares Quiroga anuncia que la esperada sublevación militar puede ser inmediata, quizá mañana o pasado. Asegura que “desde primeros de julio venimos siguiendo la pista de los conspiradores”. Y añade: “vamos a cursar órdenes a la flota para que impida el paso de las tropas de Marruecos a la Península” (lo que se haría el 16 de julio).
El órgano de Largo Caballero, Claridad, se lanza contra la nueva Comisión Ejecutiva del Partido Socialista en la que la candidatura más moderada de González Peña se ha alzado con el triunfo frente a la radical de Largo Caballero. Prieto, al que señalan como instigador, pide desde su diario El Liberal de Bilbao, “unidad y prevención ante lo que está pronto por venir”.
Esa noche, El Socialista prepara la siguiente nota criptográfica: “Es seguro que Casares Quiroga esté seriamente preocupado a estar horas por los síntomas alarmantes que se advierten en varias provincias. El Observatorio meteorológico instalado en el ministerio de la Guerra registra de minuto en minuto las más pequeñas variaciones. El servicio es permanente. Mientras responda ese servicio y tras él haya una voluntad firme, nos aseguran que el peligro no es inminente. Sin embargo, bueno será que estemos sobre aviso con el paraguas en la mano para que la tormenta que pueda estallar en cualquier momento no nos coja al descubierto y nos cale los huesos”.
ABC publica bajo el título El rumor: “Los furiosos voceros del Frente Popular lo quieren todo: el estado de alarma sin que se alarmen los ciudadanos, la despreocupación ante lo que se vea, el silencio sin ansiedad y la censura sin rumores”.
Los acontecimientos se precipitarían el domingo 12 de julio con los asesinatos del teniente de asalto José Castillo a manos de cuatro pistoleros, y de Calvo Sotelo, tras una orden cursada desde el Cuartel de Pontejos, que fue llevado a cabo por policías uniformados y de paisano, en coche oficial y con armas del Estado. Calvo Sotelo fue secuestrado la madrugada del domingo 12 al lunes 13 de julio, y ejecutado en la camioneta de asalto de dos disparos en la nuca. El escenario para la Guerra Civil estaba listo.